Avanzamos o retrocedemos en el tripartismo de El Salvador

La lógica del tripartismo en el país, nunca ha tenido la fuerza del diálogo como elemento de trabajo constante y persuasivo entre las tres partes que la conforman dentro del mundo del trabajo.

Por: Róger Hernán Gutiérrez*

La constitución de 1950 introdujo la parte social que hasta ahora no ha podido trascender a un nivel de mayor apropiación y desarrollo—la introducción del sistema del seguro social fue el inicio del tripartismo en 1954, al principio como todo nuevo hubo mucha esperanza que ese derecho a la salud mejorara sustancialmente, no obstante, el sector empresarial nunca lo ha visto como algo importante en lo laboral, y demanda que la persona trabajadora nunca se enferme, no pida permisos para asistencia médica, y no paga los primeros 3 días de incapacidad, además de que algunos descuentan el tiempo de consulta y espera por el tratamiento recetado.

La mucha continuidad de solicitad de permisos para atención médica de las personas trabajadoras, choca fuertemente con la idea de producir y mejorar la productividad de trabajadores(as), y constantemente se señala como una pérdida de tiempo, y no como lo que es un derecho a la salud, no somos máquinas que jamás tienen desperfectos, además el sistema de salud es deficitario, y estamos llenos de padecimientos crónicos y enfermedades incurables a una buena cantidad de población laboral.

Y el tripartismo en el ISSS muy poco ha dado en el clavo para hacer más en la materia de la seguridad social; los intereses de los grupos de médicos y odontólogos, han cooptado a la Institución y mantienen un régimen de poco favorecimiento a la población que mejore la calidad de los servicios médicos y de maternidad. Y los servicios de pensionamiento se presentaron hasta 1969, para complementar y entrar en la previsión social que luego fue privatizada.

A partir del 62, se constituyó el Consejo Nacional del Salario Mínimo, y a la fecha el reglamento interno ha tenido escasas reformas y ha dado pie a un tripartismo igual de enredado y poco productivo para quienes se esperanzan en un salario mínimo que realmente cubra el costo de vida y tenga una revisión cuando la economía impacte el poder adquisitivo de los salarios. En mucho de su historia los aumentos han sido bastante precarios, no han sido consensuados a plenitud, y el sector empresarial representado en el Consejo, nunca ha sido una parte contributiva y colaboradora de una mejor performance en el mejoramiento de los salarios mínimos.

Fue hasta 2017, que se hizo un aumento cuantitativamente sensible y sustantivo, pero el arrastre acumulado de los deterioros en el poder adquisitivo y la economía los han contraído hasta en un 40%, cuestión que sigue siendo una deuda histórica.

Como acuerdo de paz en 1994, se constituyó por sugerencias y asesoramiento de la OIT en el Foro de Concertación Económico Social, el Consejo Superior del Trabajo-CST, una instancia tripartita que se estructuró en otra lógica de avance socio-laboral, de diálogo y bajo otras reglas de entendimiento. Sin embargo, su nacimiento en el contexto en que se desarrolló implicó demasiados problemas de convergencias, estábamos rescatando el proceso económico-social y no se permitió por el gobierno de turno y el sector empresarial que buscaba insertarse en la globalización económica.

Hasta ahora su vigencia ha sido sin mayores impactos hacia la población laboral, no se pudo cambiar el modelo económico y se impuso la continuidad de lo que veníamos arrastrando y se interrumpió resultado del conflicto de más de 12 años. No hubo un claro proceso de post-guerra que pudiera sanar las heridas y reiniciar el proceso con las diferentes lecciones aprendidas. Sin embargo, se desplomó en sus primeros años, su regulación se estructuró, y pretendió retomar en un proceso de diálogo, la concertación y negociación que muy poco fue productiva. La lógica con la cual OIT había asesorado fue dejada de lado y volvieron a surgir los enfrentamientos entre las partes que agotaron su ejercicio en el 2013. A partir de allí se ha tenido una aparente reactivación del CST.

Esta situación ha dejado de muy poco valor su rescate, a pesar que el contexto daba paso a una agenda de nación, que no fue aprovechada, recordamos el Manifiesto Empresarial, como un aporte a la situación de rescate, se continuó la asesoría de la OIT, se pretendió un cumplimiento fuerte de la Constitución, que jamás se logró, las reglas del juego fueron las mismas y el juego terminó siendo lo que había sido siempre, inclinado hacia el poder empresarial aliado con gobiernos genuflexos y el uso patrimonial del Estado.

La economía como bienestar común para las personas trabajadoras nunca estuvo en la acción tripartita, y es por ello que carecemos de avances, han existido muchos retrocesos, y parecieran hoy ser una piedra de tropiezo.

*Sindicalista salvadoreño

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