Comandante Feliciano revive en los cerros guerrilleros de El Salvador

El comandante «Feliciano» revivió hoy en los cerros guerrilleros de El Salvador, durante la presentación inicial de una biografía suya, escrita por el periodista cubano Raimundo López.

El libro «Comandante Feliciano, una historia de amor y Revolución» narra la vida de Tomás García, hijo de cubano y salvadoreña, quien murió con apenas 22 años de edad, emboscado por fuerzas represivas de esta nación centroamericana.

Esta primera presentación fue hecha en la Ciudadela Ungo, el histórico lugar donde las fuerzas guerrilleras se reagruparon tras la firma de los Acuerdos de Paz de 1992, ante un centenar de excombatientes y compañeros del héroe.

«Feliciano tuvo una vida intensa y fascinante, que antes de unirse a la lucha revolucionaria fue campeón nacional de esgrima, notable ajedrecista y concertista de piano», relató López en su presentación.

Considerado uno de los comandantes más intrépidos, decididos, inteligentes y valientes de su generación, García sucumbió por una delación días antes de asumir como jefe guerrillero en el cerro de Guazapa.

Unos 100 militares rodearon la vivienda donde vivían su madre y su hermano, y la acribillaron a tiros, sin dejar sobrevivientes, en los albores del conflicto armado que desangró a El Salvador entre 1980 y 1992.

«Feliciano murió luchando, como prometió que haría», expresó López, autor de esta biografía y corresponsal de la agencia Prensa Latina en escenarios tan hostiles como la invasión a Panamá y el golpe de Estado en Honduras contra Manuel Zelaya.

Una historia de amor y revolución

Comandante Feliciano es un vibrante y conmovedor relato sobre la vida legendaria del joven salvadoreño y cubano Tomás Roberto García Vargas, quien sacrificó una exitosa carrera deportiva y musical para sumarse a la lucha clandestina contra la dictadura militar de los años 70 del siglo pasado. Su entrega, inteligencia y audacia lo convirtieron en el comandante Feliciano a los 22 años. Es un retrato hecho con los testimonios de familiares, compañeros de lucha, la mujer que amó y los recuerdos de su padre, un coronel cubano ya retirado, que cuando era adolescente fue refugiado político en 1957 en El Salvador, donde encontró el amor.

Cuatro décadas después, el paso implacable del tiempo ha borrado todas las huellas del combate, no hay rastros en las paredes de los impactos de las balas disparadas por el ejército ni otra señal del enfrentamiento, ocurrido la noche de 29 de abril de 1981 y la madrugada siguiente en una casa del reparto Jardín, del municipio de Mejicanos, en San Salvador, donde el comandante Feliciano libró su última batalla.

Así comienza esta historia, como otro triunfo de la vida contra la muerte y el olvido.
Es también un homenaje a los que lucharon, a quienes continúan hoy, a tos que siguen en el camino hacia una sociedad donde los seres humanos, tras un andar de siglos y sacrificios, finalmente lleguen a ese mundo nuevo, donde todos tengamos la oportunidad de una vida mejor.

Fuente: Prensa Latina.

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