El proyecto propio del sindicalismo

Por: Róger Hernán Gutiérrez*

¿Por qué es tan importante que el movimiento sindical disponga de un proyecto propio? Razones habrán muchas, pero tiene que ver con su re-identidad, los procesos históricos incorporan a un movimiento sindical ligado a los procesos de cambios en el ejercicio del poder—en un principio el gremialismo dominante a partir de los grupos laborales de artesanos: zapateros, ebanistas; alfareros; sastres; pequeños propietarios que fueron perdiendo sus medios de producción hasta convertirse en asalariados de esos comerciantes que fueron apoderándose de los negocios de aquéllos, hasta despojarlos de su fuerza—provocando que buscasen una identidad que les condujera a enfrentar la nueva realidad de poder.

Esos gremios fueron perdiendo e integraron muy pocos aspectos organizativos ligados a los cambios en el mundo del trabajo—las revoluciones fueron influenciando en esos años, “el estallido revolucionario de 1905 sirvió de precedente y referente al de 1917. Fue fruto del malestar que provocó la crisis económica que azotaba Rusia (crisis de subsistencias, desempleo). En el país los despojos de las tierras ejidales (comunales), de los pueblos originarios y de la iglesia, fueron parte de esa lógica de poder que dominaba el desarrollo del café—los terratenientes, imponiendo la lógica económica, que iba siendo amenazada por los cambios en el mundo—la revolución mexicana (1910) que daba pauta a la fuerza de los ejidos como tierras propias de grupos poblacionales para su explotación (reforma agraria mínima).

Ahogo y agotamientos de las ideas revolucionarias, por nuevas imposiciones de pequeñas dictaduras como la de los Meléndez- Quiñonez por un largo período de gobierno. En esta coyuntura se suscitan aspectos organizativos que van dando forma a un movimiento sindical como la regional, la Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños (FRTS) y, de la Confederación de Organizaciones de Centro América (COCA), que daban pie a pensar que el auge del sindicalismo estaba entrando en fases de desarrollo conspirativo contra el poder establecido—el abogado Romero Bosque de la misma oligarquía, solo sostuvo un período, que luego desencadenó períodos de alta represión y oscurantismo nacional con la dictadura Martinista, que proscribió el ejercicio sindical, que fue debilitándose hasta alcanzar una completa clandestinidad—eso fue la simiente para encontrar de nuevo una lógica sindical en procesos reformistas que dieron paso a una lógica social de reformas, con influencias externas.

Ese fue el inicio de una fuerza sindical con un carácter de clase que fue ligándose al proceso político salvadoreño, y que participó del conflicto armado, y el que finalmente luego de dos décadas no le significó definir líneas propias de acción con base en una plataforma que recogiera las reivindicaciones de las personas trabajadoras en sus distintas expresiones. El supuesto triunfo de la izquierda volvía innecesario y hasta superfluo plantearse el problema de elaborar dicha plataforma; y algunos dirigentes del FMLN partidario se encargaron de ello.

Paralelamente a esta construcción organizativa, otro sector sindical vinculado a grupos o instituciones partícipes del poder político partidario (Pro Patria, PRUD, PCN, ARENA), caracterizado por ser despersonalizado, receptor de canonjías, que por ende no ha necesitado de crear ideas en torno a un desarrollo del movimiento sindical. Por otro lado, el proceso de construcción social arrojó liderazgos en tanto estos condujeron a reivindicaciones y beneficios políticos—como fueron los asientos sociales de la democracia cristiana y su líder José Napoleón Duarte—en un período difícil contrarrevolucionario (1980-1989), que sin embargo aceleró condiciones revolucionarias de un proyecto político anticomunista, este proceso derivó en importantes contrapesos que crearon organización sindical tanto en asociaciones del sector público y sindicatos del sector privado aglutinados en la UNTS y la UNOC, que llevaron su existencia hasta los Acuerdos de Paz, y ya en su participación en el Foro de Concertación Económico Social, evidenciaron signos de mayor des identidad sindical, ante nuevas formas de convivencia político-social, y por tanto la necesidad para los distintos sectores sociales de readecuar sus métodos de acción para preservar o hacer prevalecer sus intereses.

Esto es la base de las dificultades, por qué no ha podido el movimiento sindical construir su proyecto propio, que es convertirse en actor sociopolítico con el objetivo permanente de velar plenamente por los intereses de la clase trabajadora organizados o no sindicalmente. Igualmente recoger los de aquellos que desarrollan actividades productivas en el sector informal y también de los pensionados.

En esa perspectiva, el movimiento sindical debería interpretar sus intereses e incorporarlos como propios tales son: mujeres, jóvenes, discapacitados, lgtbi, pueblos originarios y ambientalistas, y otros grupos laborales que trabajan por los derechos humanos. Y esto implica la fuerte interlocución con gobiernos (de cualquier signo político), empresarios (públicos y privados) y partidos políticos.

*Sindicalista salvadoreño

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: