Neuroderechos: privacidad cerebral ante los avances tecnológicos

Hay niños que intentan ampliar la imagen sobre el vidrio de una ventana o adultos que inconscientemente hacen ‘scroll’ sobre la página de papel de un libro. La naturalización de esos gestos no es un accidente y proviene de años de interacción con dispositivos electrónicos que todos los días cambian la forma en que el ser humano se relaciona con el mundo.

“Todas estas cosas se hacen con teléfonos móviles y es apenas un aperitivo de lo que se viene. En el momento en que estos dispositivos sean neurotecnológicos, en vez de llevarlos en el bolsillo, los llevaremos en la cabeza”, explica el neurobiólogo español Rafael Yuste, profesor de ciencias biológicas en la Universidad de Columbia.

Yuste afirma que en los próximos años será factible “decodificar el pensamiento a partir de la actividad neuronal o mejorar la capacidad cognitiva conectando el cerebro directamente a las redes digitales”. Esa posibilidad, más que fascinante puede ser peligrosa si no se regula éticamente. Por eso, el proyecto de neuroderechos que impulsa el científico se afirma en cuatro principios: la privacidad mental, la identidad, el derecho de agencia y el libre acceso a las tecnologías.

Aunque algunos detractores de la propuesta consideran que ya es tarde para legislar o, por el contrario, demasiado prematuro, Yuste sostiene que hay tiempo porque “aún estas tecnologías no han salido al mundo en gran escala”. Y agrega: “Es mejor ser productivos y prevenir el problema ahora y no esperar a que ocurra después”.

Las evidencias de que es posible “leer el cerebro” y modificar la conducta de los usuarios de las neurotecnologías ya se conocen, al menos en el ámbito médico. El científico comenta el caso de pacientes de Parkinson que han sido atendidos con dispositivos de estimulación cerebral profunda (Deep Brain Stimulation).

“Muchos de estos pacientes describen cómo cuando les estimulan el cerebro, les cambia la personalidad. Y eso te lo dicen también los familiares. Desde el punto de vista científico es totalmente lógico porque tu personalidad, el yo, está generado por el cerebro, no sale del aire, sino de la actividad de las neuronas que tienes dentro del cráneo. Si cambias esta actividad neuronal, puedes cambiar, entre otras cosas, el yo, la personalidad”.

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