“La derrota de Trump y sus serviles aliados en la región”. Fernando Yépez Lasso

La derrota de Donald Trump en las elecciones presidenciales en los Estados Unidos de América tiene un profundo significado en la política de ese país, la región y el mundo. No es solamente la derrota de un político irresponsable e improvisado, incapaz de diferenciar el interés privado del bien común, que destruyó la institucionalidad en los Estados Unidos, proclamó la supremacía blanca, el racismo, la discriminación, la intolerancia y el irrespeto a los derechos humanos. Es también la derrota del burdo autoritarismo imperial, de la política exterior irreflexiva, intervencionista, amenazante y de confrontación, de la imposición de visiones, de muros y criminalización de los migrantes, de persecución y sanciones, de negación de la pandemia y del cambio climático, de la destrucción del multilateralismo y de la concertación entre naciones que buscan construir un mundo más seguro, justo, equitativo y solidario.

Es, asimismo, la derrota de sus serviles aliados en la región, divorciados de sus pueblos, de sus intereses, de su realidad, pero dispuestos a cumplir a ultranza las instrucciones de Washington y de las élites nacionales sin respeto, ni consideración alguna por el orden constitucional, la voluntad popular y los valores propios de la democracia.  Es la derrota de la estrategia de la judicialización de la política, la persecución, la intervención extranjera, la imposición de sanciones unilaterales, la represión y el golpe de estado para buscar imponer en la región el neoliberalismo empobrecedor bajo la tutela de la Casa Blanca. La restauración conservadora de Temer, Macri, Bolsonaro, Duque, Moreno, entre otros, está asociada a las ignominiosas visiones y prácticas impulsadas por la nefasta administración Trump.

Los pueblos de América Latina han despertado. Las victorias de Andrés Manuel López Obrador en México, Alberto Fernández en Argentina y Luis Arce en Bolivia, así como el proceso para redactar una nueva Constitución en Chile y el próximo triunfo de Andrés Arauz en el Ecuador marcan el rumbo político de América Latina en la actualidad, que significa el rechazo al modelo neoliberal que profundiza la desigualdad y el retorno de los gobiernos progresistas identificados con los intereses y necesidades de las mayorías, que privilegian al ser humano sobre el capital, que defienden la soberanía y promueven la integración regional.

América Latina desea y necesita mantener las mejores relaciones con los Estados Unidos de América sobre la base del respeto a la soberanía, a los principios del derecho internacional, a la conjunción de intereses y la cooperación mutuamente beneficiosa. Con la nueva administración del Presidente Joe Biden no cambiará el carácter asimétrico de la relaciones, pero será posible una renovada aproximación y un diálogo político franco y directo que vaya al encuentro de los intereses comunes y beneficie a los pueblos del hemisferio.

Mañana, en Bolivia, con motivo de la posesión del Presidente Luis Arce Catacora, estarán presentes los líderes políticos de la región, entre ellos Andrés Arauz, candidato presidencial de la primera fuerza política del Ecuador, y, sin duda, examinarán el rumbo político de la región y las perspectivas para las relaciones con el nuevo gobierno de los Estados Unidos de América. Con seguridad los líderes progresistas, al igual que hace quince años en la Cumbre de Mar del Plata, trazarán un camino de soberanía, dignidad, integración, respeto mutuo y cooperación.

Artículo firmado por Fernando Yépez Lasso, exvicecanciller del Ecuador

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