Enfermedades crónicas y mala gestión sanitaria: la gasolina que alimenta la pandemia de coronavirus

El planeta se enfrenta a un empeoramiento de la salud de sus habitantes. Según un estudio de ‘The Lancet’, la ineficacia de los sistemas de salud pública del mundo para acabar con problemas como el azúcar en sangre o el alcoholismo favorece el desarrollo de enfermedades que potencian los efectos devastadores del COVID-19.

«Tormenta perfecta contra la salud». Con contundencia definió la situación sanitaria del planeta un macroestudio publicado en la revista médica británica The Lancet. Según los expertos, el coronavirus es pieza clave en este empeoramiento de la salud mundial.

Sin embargo, esta metafórica tempestad se ha formado a lo largo de los últimos años. El COVID-19 lanzó el primer rayo, después de que varias enfermedades crónicas o no contagiosas se hayan convertido en compañeras habituales de la humanidad, en parte por la incapacidad de los sistemas sanitarios públicos de reducir factores de riesgo que las potencian como el tabaquismo o el sobrepeso. El resultado final es una mayor mortalidad en tiempos del coronavirus.

Según el estudio, la esperanza de vida sana, el número de años que se puede esperar que una persona goce de buena salud, no ha crecido al mismo ritmo que la esperanza de vida general entre 1990 y 2019. Esto indica que cada vez vivimos más, pero pasamos más tiempo con una mala salud. Esa es la conclusión de los investigadores tras analizar 286 causas de muerte, 369 enfermedades y 87 factores de riesgo en más de 200 países durante los últimos 30 años.

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