¿Qué nos depararán los próximos cuatro años?

(Por: William D. Martínez)

Mi abuela, decía: “Hijito, para conocer cómo será alguien en el futuro, escucha lo que habla, luego observa su conducta. Si lo que hace tiene sintonía con lo que dice será una gran persona, sin embargo, si la conducta contradice lo que habla será un desastre, por más que trate de presentar lo mejor de sí”. Vaya que tenía razón la abuela, pues de los salvadoreños que he conocido son pocos los que sus acciones fueron conforme a lo que predicaron sus labios y su legado fue tan grande que se volvieron seres imprescindibles. De ellos dan fe otros.

Yo, con seguridad puedo mencionar algunos como: Shafic Handal en política, Rutilio Grande en religión, Cariota Barraza en fútbol, el profesor Rivera en la escuela Kennedy de la Santa Lucia, Fabio Castillo en la Universidad de El Salvador, Roque Dalton en poesía, Albertico Hernández en locución, Enrique Alvares Córdova, solidario con la clase campesina, y el más grande, Monseñor Romero (la voz), quien ofrendó su vida por todo el pueblo salvadoreño.

Lo que trato de exponer es que las personas por sus frutos se conocen y no es necesario tanto tiempo para saber al dedillo el rumbo que llevan y qué quieren de los demás.

Uno de los síntomas de esta falta de rumbo es sentir desbordamientos por estar de apagafuegos continuamente y no distinguir lo urgente de lo importante. Además, cuando no hay una hoja de ruta preestablecida y un plan de acción predefinido tampoco se puede medir el progreso, el avance, el retroceso, o, el estancamiento de un país. Lo que ofreció el líder del gobierno en la campaña electoral, así como lo que escribió en aquel mal hecho plan Cuscatlán, está lejos de plasmarse en un verdadero plan de desarrollo quinquenal.

Cierto es que en menos de seis meses han cantado victoria (antes de tiempo) en seguridad, al disminuirse los asesinatos, pero eso era una tendencia que ya traía el gobierno anterior en su plan “El Salvador Seguro”, hasta dejar en mayo del 2019 cifras de un digito los asesinatos. Ahora bien, lo que hace el Ministerio de Seguridad ¿será sostenible a largo plazo? y ¿a costas de qué? Parece que a costa de un alto presupuesto y la militarización total de la sociedad.

Aunque se les pida el dizque plan de Control Territorial, no se conoce su contenido o ¿realmente no existe y dicho plan parece ser resultado de la improvisación? Un pueblo pequeño vigilado constantemente por miles de personas armadas se desarrolla con la necesidad de que no puede existir sin tener gente armada a su lado. La sicosis colectiva de los salvadoreños ante la inseguridad social es tan grave que han llegado a aceptar que su vida sólo es posible viviendo con gente armada a su alrededor y cuantas más personas armadas hay mayor es la falsa percepción de seguridad.

En las comunidades salvadoreñas hay tantos puestos policiales como iglesias católicas y evangélicas y ninguna de esas instancias ha podido sustituir el rol moral y de seguridad que otorga vivir en un hogar integrado, así como asistir a una escuela pública con todas las condiciones de enseñanza favorable. ¡Eh ahí la solución al problema!, se debe apostar a una familia sólida y a una educación de calidad, lo demás caerá por su cuenta. Sin embargo, según el presupuesto 2020, en el país se apuesta a tener un ejército y una policía armada hasta los dientes, pagando una enfermiza propaganda donde se pregona que todos los males del país se concentran en las pandillas, que eliminándolas se ataca la raíz del mal.

¿Qué hacer?
Lo que antes se menciona es el principal problema que los ciudadanos de a pie recienten, sin embargo, otros problemas aún más graves afectan el diario vivir de los salvadoreños como lo es el desempleo. Es sabido que si no hay empleo el pueblo emigra y por ende se produce la desintegración familiar. La falta de políticas serias de una cultura de recreación para niños, jóvenes y adultos es otro grave problema. Cierto es que en los panamericanos del 2019 se lograron tres medallas de oro, pero fueron hechos aislados, podrían tildarse de gestas individuales con un poco de ayuda familiar que productos de claras políticas del deporte guanaco. En una entrevista que la hacían a la madre del ganador de la medalla de oro de los Panamericanos y luego subcampeón mundial, manifestaba que ella hacía los calzones que su hijo utilizaba en todas sus competencias. Lo anterior pareciera ser un chascarrillo, pero no, es la cruda realidad que viven los deportistas salvadoreños donde ellos tienen que conseguir sus implementos deportivos para continuar con su preparación deportiva y así poder estar listos para las competencias.

El presidente tiene que cumplir con aquel trillado eslogan que repetía: “devuelvan lo robado” y con el que ganó la confianza del electorado, también, debe consumar aquella promesa de obligar que paguen impuestos las instancias que los evaden y de estas hay una larga lista extensa que no es de hoy sino de años que vienen evadiéndolo. Aun así, con lo poco que se tiene hay que aumentarle el presupuesto a educación, cultura y deporte, que son las bases fundamentales para tener una niñez y juventud sana física y mentalmente. Si nuestros niños y jóvenes se desarrollan en un ambiente sano, la sociedad en general se desarrollará sana. Nadie planea fracasar, pero la mayoría de los que fracasan no tenían un plan. Planificar con antelación los objetivos y detallar en un plan de acción las tareas necesarias para lograrlos, no garantiza el éxito gubernamental, pero reduce en gran medida las posibilidades de error y fracaso. Ahora bien, no planificar sin lugar a dudas conlleva una serie de problemas graves. Es posible que el gobierno actual no lo sienta porque recién comienza, pero a corto plazo los efectos de estos problemas originados por la falta de planificación serán tan graves como insostenibles. Quizás al principio se trate de pequeños inconvenientes sin importancia que se van sorteando, pero a la larga las sumas de muchos pequeños problemas originan un grave problema social de difícil solución.

Conclusión
¿Qué les deparará a los salvadoreños si el gobierno continúa cuatro años más sin una planificación estratégica? De seguro que más improvisación y menos logros sociales. Este presidente todavía tiene la oportunidad de rectificar si tiene capacidad de leer el mapa de comportamiento social. Debe dar más autonomía a su gabinete y ser menos dictador. Los ministros deben de dejar de ser sumisos, de rendir tanta pleitesía al presidente y mejor dedicarse a servir más al pueblo, al final, es al pueblo al que tienen que rendir cuentas. Las cuestiones administrativas secundarias las puede resolver el personal operativo.

Se dice que, si no se planifica el éxito, se planifica el fracaso. Debería tomarse como lecciones aprendidas las experiencias de los fracasados gobiernos anteriores, es preferible fallar al planificar y tener que reajustar la planificación, a no planificar e ir actuando sobre la marcha, tal como decía mi abuelita: “Mijito, pa pasar el hambre vamos a ir coyol quebrado coyol comido”. Hay ejemplos donde las autoridades que dirigen una institución trabajan con la filosofía de la improvisación, causando dolores de cabeza a las instituciones. Estas personas se defienden con la idea de que es imposible controlarlo todo. Es cierto, pero no hay que olvidar lo que sostienen expertos en planificación: Cuando un barco navega sin rumbo, cualquier viento es favorable y, por hoy, este barco navega sin rumbo.

One thought on “¿Qué nos depararán los próximos cuatro años?

  • el 18 enero, 2020 a las 3:48 am
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    Resulta que combatir y controlar las pandilla s es el principal problema de los países de CA, se olvida, que se trata de mejorar las condiciones de vida material y espiritual de la población, o no?

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