La tercera vía

(Por: Luis Arnoldo Colato Hernández*)


La derrota sufrida en Venezuela por EE.UU. en sus intentos por someterla, deja 2 vías para sí: una, la militar, que implica enfrentar a una enardecida y altamente motivada FANB en su terreno, y en el peor escenario que los ejércitos estadounidenses recuerdan, el trópico, que arropada en su pueblo enfrentarían como uno al invasor.

Tal conflicto derivaría rápidamente en una vietnamización regional, arrastrando al mismo de una u otra forma, a sus acólitos en el terreno, colocando en la cuerda a estos regímenes y de paso, la cabeza de playa que asegura en Sur América, su intromisión irrestricta territorial.

Los costos humanos serían tan elevados que derivaría rápidamente en un segundo frente interno para los invasores, quienes tendrán que afrontar una creciente resistencia al mismo que, gradualmente fracturaría a EE.UU. como sucediera en el pasado (Vietnam), porque su insostenible discurso de “Libertad y Democracia” carece de sustancia, que en aquel escenario será llanamente, vacuo.

No podemos dejar por fuera el papel que Rusia, China y otros jugarían en tales circunstancias, apostando no solo el prestigio, pero además su impronta en Latinoamérica, que no pueden dejar de lado, y menos en tales condiciones, pues saben que el ganador se lleva un mercado de nada menos que 625 millones de personas, que sin duda son un premio de mucha estima y garantía de satisfacción de los costos que implican “tal inversión”.

Finalmente, las iniciales victorias estadounidenses serán pírricas pues su dominio no se extenderá más allá de algunas ciudades y por la guerra isométrica que significará tal invasión, dejándole sin ventajas tácticas en terreno venezolano.

Tales condiciones le dejan una opción más a considerar: la guerra de cuarta generación, que significa provocar una implosión social por aislamiento, negando al país entero las materias primas que no puede producir, confiando que ello degenerará en protestas civiles que demanden necesidades fundamentales, que manipuladas desde el interior por agitadores profesionales degeneren en motines que orillen a la represión para controlarlas, lo que a su primera señal sería la excusa necesaria para una intervención en gran escala, que al más puro estilo de Granada [1983], conformaría una coalición para legitimarla, expulsando a las legítimas autoridades de Venezuela, y “quedándose” para asegurar el orden público, respaldando al títere de turno.

En los escenarios descritos una intervención militar representa más pérdidas que ganancias, por lo que es poco probable que se decanten los EE.UU. por ella, lo que hace más probablemente intentar la vía del sometimiento.

Ello sin embargo entraña una apuesta equivocada también, porque niega la resistencia y dignidad venezolanas, que abraza su proyecto político y lo defiende, lo que abre una tercera vía, indeseable por principio para EE.UU., que pasa por reconocer la multipolaridad en la que ya no es actor principal sino uno de los muchos actores que ahora conforman la realidad internacional, en la que su presencia debería contribuir al equilibrio y no representar junto a sus aliados, y por su visión atrasada, la perenne amenaza que por ahora es.

*Educador.

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