Misión Milagro: Parte fundamental de la integración de los pueblos de Nuestra América

Por: Godofredo Echeverría 

En la Cumbre de Jefes de Estado realizada el 14 de diciembre de 2004 en La Habana, Cuba entre Fidel Castro Ruz, Presidente del Consejo de Estado de la República de Cuba y Hugo Chávez Frías Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, se dio origen a la Alternativa Bolivariana para las Américas, como expresión de la histórica lucha de los pueblos latinoamericanos por la integración y la soberanía.

La fecha fue muy significativa, pues se conmemoraba el “180 aniversario de la Victoria de Ayacucho y de la Convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá” por El Libertador Simón Bolívar—señala el documento que recoge la Declaración Oficial.

Dentro de los acuerdos contenidos en la Declaración Conjunta de los gobiernos de Cuba y Venezuela de 2004 destacan los relacionados con la necesidad de luchar contra el neoliberalismo y a favor de la integración de los pueblos en lucha por mejorar sus condiciones sociales, materiales, tecnológicas y culturales sobre la base de la solidaridad y por la justicia.

Dentro de los principios que sustentan la concepción de ALBA, en el apartado “Cooperación y Solidaridad”, se puntualiza la necesidad de implementar: “un plan latinoamericano de tratamiento gratuito de salud a ciudadanos que carecen de tales servicios…” Esta declaración constituye el punto de partida de un sueño compartido para devolverle la vista a millones de personas en todo el mundo, especialmente en América Latina.

La Misión Milagro surge en Venezuela en el año 2004 en el marco de la cooperación entre Cuba y Venezuela, donde 176,000 pacientes venezolanos fueron trasladados a Cuba para su atención oftalmológica. El Compromiso Sandino, firmado entre los presidentes de Cuba y Venezuela en agosto de 2005 establece un lapso de 10 años durante los cuales se atenderían 10 millones de ciudadanos y ciudadanas latinoamericanos.

En El Salvador, La Misión Milagro da inicio en 2005, con la atención de pacientes de pteregión y cataratas, que son diagnosticados previamente. Para la selección de los pacientes que viajarían a Venezuela y Cuba, se cuenta con la participación de un equipo de oftalmólogos y médicos de los gobiernos municipales del FMLN, debido a la negativa del gobierno de incorporar este programa en la atención del Ministerio de Salud. Debido a que el gobierno de El Salvador—dirigido por el partido ARENA—no mantenía relaciones diplomáticas con la República de CUBA, los pacientes que serían atendidos en Cuba debían viajar a Guatemala para obtener su visado y abordar el vuelo a Cuba.

En el caso de los pacientes que serían atendidos en Venezuela, debido a que existían relaciones diplomáticas, abordaban vuelos de la línea aérea venezolana CONVIASA.

Es hasta el 29 de mayo de 2015, que se inaugura el Centro Oftalmológico Nacional en el Hospital Santa Gertrudis de San Vicente, que los pacientes ya no tienen que viajar hasta Cuba o Venezuela para ser atendidos, ya que los centros oftalmológicos privados tienen costos elevados para el bolsillo de los pacientes de la Misión Milagro.

La Misión Milagro, proyecto concebido por la cooperación entre la República Bolivariana de Venezuela y la República de Cuba se propuso atender a pacientes de escasos recursos, tal como lo continúa haciendo el Ministerio de Salud de El Salvador, dentro del Plan Quinquenal de Desarrollo 2014-2019: El Salvador Productivo, Educado y Seguro, durante el mandato de Salvador Sánchez Cerén.

Hasta febrero de 2016 se habían operado 4,000 pacientes, superando la meta que se habían impuesto para un año, llegando a esa cifra con 4 meses de anticipación, siendo la Sra. Gloria Consuelo Valencia quien llegara a esa cifra. La señora Valencia expresó:

“estoy bien atendida, no puedo hablar mal, los médicos son excelentes, yo le digo a la gente que tiene problemas de los ojos que vayan a la Unidad de Salud para que les den una referencia y puedan venir acá lo más pronto posible, que aprovechen esta oportunidad”.

El Salvador—sobre todo su capital—cuenta con establecimientos de atención oftalmológica de carácter privado que brindan atención para la curación de enfermedades oculares, sin embargo, estos centros no están al alcance de las posibilidades de las ciudadanas y ciudadanos de bajos ingresos que son atendidos en el sistema nacional de salud, es decir, existe un mercado de servicios médicos oftalmológicos al que no tienen acceso las personas que son atendidas en el Centro Oftalmológico del Hospital Santa Gertrudis, debido a la precariedad de sus ingresos. Por otra parte, los especialistas privados perciben ingresos que no tienen nada que ver con las plazas de los hospitales públicos, a ello se deben los graves conflictos laborales de los hospitales públicos, pues los médicos mejor calificados aspiran a tener mayores ingresos de los que el Estado está en posibilidades de dar.

En este marco, los oftalmólogos cubanos, de alta calificación y gran dedicación a la atención de los pacientes proveen un servicio que los oftalmólogos particulares no tienen interés en brindar porque no les es rentable. Se trata de la solidaridad de profesionales cubanos con pacientes pobres que de otra manera no serían atendidos.

La prohibición de la Junta de Vigilancia de la profesión Médica para que esos profesionales cubanos puedan desempeñar su labor responde, entonces, a exigencias de carácter xenofóbico y no tiene ninguna base jurídica. Los 19 oftalmólogos cubanos no les están quitando el trabajo a médicos salvadoreños, se trata más bien, de realizar un trabajo que otros oftalmólogos no quieren.

Lo que parece quedar claro es que esta maniobra forma parte de los esfuerzos del gobierno estadounidense de declararle la guerra a los pueblos dignos del mundo y a los esfuerzos de integración de los pueblos latinoamericanos, entre ellos: Venezuela, Nicaragua y Cuba.

 

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