La importancia de la acción

No permitamos protagonismos electorales personalizados, que nos conducirán a una nueva farsa o decepción colectiva como pueblo.


Yubran Nazar.


Comprender la indignación de los hombres lúcidos, ante la decepción política casi generalizada en nuestra sociedad; es lo menos que la clase política tradicional en nuestro país puede hacer.

En su mayoría estos hombres de pueblo, con postura progresista de izquierda; han venido prediciendo lo que en cada periodo de gobierno los políticos de siempre pretenden establecer, sin que las mayorías se revelen manifestando su indignación. Esto lo hemos venido comprobando en la evolución reciente de nuestra sociedad.

Sobrepasando los mañosos políticos corruptos, todos los límites imaginados en el establecimiento de una sociedad salvadoreña controlada.

Con la inminente posibilidad del desplome en los avances sociales; por el acople de algunos líderes progresistas al sistema político económico establecido, y la pérdida de sus valores y principios sociales de cambio, que es lo que había hecho confiar de nuevo al pueblo en los conceptos de CAMBIO y PROGRESO, guardando la FE de poder tener una sociedad salvadoreña más justa. Observando con atención las repercusiones del mal proceder político de algunos representantes del pueblo; lo próximo que fácilmente podríamos predecir, es una crisis social producto de las arbitrarias decisiones políticas. Qué harían convulsionar el sistema y el orden político institucional; esto si el único partido de izquierda en el país continúa negociando, pactando acuerdos políticos en diálogos a espaldas del pueblo salvadoreño.

Reflexionar sin pasiones ideológicas, sobre el momento social político en el que estamos; aceptando primeramente que nos desenvolvemos en una sociedad en donde todo puede caer en crisis, permaneciendo cualquiera en la cuerda floja, exceptuando al sistema mercantil en el cual la clase política emergente pretende también incursionar. Profesan una nueva religión donde su DIOS personal sigue siento la generación de riquezas, basada en la misma doctrina del capitalismo que arrasa en nuestro mundo globalizado; donde la DEMOCRACIA ha perdido su verdadero significado y razón de ser.

En los medios hacen resaltar términos como TERRORISMO, con la finalidad de desvirtuar movilizaciones sociales que exigen se cumpla la constitución, y la clase política respete las garantías y los derechos humanos inalienables.

Es evidente que con sus señalamientos vagos y ambiguos de corrupción enmascaran atropellos sociales e institucionales, provocando tragedias personales; donde funcionarios de justicia, políticos, medios de comunicación, analistas, empresarios, hombres de estado, miembros de diferentes organismos nacionales e internacionales, participan o protagonizan la farsa diaria de la búsqueda de la justicia y el combate a la corrupción; en un país donde la mayor parte de los ciudadanos va siendo excluida de sus derechos fundamentales: La seguridad económica, jurídica, y social, los recursos del Estado, la educación superior igualitaria, la asistencia sanitaria, el derecho a una justa remuneración que es producto de la generación del trabajo digno, el acceso a la vivienda.

Proyectando su agenda política en los últimos días, bajo la visión mercantilista de privatizar el servicio del agua en el país.

En síntesis negándole la posibilidad a los salvadoreños de tener como ciudadanos una vida digna.

Es precisamente en el apogeo de esta crisis política de descontento social, que surgen algunos farsantes demagogos, con trayectoria política corrupta comprobada, haciéndose ver ante la gente como la solución a toda la problemática, poniendo en evidencia su deseo único de convertir a su ídolo, en el máximo líder de nuestro país. Es con estos lobos vestidos de oveja con quienes la población debe tener sus reservas. Ya que en este contexto LA ESPERANZA del pueblo salvadoreño juega un papel muy importante; porque debe ser canalizada en el rumbo correcto, si es el bienestar ciudadano el que se pretende.

Es aún con la esperanza que debemos señalar que hay excepciones en los que se definen políticos, principalmente en aquellos que creen en el establecimiento de los cambios a través del apoyo y la lucha colectiva, que por el establecimiento generalizado están también agrupados bajo el mismo concepto de POLÍTICOS CORRUPTOS. Son estos a los que las élites y el poder económico siguen considerando sus verdaderos rivales y únicos enemigos; porque son los que empujan y respaldan las postura de lucha de las organizaciones sociales que se oponen en toda circunstancia política que afecta los intereses del pueblo y sus mayorías.

La respuesta de esperanza generalizada que se espera en el comportamiento del pueblo; es el abandono de la pasividad y la resignación a las malas desiciones políticas, estando las mayorías convencidas de que no podemos permanecer indiferentes ante los abusos de poder y autoridad de los que dirigen las instituciones de justicia o representan al pueblo en nuestro país.

Consideremos que no es de ciudadanos responsables seguir haciéndonos los desentendidos, pensando que no nos afectarán directamente las malas desiciones políticas judiciales, para luego lamentarnos sin tener ninguna propuesta de acción que ayude a cambiar nuestra realidad económica, política, y social.

Pensemos que siempre será posible trasformar nuestra realidad en el mundo. El primer paso será eliminar los obstáculos o impedimentos, arrancando los conceptos que constituyen una farsa, en el combate a la corrupción, la búsqueda de la justicia, para la construcción de una sociedad progresista.

«Ante la frustración, antes que la aceptación y la resignación, cabe optar por la indignación, y luego por la movilización, por la rebelión, por la participación, por la implicación. Siempre por la acción.”

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