Sacrilegio o simple publicidad: el anuncio de las papas fritas presentadas como hostias

Blasfemar, cometer una anatema o un acto sacrílego ya no conlleva, al menos no en el occidente postmoderno, una sanción o represalia del Estado (hay libertad para ser devoto o irreverente con lo religioso según se prefiera).


Por: Fabian Acosta Rico


No obstante, a pesar de que en Europa, especialmente en el norte, antiguas Iglesias por falta de feligreses terminaron convertidas en discotecas o, en el mejor de los casos, en bibliotecas o museos, aún persiste en ciertas naciones cristianas algún respeto por lo sagrado y el transgredirlo puede ameritar por lo menos una sanción moral por parte de la comunidad de creyentes. Puedes y tienes el permiso, ante la ley, de cometer un acto sacrílego amparado en tu ideología, por razones artísticas o simplemente por diversión, entendiendo que transgredir puede ser excitante para ciertas personas además de dar cierta notoriedad. Recordemos el caso del finado magistrado Jesús Ociel Baena que se caracterizó de la Virgen de Guadalupe sólo por excentricidad. Muchos lo señalaron de sacrílego, pero, a la par de sus inquisidores, no le faltaron defensores que festejaron su «ocurrencia» como un acto contestatario que hacía referencia a un símbolo sagrado de una cultura a la que denuncian de homofóbica.

Y hablando de cultura, en antropología se habla de cómo la cultura pop ha contaminando el ámbito de lo sagrado; degradar a los objetos sagrados a la calidad de simples mercancías es un fenómeno común como ocurrió en 1999 en la cuarta visita a México del Papa Juan Pablo II. En aquella ocasión, el arzobispo de México, Norberto Rivera Carrera, en televisión nacional, invitó a las grandes empresas, a colaborar con en el evento. Entre las que respondieron estuvo la reconocida marca papas fritas, Sabritas, del grupo Pepsico. La empresa implementó una inteligente campaña muy a su estilo: en sus bolsas de frituras incluían calcomanías de la Virgen de Guadalupe y del Papa Juan Pablo II; para coleccionarlas distribuyó pequeños altares de papel. Literal, estas eran las papas del Papa. La campaña causó mucha polémica un sector de la sociedad y la Iglesia la defendieron; pero, también hubo quien la critico por desvirtuar el carácter sagrado de estos iconos religiosos.

Hablando de papas, en Italia, en pleno siglo XXI, se suscitó también toda una controversia por un anuncio en Internet de una popular marca de frituras, Amica Chips, en el que se presentan papas fritas como hostias. Organizaciones de católicos italianos protestaron, corrió tinta en la prensa y en redes sociales, y en general en la web estalló la polémica y la indignación. Tan fue así que el Instituto de Autorregulación Publicitaria (IAP) no tuvo más remedio que bloquear la difusión del mencionado anuncio en todas sus versiones y en todos los canales.

Blasfemar en el país que es sede de la Iglesia católica tuvo su grado de osadía. Seguro que al Papa Francisco no le hizo ninguna gracia, como tampoco se la hizo a los editores del periódico Avvenire, uno de los primeros en protestar en su portal digital. El periódico de marcaje católico, con sede en Milán, es propiedad de la Conferencia Episcopal Italiana. Además de Avvenire, otro medio católico que protestó enérgicamente fue la Asociación Italiana de Oyentes de Radio y Televisión (AIART), la cual solicitó la suspensión inmediata del anuncio pretextando que ofendía la sensibilidad religiosa de millones de católicos al sacrílegamente comparar unas patatas fritas con la partícula sagrada.

El polémico video dura treinta segundos, uno de tres creados por la agencia publicitaria. En una primera toma se muestra un grupo de novicias que desfila rumbo al altar; acto seguido se muestra a la madre superiora que abre el sagrario de la capilla conventual y ve que el copón está vacío, no tiene hostias, así que decide rellenarlo con las papas fritas de una bolsa de Amica Chips. Mientras en el fondo se escucha el Ave María de Schubert, interpretado con el órgano, la primera joven novicia se acerca a comulgar ante la sorpresa de ella y del sacerdote de que en vez de hostias hay papas fritas en el cáliz; en el acto se escucha el crujir de frituras, es la madre superiora, escondida en la sacristía, terminándose con ansiedad la bolsa de Amica Chips. El anuncio concluye con la imagen de dos bolsas de papas fritas y una voz en off revestida con el Ave María que repite el nombre de las botanas y cierra con el eslogan escrito en imagen: «el divino cotidiano».

Para Giovanni Baggio, presidente de la Asociación de Espectadores, el anuncio además de blasfemo denota la falta de creatividad de los publicistas que para darle notoriedad a su producto necesitan recurrir a la mofa fácil que saben que detonará las descalificaciones y será objeto de escándalo:

La ofensa al sentimiento religioso de cualquier confesión -añade el presidente de AIART- es el indicador de la falta de respeto hacia los usuarios, su identidad cultural y moral, su dignidad como persona. Arrancar el aplauso de un público complaciente con referencias blasfemas, como hace el nuevo anuncio de Amica Chips, es degradante para quienes hacen, o dicen hacer, publicidad.

La agencia que creó el anuncio, Lorenzo Marini Group, no se quedó callada, y le contestó, a través de su titular Marini, al presidente de la AIART, señalándole que su asociación actúa de mala fe. Pedir que el anuncio se retirara fue un despropósito, siendo que el video referido solo se divulgó en las redes sociales, mientras que su versión para televisión en él no se ve si a la novicia le entregan la hostia consagrada o la patata frita, mientras que el crujido que se escucha en la escena es de la madre superiora escondida comiendo sus frituras: «Además, la publicidad no es información, sino un lenguaje. Y si el objetivo son los jóvenes, debemos utilizar un modo de expresión que se parezca a ellos, que sea irreverente, cínico y divertido».

La polémica siguió en X con voces de expertos y del público en general pronunciándose en favor o en contra del anuncio; algunos católicos conservadores, cómo el político del partido la Liga, Simone Pillon que llamó a boicotear a la marca Amica Chips y que señaló en su cuenta de X que está cansado de las burlas a la fe cristiana en el afán de ganar dinero. Necesitaríamos de un viraje cultural y religioso radical para que casos como el de las papas Amica no volviera a repetirse en el occidente postmoderno dado que es una realidad la pérdida de respeto a la religión y sobre todo a la cristiana. Para los que aún creen, que Dios no nos castigue por ser cada vez más fáciles para el sacrilegio y la blasfemia y menos expedidos para la alabanza y la oración.

*Universidad de Guadalajara – México

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