Reflexiones desde las calles: El precio oculto de la seguridad en El Salvador

Cartas desde el Corazón de San Salvador (Una conversación honestamente brutal)


Por: Miguel A. Saavedra


Querido Juan Pueblo: Te escribo desde el latido de nuestra ciudad, donde las sombras de la inseguridad a veces se sienten más largas que las horas del día.

Las medidas de seguridad han transformado nuestras calles, para nosotros está bien que se combata la delincuencia, pero, ¿a qué precio? A veces parece que están castigando a todo el mundo por las malas acciones de unos pocos. Eso no suena muy justo, ¿no?. Pero, ¿algún día de estos nos hemos parado a pensar en cómo afecta esto a nuestra vida diaria? Pues hoy, quiero hablarles de eso, de esa otra parte que a veces no vemos tan clara.

Libertad en la mira: El Gran Hermano Salvadoreño

Imaginemos por un momento que El Salvador es un gran barco navegando en aguas turbulentas. Las pandillas son como tormentas que amenazan la seguridad de la embarcación y de sus pasajeros. En respuesta, el capitán (el gobierno) decide reforzar el casco y cerrar todas las escotillas para proteger a los pasajeros. Sin embargo, al hacerlo, también impide que vean el horizonte y que respiren aire fresco. Los pasajeros están seguros, sí, pero a costa de su libertad para moverse y disfrutar del viaje.

Suspensión de Derechos: ¿Se han evaluado exhaustivamente las necesidades y la inevitabilidad de estas suspensiones? ¿Existen alternativas menos drásticas y más respetuosas con los derechos humanos? ¿Se Puede Garantizar Paz y Justicia sin Sacrificios? ¿Se están protegiendo adecuadamente a los grupos vulnerables de los efectos negativos de estas acciones? en la reciente encuesta de opinión de IUDOP de la UCA , en abril de 2024 , la población dio algunos interesantes como :

El apoyo público al régimen de excepción en El Salvador ha ido creciendo con el paso del tiempo, impulsado en parte por la falta de comprensión sobre las restricciones a derechos. Mientras que inicialmente el 48% de la población se sentía protegida, ahora es el 79.4%. De la misma forma, el porcentaje que se siente más segura pasó del 76.2% al 87.3%.

Sin embargo, gran parte de esta imagen positiva se debe al desconocimiento de las garantías suspendidas, como el derecho a la defensa de detenidos, la inviolabilidad de comunicaciones y las capturas sin orden. De hecho, dos derechos más han sido suspendidos de forma no oficial.

Cuando se les explicaron estas suspensiones, el 92% de los encuestados mostró desacuerdo con al menos una de ellas. Asimismo, aunque el 70.2% no siente temor personal, el 74% manifiesta mayor cautela al compartir su opinión sobre el régimen, por falta de confianza y miedo a represalias.

La encuesta señala que el 64.6% mostró su desacuerdo con que las autoridades realicen capturas sin una orden judicial; un 55% dijo no estar de acuerdo que el régimen de excepción permita que las autoridades puedan recapturar a personas que ya tenían cerrado su proceso penal, ya sea porque ya cumplieron su condena o porque fueron declarados inocentes por un juzgado.

Asimismo el 63% está en desacuerdo a que no se tenga derecho a la defensa y el 71% no está de acuerdo con que se extienda el plazo de la detención administrativa.

El nuevo temor

Por otra parte el estudio señala un 70.2% de los encuestados dijeron que no sienten ningún temor por el régimen de excepción, sin embargo, ante la pregunta si ahora tienen más cuidado, de cuando comenzó, para compartir su opinión con otras personas sobre cualquier asunto que tenga que ver con el régimen, 74 de cada 100 personas, afirmaron que tienen más cuidado.

Y además de ello 3 de cada diez dijeron ser testigo o saber de captura de gente honrada de parientes o conocidos(presuntamente inocentes) y en muchos casos por la simple sospecha o denuncia telefónica de vecinos.

“Las tres razones principales que dan son: porque ya no se puede confiar en nadie; segundo, porque tiene temor a ser detenido; y tercero, porque tienen temor a represalias o amenazas” detalló el vicerrector de la UCA.

En resumen, el apoyo al régimen ha crecido pero se nutre del desconocimiento sobre limitaciones a derechos. Y a pesar de no sentirse en riesgo personal, la gente tiene ahora más miedo a opinar libremente «en este paraíso de seguridad» que propagan en modo 24/7 a todos los vientos los funcionarios actuales .

El Diálogo desde las Calles: La Voz desde la Comunidad, el Barrio , la Colonia

Es crucial que la voz de la comunidad se escuche. Las decisiones que afectan a todos deben ser discutidas y acordadas por todos. La seguridad no debe ser una excusa para ignorar las opiniones y necesidades de los ciudadanos. La transparencia y la participación son fundamentales para encontrar un equilibrio entre la seguridad y la libertad.

¿Es la seguridad pública un bien absoluto que justifica cualquier sacrificio, incluso la pérdida de derechos fundamentales?
¿Cómo podemos equilibrar la necesidad de seguridad con la protección de los derechos humanos?
¿Qué papel debe jugar la ciudadanía en la búsqueda de soluciones efectivas y duraderas a la violencia y la delincuencia?
¿Cómo podemos construir una sociedad más justa e inclusiva donde la seguridad pública se base en el respeto a los derechos de todas las personas?

Un Llamado a la Acción: actuar juntos por un futuro mejor

Es hora de que nuestras palabras se conviertan en el puente que una a la comunidad con aquellos en el poder. No podemos permitir que el miedo nos paralice; debemos ser los arquitectos de nuestro destino.

Y ojo, no se trata solo de los derechos de los pandilleros, sino de todos nosotros. ¿Estamos perdiendo libertades por culpa de estas medidas? ¿Y qué pasa con los niños, los viejitos, y la gente más vulnerable del país donde quiera que se encuentren? ¿Están siendo protegidos como se debe? Porque yo la verdad es que sigo escuchando los mismos problemas de siempre. Siempre están robando en los buses , las calles, están apareciendo muertos en estos días, pero los ocultan y callan los datos. Después de más de 2 años de las medidas , acaso hay más trabajo , las empresas producen más y la inversión crece y que eso se vea en impuestos que mejoren el país .Parece que no se ve claro en eso…

Y no olvidemos que la seguridad no debería significar perder nuestras libertades. Hay que buscar soluciones que nos protejan a todos, sin dejar de lado nuestros derechos fundamentales. Acaso no es posible que desde el sistema de leyes del país, nos ofrezcan ya no más de lo mismo ,sino una propuesta «con algo distinto, sorprendente, fresco, creativo, justo e incluyente».

¿Y qué me dicen de nosotros, la gente del barrio, la colonia ,el cantón ,la comunidad? ¿Nos están preguntando qué opinamos sobre todo esto? Porque al final del día, somos nosotros los que vivimos aquí y los que tenemos que lidiar con las consecuencias.

Entonces, ¿qué podemos hacer al respecto? Bueno, primero que nada, tenemos que hablar. Sí, sí, aunque suene absurdo pedir eso, es importante que nos escuchemos entre nosotros y que hablemos con las autoridades. Tenemos que hacerles saber cómo nos sentimos y qué necesitamos para vivir tranquilos y seguros en nuestros lugares .

Conclusiones desde la calle: un futuro que construir juntos

La otra cara de la seguridad es la libertad, y en El Salvador, es esencial que se protejan ambas para garantizar un futuro próspero y pacífico para todos sus habitantes. En tiempos de incertidumbre, es crucial cultivar la esperanza a través del diálogo constructivo. Propongo que con atención y buena voluntad debatamos, cómo cosechar lo sembrado. ¿Cómo discernir entre miedos pasajeros y voces proféticas? ¿Cómo garantizar que cada quien aporte su don sin dejar a nadie atrás?.

Alentemos la participación ciudadana en la siembra. Solo así, la cosecha fortalecerá raíces comunes en vez de dividir. Pienso que el diálogo ha de ser tan creativo como las soluciones. Sigamos intercambiando estas semillas de esperanza. Confío en que, sembrando juntos, cosecharemos un futuro donde quepan la paz y la justicia para todas nuestras familias.

Así que, es hora de ponernos las pilas y ser parte de la solución. No nos conformemos con lo que nos dicen, preguntémonos si lo que están haciendo realmente nos beneficia a todos. Porque al final del día, queremos lugares seguros, sí, pero no a costa de perder lo que nos hace humanos. ¡Hablemos y actuemos!

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