Libro | En silencio tenía que ser

La lectura transforma el espíritu del ser humano, su entorno y medio social


Por: Igor Iván Villalta Sorto*


En silencio tenía que ser, del comandante Carlos Eduardo Rico Mira (Pancho). En mi análisis de lectura, el documento representa a uno de los mejores libros que he leído sobre la guerra civil de El Salvador, mi posición es secundada por Lindolfo Carballo, luchador social de toda la vida, en su análisis encuentra similitudes con mi narrativa literaria, cosa que me alegra e enorgullece, en este oficio de contar cosas.

La Universidad Francisco Gavidia, cumpliendo con el deber ser de todas las Universidades, de crear y recrear conocimiento, lo ofrece a todo aquel que desee deleitarse con la lectura del mismo en Internet en formato de PDF, este hecho para mi imagino, es una acción que recogemos con entusiasmo y agradecimiento, debido a que la labor de todo académico que se respete como tal, es leer la realidad de los tiempos, interpretarla y ofrecer sus análisis, opinión o posiciones político-ideológicas al conglomerado social.

Mal hacen aquellas Universidades que se encierran en sus cuatro paredes y solo se ven el ombligo, en donde el crear y el pensar es delito, en donde el estudiante es visto como mercancía y no como ser humano, que necesita poseer herramientas para desarrollarse en un mundo en constante cambio y renovación.

En el libro podremos conocer los inicios de la guerrilla salvadoreña, a algunos de los personajes que fueron semilla, el perfil como ser humano de Lil Milagro Ramírez, que tuve el placer de conocer en un evento familiar, ya que ella fue la madrina de mi hermano Hugo Ruy Villalta Montoya, también asesinado por el régimen.

En esos momentos, era un vicho (niño), y no me podía imaginar la trascendencia del personaje, pero lo que recuerdo eran dos mujeres (Lil era acampañada por su hermana, “la chiquita”) ataviadas con sus minifaldas y sus peinados de la época. Dotadas de una personalidad magnética, que para un niño como yo, se trataba de personajes que vivían en un mundo disímil al nuestro, dos mujeres cálidas y sonrientes, disfrutando de aquel momento de reunión con su gran amiga de la adolescencia, mi madrastra.

Existían fotografías del evento, lamentablemente fueron destruidas, debido al pánico por las consecuencias de la persecución política, junto con una gran cantidad de libros de mi papá y otras fotos y libros míos que podrían significar peligro.

En 1979 Lil es secuestrada por las fuerzas gubernamentales, lo más terrible de todo esto que se le pudo salvar la vida. Debido a un canje que se realizó por el secuestro de un oligarca.

En una oportunidad en la que se presentaría Ana Guadalupe Martínez, en el abarrotado auditorio de la Facultad de Derecho, de pronto aparecen individuos uniformados y armados con subametralladoras UZI, irrumpe la estrella y pronuncia su discurso, un señor que decía representar a la mamá de Lil, pregunta si se encontraba con vida, ellas estuvieron en el mismo calabozo.

Guadalupe Martínez indudablemente no lo podía saber, pero si confirmó que la vio viva en la cárcel, pero lo más doloroso del caso es que pudo ser liberada si sus ex campaneros de lucha la hubiesen pedido en el canje. Sin embargo, sólo pidieron a ella (Ana Guadalupe) y a otro compañero, pero perfectamente pudo ser liberada Lil y el Doctor Madrid, un médico cuyo único delito era haber visitado Cuba e ingenuamente compartirlo con sus amigos.

En otras declaraciones brindadas por la misma Ana Guadalupe, dijo que la no liberación de Lil, había sido producto del sectarismo y yo diría también de la venganza política. También fue cuestionada por el asesinato de Roque Dalton Garcia, ella respondió que se trató de un “infantilismo” de izquierda. En el caso del asesinato de Roque se ha escrito mucho, Carlos Rico lo describe con mucho detalle.

Mi tío (Darío Villalta Baldovinos) me comentó en una oportunidad, que se conducían junto a mi padre por el barrio San Miguelito y pasaron por LA ROYAL (tienda y casa de residencia de Roque). Este se encontraba fuera de su casa, me decía que él estaba recién llegado a San Salvador, que todavía tenía pedazos de monte en la cabeza, mi abuelo era finquero. Y mi papá (Hugo Villalta Baldovinos) trabó conversación con Roque, él (mi tío) sólo escuchaba, pero le admiró la capacidad de palabra de Roque, era un tipo que te explicaba ideas profundas envueltas en un discurso diáfano y sencillo.

Rico Mira titula su libro “En silencio tenía que ser” debido que el silencio y el sigilo eran necesidades apremiantes en la época, si pretendías seguir viviendo. Pero en las actuales épocas en donde se esconden oscuros personajes responsables de crímenes tan repudiables y execrables como el de Roque y Lil, debemos, como sociedad, dar pasos a la transparencia y a la verdad.

Conocí a Rico Mira al compartir escenario en la celebración de un aniversario de la Fuerzas Armadas de la Resistencia Nacional (FARN), trabamos buena conversación pero la hermandad histórica nos hacía pensar que habíamos sido amigos de siempre. Yo escuché hablar de Pancho en la planificación del evento, pero me paso lo mismo que cuando conocí a Lil, en esos momentos desconocía la trascendencia de los personajes, que los fui descubriendo al remover el velo del silencio con la lectura.

*Biólogo investigador

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