El Salvador bajo acoso

Desde la llegada al poder de la familia Bukele y su grupo, los salvadoreños entramos en una regresión profunda en lo que tiene que ver con nuestras libertadas individuales y derechos ciudadanos. Observamos con tristeza que los logros obtenidos en democracia y participación ciudadana, producto de una cruenta guerra civil y cien mil muertos, se diluían ante nuestra mirada.

Por: Igor Iván Villalta Sorto*

Inicia una concentración de poder, se destruyen los organismos que controlan el poder, se eliminan las instituciones que servían de contrapeso al poder. Se aumenta la deuda externa a niveles nunca vistos, lo que ocasiona que el riesgo país caiga abruptamente. Personalmente considero que este estado de regresión democrática tiene techo, debido a que teníamos tres décadas de disfrutar de mejores niveles de respeto por parte del estado hacia el ciudadano, de mejores niveles de participación de la cosa pública.

Las nuevas generaciones no conocieron la vivencia de un estado dictatorial en el cual se te dictaba hasta la forma de actuar y pensar. El que se atrevía a protestar por sus derechos laborales era reprimido, en el mejor de los casos era vapuleado por la benemérita guardia “verguiadora”. Entonces nos encontramos con generaciones de individuos que han vivido en dictadura. Una de las más sanguinarias y crueles de América Latina.

Y otras generaciones que desconocen que es caer en las fauces del lobo. Muchos con nostalgia añoran esos tiempos en donde el poder militar se respetaba o se respetaba. Pero como lo señalaba en su momento Guillermo Manuel Ungo, explicando las razones por las cuales llevo a la caída del llamado socialismo real, y se trataba precisamente del peso del militarismo sobre la sociedad civil, este exceso de control político y social llevo a la población a sentirse asfixiada por el poder militar. A pesar de que los grados de barbarie y represión no eran comparables con lo que sufríamos en América Latina.

La represión contra la población la comienza a ejercer el régimen de Bukele desde la pandemia, llevando a la población a centros de confinamiento, en los cuales no existían normas en cuanto al distanciamiento físico, y no se distinguían enfermos de COVID de las personas sanas. Estos métodos fueron calificados por organismos internacionales defensores de los derechos humanos como medidas draconianas.

La justificación del régimen fue siempre que esto lo hacía para defender a la población del contagio.  Este ha sido el discurso del régimen para justificar el acoso. Todos los males que existen en nuestra sociedad es culpa de los mismos de siempre, de los treinta años de ARENA y del FMLN. No se puede negar la responsabilidad de estos actores, que además son responsables de la llegada al poder de un personaje mesiánico, populista y autoritario como el mismo Bukele.

Más se olvida de los sesenta años de dictadura militar y los doscientos años de la instauración de una oligarquía explotadora dueña del poder político, económico y militar, que ha utilizado al estado para favorecer sus negociosos. Y que esto, le ha permitido amasar grandes fortunas al grado de concentrar riqueza de una manera escandalosa en detrimento de una población sumida en la miseria y la explotación.

Como que a los oligarcas no les gustó, para nada, tener que rendirse ante la voluntad de Washington, cuando fueron obligados a enviar a su representante en el gobierno: Alfredo Félix Cristiani, a acudir a la firma de los acuerdos de paz en las Naciones Unidas. Esto significó una afrenta a los que siempre habían considerado a El Salvador como su finca y ellos podían decidir la suerte de los siervos.

Como que no asimilan el hecho de ya no cuentan con sus escuadrones de la muerte. Entonces apelan al nacionalismo. El nacionalismo implica, de acuerdo con su interpretación: dejen que podamos encarcelar, vapulear, torturar y desaparecer a quien nosotros queramos, no se metan en nuestros asuntos. Estos son nuestros súbditos y nosotros hacemos lo que queremos con ellos.

De esta necesidad de la oligarquía más recalcitrante y retrograda viene el acoso a los medios de prensa y periodistas independientes, a los defensores de los derechos humanos, a la población organizada en partidos políticos, sindicatos, oenegés y todo aquello que huela a organización popular.

En determinado momento como que se observó un retroceso en la protesta, en la denuncia, en las expresiones genuinas del sentir popular, pero como que esta situación de acoso y represión llega a cansar y la población reacciona con una mayor profundización de sus luchas y reivindicaciones. Atizadas indudablemente por una precaria situación económica que está conduciendo a la pobreza extrema a miles y miles de ciudadanos.

Como que cada vez se les hace más difícil a los fanáticos y activistas, pagados por la presidencia de la república, sostener el discurso. Cuando tienes un señalamiento del Departamento de Estado de Estados Unidos acusando a tu jefa de Gabinete de ser la líder de un sistema de corrupción dentro del estado y que Fondo Monetario Internacional (FMI) lo hace en el mismo sentido. No puedes fingir locura o desconocimiento, debes enfrentar los problemas de cara a la población.

Debido a que estos no son señalamientos a los mismos de siempre, te los hacen a tu gobierno con nombre y apellido. Los salvadoreños debemos de preguntarnos hasta cuando este gobierno va a empezar a gobernar y dejará de endilgarle las culpas a otros.

*Biólogo investigador

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