De Mélenchon en Francia a la construcción de una alternativa política en El Salvador

Los resultados de las elecciones legislativas en Francia sin duda no fueron lo que el radical de izquierda Jean Luc Mélenchon había propuesto al cierre de la primera vuelta de las elecciones presidenciales “convertir las elecciones parlamentarias de junio en una tercera vuelta con dos objetivos claros: organizar desde abajo el nuevo espacio político y conseguir que Mèlenchon sea el primer ministro de la República”.

Los resultados de las elecciones dieron a la coalición de Macron, Ensemble, un 46 % y tendrá 252 diputados; NUPES, la Nouvelle Union populaire écologiste et sociale, logró 147 escaños, de ellos, el partido de Mélenchon la Francia Insumisa, obtiene 84; los socialistas, 29; los ecologistas, 21, y el Partido Comunista, 13; la extrema derecha de Le Pen, 91 escaños, y la derecha de Les Républicains; 72 diputados.

Sin duda el resultado fue insuficiente para llevar a Mélenchon como primer ministro, pues para ello necesitaba obtener mayoría absoluta en la Asamblea, pero fue suficiente, eso sí, para agrupar a toda la izquierda bajo un programa común rumbo al socialismo, una nueva concepción de Francia, que pasa por el abandono de su condición de aliado secundario de Washington; y finalmente, una propuesta de un nuevo proyecto para Europa

El mapa político-electoral de Francia parecía acotado: tres derechas duras que le disputaban la mayoría a un Macron situado en un centro virtual, simplemente porque no parecía tener un competidor serio a su izquierda. De nuevo, aparece Mélenchon con un discurso potente cargado de propuestas, defendiendo un proceso constituyente hacia una nueva república y colocando en su centro un proyecto alternativo de sociedad, de gobierno y de Estado

Mélenchon hizo una campaña fundada en un conjunto articulado de propuestas muy precisas y con gran contenido transformador. Buscó convertir esta durísima precampaña y campaña en la construcción colectiva de una esperanza concreta, viable, posible y, a la vez, impugnadora de un sistema político y económico dominado por el capitalismo financiero y sometido a la lógica de los grandes poderes económicos e imperialistas.

El aspecto programático más rompedor de La Francia Insumisa es abrir un proceso constituyente que ponga fin a la «monarquía presidencial» y que conduzca a una VI República de base parlamentaria. La idea de «democratizar la democracia» es fundamental, así como la apelación continua a una ciudadanía activa capaz de autogobernarse al modo republicano.

La segunda idea central es la planificación ecológica y la reorganización territorial del país. Esta parte se concreta mucho. El núcleo de la propuesta consiste en aprovechar la necesaria e inevitable reconversión ecológica de la economía y de la sociedad para diseñar un nuevo modelo productivo asentado en el territorio desde una lógica superadora del beneficio capitalista. La clave es la planificación democrática y descentralizada de la economía al servicio de las necesidades básicas de las personas, respetuosa con el medio natural y sólidamente insertada en unos espacios rurales siempre en peligro de abandono o en decadencia permanente.

La tercera idea es la defensa de un proteccionismo ecológico y solidario. Se trata de un control democrático del comercio, de las inversiones extranjeras y de la circulación del capital que pueda poner en peligro los fundamentos de un modelo alternativo social y ecológicamente sostenible. La centralidad del programa sigue siendo el mundo del trabajo y los derechos sociales de las clases trabajadoras. A contracorriente, de nuevo, se defiende el pleno empleo, la reducción de la jornada laboral y la estabilidad en el trabajo desde una defensa de las pensiones y de una democracia que llegue a las empresas.

Si algo caracterizó la propuesta de Mélenchon fue la coherencia entre principios, programa y estrategia. En este sentido no engañó y apostó por decir la verdad.

En El Salvador la izquierda, representada por el FMLN, sufrió una derrota estratégica en las elecciones presidenciales del 2019, esta fue contundentemente confirmada en elecciones legislativas y municipales del 2021. Como resultado el FMLN dejó de ser el instrumento político electoral de la izquierda salvadoreña, como corolario el odio ciudadano a la ideología, el discurso y la narrativa construida por el partido durante los últimos 50 años e incluso el encarcelamiento y la persecución política de sus dirigentes.

La experiencia de Mèlenchon en Francia nos exige recoger, debatir y aprender de las experiencias de Mèlenchon y NUPES en Francia, de Unidas Podemos en España, entre otras, que nos ayuden aprender de los errores propios y aciertos de otros para diseñar una estrategia de corto, mediano y largo plazo que permita reunificar posturas y estrategias para enrumbarnos a la disputa del poder político y popular en el país.

Los retos de las izquierdas y el pensamiento progresista en el país ahora son descomunales y tienen que ver con la construcción de liderazgos juveniles sólidos, nuevos acuerdos políticos y una estrategia de educación y acumulación política que nos ponga en el camino de ser una alternativa política electoral viable para la población, y con ello una alternativa a la destrucción de la vida en el país.

Fuente: Reverdes

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