Pulso de clases

En las pasadas semanas y en la medida que el 1o de mayo se aproximaba, desde el ejecutivo hasta el ministro de trabajo dedicaron un arduo esfuerzo mediático y discursivo a difamar a los partícipes de la marcha por el día internacional de los trabajadores, acusando una relación cuasi carnal de los trabajadores, con los maleantes terroristas a quienes se persigue desde el estado, sin diferenciar muchas veces a estos de los primeros a quienes se ha difamado, deteniéndolos y reduciéndolos en las mismas celdas, donde comparten las mismas condiciones de injusticia judicial.

Luis Arnoldo Colato Hernández*

¿La razón? 

Son trabajadores y detentan las mismas condiciones sociales originarias que la histórica exclusión social les determinó, por lo que comparten con aquellos las mismas locaciones en las que habitan y conviven.

Es decir; como lo demuestra la actual campaña de limpieza social emprendida por el régimen, no son con precisión los antecedentes penales los que determinan que una persona sea detenida, por más que la mediática oficial se esfuerce en así demostrarlo, sino el origen social del indiciado, lo que a la postre será el recurso que determine si se detiene o no, a este o aquel, de acuerdo al limitado criterio del elemento policial o militar responsable.

Dicho de otro modo, para el ejecutivo, quien nunca se esforzó por encontrarse con su pueblo, al que prefiere guiar desde los más lejos posible, sin dudar en utilizar medios alternativos como el twitter para comunicarse, o “influencer” de gran valía mediática para por su intermedio alcanzar a las masas, provoca una interpretación de la realidad que nada tiene que ver con la realidad, y que en cambio supone una visión distorsionada de esta que se traduce en los desatinados fracasos financieros de los emprendimientos oficiales, el aislamiento político del propio régimen, el estancamiento económico del país, o el retroceso social y jurídico del mismo derivado de las propias medidas hace un año emprendidas.

Entonces la falta de lucidez en tal visión, reduce al régimen a aplicarse sin ambages en la difamación, para así lograr en conjunción con la represión, la ansiada apariencia de conformismo de parte de los trabajadores y la población en general, que, atemorizados prefieren evitar confrontar a las arbitrarias fuerzas del orden.

Los años transcurridos entonces, han pasado su factura a un soberano que olvido parece ser, al menos en su mayoría, el valor que lo impulsó a enfrentar a la infame guardia nacional con las manos desnudas, sin temor al martirio, y menos aún a la difamación que ahora es rutinaria práctica que desalienta a nuestro pueblo, que una vez se distinguió por su dignidad y valor, y que ahora, reducido por el peso nulo de una mediática oficialista que deforma y distorsiona la verdad, impide en la práctica que este asuma su deber ante la historia, transformándola.

De ser el caso, el pulso que trabajadores y empleadores emprendimos desde siempre, se habrá perdido en favor de los últimos, lo que haría del futuro uno inexistente para la dignidad humana.

¿Será así?

*Educador salvadoreño

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