Maestros de la Vida

“Hola Francisco. Qué alegría me dio saber de ti, y sobre todo porque escribes de los que caminamos solos por las aceras observando a los “perfumados”, a los que se hacen llamar normales, acompañados siempre por los que yo denomino  LOS HABLA CACA. Espero te encuentres muy satisfecho de tu vida y quiero decirte “que no estaba dormido detrás de mis lentes negros, OBSERVABA  a los que tu denominas los perfumados y sobre todo a los locos, los distintos, los inteligentes, los que caminaban solos en las aceras (yo continuo haciéndolo). Sabes, me alegra mucho que ya tú eres un maestro de la vida,  sigue en ese rumbo; escribe, escribe todo lo que te acontezca, así con historias de vida  se hacen las buenas cosas y te pido que me digas  cuáles son tus trucos de magia que has aprendido. Tu amigo Ulises. Puedes mandarme a este Facebook que es de una de mis hijas pues yo, todavía ahora en estos tiempos como te reitero, sigo caminando en las aceras solas. Tu amigo Ulises”.

Por: Francisco Parada Walsh*

Estas hermosísimas palabras me las escribe un amigo, un profesor, un médico psiquiatra pero sobre todo, un Maestro de la Vida. Cuando él me dice que ya soy un Maestro de la Vida, dudo, no, soy apenas el más común de los comunes que como río, tiene que llegar a la mar, y así, cada sencilla línea toca la puerta del lector y empieza esa magia donde lo escrito asombra, hace reír, hace llorar, sorprende, sacude al lector.

Siempre he creído que no puedo tener un impacto en cada lector, no, con una tan sola persona que luego de leer, busque la reflexión, que busque algo, no sé qué, ya me doy por servido. En el transcurso de la vida he tenido grandes Maestros, debo aclarar que no son muchos; Ulises “La Pepa” Flores”, padre del ex presidente de El Salvador Francisco Flores, Francisco Rovira, creador y creo, propietario de todas las franquicias de comida americana, el Doctor Francisco “Paco” Paniagua, el Dr. Carlos Galeano, Gilberto “El ejote sabio”, ese hombre que solo tiene dos mudadas como que fuera serpiente; otros colegas y amigos, Juan Carlos, vigilante del condominio donde tuve mi clínica y se me escapan algunos nombres; y  mi padre como ejemplo del Anti Maestro de la Vida; Mi amada Madre como el roble que siempre apoyo mi vida con ejemplo, ternura y tantos valores más y ahora, quienes se llevan los laureles son esa pandilla canina y bigotes, esa compasión en su mirada no la he podido encontrar en mi prójimo; la busco en cada puerto y no existe, ni el amor más candente puede desatar esa mirada, no; son ellos mis Maestros de la Vida y ¡Cuánto he aprendido! Mi mundo es diferente, no socializo mucho ni me interesa hacerlo, soy esquivo, quizá no se vean los lentes oscuros que uso pero me sirven para hacer creer que no vi a fulano ni a mengano por error, camino por vaguadas, parajes solitarios y son mis perros que cual una marcha al amor, todos desfilamos, callados, felices; ellos creían que yo era el perro alfa, pero no, poco a poco los bandidos se adelantan y eso me hace feliz, nadie es más ni  nadie es menos y aplica hasta en esa relación hombre-animal y aun, estoy seguro que ellos son más.

Tuve unos días, justo una semana que me dediqué a hacer trabajos como cortar la grama a pura cuma, debo reconocer que nunca lo había hecho, crecí en otro ambiente y es esa es mi realidad fascinante que será lo más normal en mi vida; buscar al enfermo, al invisible y prodigarle medicamentos gratis es otro de los trucos de magia que he aprendido, doy sin esperar nada, y doy en el momento, no permito que alguien me pida un favor rogando, eso es humillar al otro, ya lo viví en carne propia; y gracias a mi Maestro de la Vida, mi amigo Dr. Ulises Gutiérrez es que esta máquina de escribir revivió, de a poco escuchaba un silbido, no sabía que era, un día me acerqué a un destartalado maletín y entendí que de ahí provenían los chiflidos, cuando me acerqué me dijo “Que no ves que tu Maestro pide que sigas escribiendo, quizá a ti poco te importa y veo tu hastío en tu rostro pero, en apenas una semana, no puedo dormir, mis teclas cada vez están más inflamadas de la artritis, la demencia senil es más notoria pues solo encerrada paso”, tuve que pedirle disculpas a mi amiga inseparable y ahora intentaré ser un hombre que deja una huella en otro; decir que soy Maestro de la Vida sería aceptar que el ego domina mis pasos, que soy diferente y ¡Todos somos diferentes! No, me quedo escribiendo con una pasión indescriptible, inenarrable donde el primer sorprendido debo ser yo, si escribo para otros estoy perdido, es como amar por otro, no se puede, es como llorar por otro, no se puede; escribo para mí, sin miedos, sin tapujos, sin mentiras y si cuando termino el artículo viene a mí una cálida sensación que me abraza, sé que las cosas están bien ¿Cuántas veces he reído y llorado cuando escribo? ¡Infinitas! y eso me sirve para no ser un perfumado, no soy un hombre de éxito sino el hombre de la calle, el vago, el común; no quiero dar una falsa idea de mi persona porque antes de ser Maestro de la Vida debo ser primero mi maestro y si me fallo, estoy perdido, nunca me encontré.

“Los Habla Caca” fue, es y será  signo de su vida, que crean en la auto suficiencia, que recen falsamente, que ahorren y aumenten sus fortunas, que se vanaglorien de su indolencia, no pertenezco a ellos ni lo haré; es el ladrido de un perro, el canto del pájaro león y el ronroneo del gato que me acarician, ellos, jamás hablan banalidades, no, con ellos tengo conversaciones profundas, contestar cada miagado, acicalarlos, llevar a pasearlos, prodigarles cariño infinito y esos son mis Maestros de la Vida.

No me satura ni me aburre el escribir, sentía que atravesaba unos días oscuros y cuando recibí esas líneas de mi Maestro, todo cambió, aquí estoy, seguiré escribiendo en esta vida y en otra, solo pido que en mi mortaja no falte un lapicero y un cuaderno infinito y llegar al infierno y escribirle lindas cartas de amor a las diablas, poner un pequeño changarro que tenga un rotulo que diga: “Se escriben cartas de Amor, de lujuria y de perversión”; y que sean las diablotas con grandes tetotas y nalgotas y más de algún perfumado a lo Juan Gabriel que se acerquen a que les redacte lindas notas para sus amores terrenales, mi pago sería noches de lujuria con las diablas y tener un río donde no corra agua cristalina sino cerveza Regia y desde una hamaca, solo meter una copota y seguir jodiendo.

¿Quién es normal o anormal? No vine a este mundo a quedar bien con nadie, apenas me quedan horas de vida, debo ser normal para mí, aquellos, que creen en el perfume o en la mierda, que sigan su camino, yo sigo y seguiré el mío, ese camino que solo a los locos se nos permite caminar por esos lares, no, no quiero ser un cuerdo más, no y como me decía mi Maestro Francisco Rovira: “Siempre en la vida vas a estar jodido sea de salud, dinero y amor”.

Salud es lo único que aparentemente tengo, no hay dinero y ese amor erótico tampoco; pero hay amor perruno, gatuno y fraterno con ese paciente a quien me debo, esos son mis amores, amores por siempre. Mis trucos de magia. Y que, al gritar en un cántaro vacío el nombre de mi Maestro de la Vida Ulises Gutiérrez, aparezca; esos son mis nuevos trucos de magia.

*Médico salvadoreño

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