La estrategia del Avestruz. el silencio ante el abuso sexual

Por: Luis Fernando Pacheco G. *

Francia fue sacudida en octubre pasado por un informe adelantado por una comisión independiente que reveló más de 216.000 abusos sexuales entre 1950 y 2020 en el seno de la iglesia católica del país galo. El informe, que fue entregado al presidente de la Conferencia Episcopal Francesa, Mons. Eric de Moulins-Beaufort compromete alrededor de 3.000 sacerdotes (alrededor del 3% actualmente del cuerpo sacerdotal francés). La reacción de la iglesia francesa fue por lo menos discursivamente contundente, se habló de reparaciones, perdón colectivo y renuncia de altos dignatarios (https://elpais.com/sociedad/2021-10-05/al-menos-216000-casos-de-pederastia-en-la-iglesia-francesa-segun-una-comision-independiente.html).

El escándalo francés se suma a casos ya conocidos como el de Irlanda o Chile. Sin embargo, la regla tiene su excepción: España y Colombia son dos ejemplos de “la estrategia del avestruz” que aleja a una iglesia desprestigiada de un pueblo que en generaciones anteriores acató fielmente la doctrina impartida desde el púlpito.

Tanto Colombia, como España tienen en común un trabajo de investigación periodística que ha develado un comportamiento sistemático al interior de la iglesia católica, no solo en lo que refiere al abuso sexual, sino al ocultamiento por parte de autoridades religiosas. Aunque los dos últimos papados adelantado medidas que respondan a la mayor amenaza de credibilidad que probablemente enfrenta la iglesia en el último siglo, realmente en el terreno, las investigaciones revelan que poco ha cambiado.

El diario El País expuso los abusos de la institución en España asumiendo una de los deberes de los medios de comunicación  (https://elpais.com/noticias/abusos-sexuales-iglesia-catolica/). La respuesta del episcopado español fue reprochable. Pese a posiciones personales más férreas, como la del obispo de Bilbao, Joseba Segura o el arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Juan José Omella, la respuesta mayoritaria fue de rechazo al informe, ataque al periódico y un traslado al Vaticano, lo que en la práctica significa esconder la cabeza en un hueco, tachar a los denunciantes como enemigos y esperar que el tiempo diluya las acusaciones.

El caso colombiano lo encarna el trabajo del periodista Juan Pablo Barrientos autor de “Dejad que los niños vengan a mí” (2019) y “Este es el cordero de Dios” (2021) (Ver https://voragine.co/author/juan-pablo-barrientos/). Este último caso tiene además lo paradigmático de encarnar una recreación del “David contra Goliat”. A diferencia del trabajo de El País que goza del prestigio de la casa editorial, el trabajo de Barrientos ha sido solitario, pero ha sacudido los cimientos de una iglesia que durante todo el siglo XX ejerció un poderío que no la marginó incluso de responsabilidades frente al conflicto armado del país andino).

La respuesta del episcopado colombiano ha sido similar a la de su par española: el silencio y la desestimación de acusaciones. Es decir, la estrategia del avestruz. Mientras la cifra de feligreses disminuye progresivamente y los templos en Europa se cierran para transformarse en centros culturales, bibliotecas o incluso en discotecas, el silencio institucional solo coopera para perder una credibilidad que se les escapa como agua entre los dedos.

Probablemente, la estrategia debería ser más cercana a la francesa: asumir responsabilidades, respaldar investigaciones, barrer la casa y asumir soluciones institucionales más allá de tenues declaraciones. De no hacerlo, cuando el avestruz saque la cabeza del hueco solo recibirá el repudio de aquellos que alguna vez le creyeron indefectiblemente.

*Comité Editorial  del Portal independiente La Gaitana – Colombia

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