La ofensiva final “hasta el tope” (lectura crítica)

La Ofensiva Final “Hasta el Tope” no es un hecho que pueda ser minimizado o desacreditado por mentes que consideran que la historia del país inicia cuando ellos se dignaron a aparecer en la palestra pública.

Por: Igor Iván Villalta*

Este hecho glorioso para muchos y trágico para otros, significa la acción de guerra más importante que haya vivido nuestro país, por consiguiente, es un hecho histórico y relevante que necesita ser documentado y estudiado por diversos sectores de la población salvadoreña y regional. Tomando en cuenta las vivencias personales paso a analizar los hechos.

La ofensiva nos dio la oportunidad de observar a los soldados arrastrándose por el suelo, gritando de dolor, llorando, temiendo por su vida. Todo el sufrimiento infringido, se les estaba revirtiendo.  Su posición como fuerzas de un régimen despótico tenía sus costos, la impunidad tenía sus costos, el pueblo había avanzado en su lucha y no estaba dispuesto a permitir que se le siguiera mancillando. El mensaje era claro y contundente, si sus acciones son de guerra, habría guerra con todas las consecuencias para unos y para otros, nadie se escapaba.

Los grupos que detentan el poder deben tener siempre presente que los pueblos no son tontos, que cada vez están mejor informados, que se hace más difícil engañarlos, esta guerra sostenida por un pueblo a lo largo de muchos años en condiciones asimétricas estaba demostrando lo que se puede hacer, y la gran lección para aquellos que han subestimado la creatividad de los gobernados se equivocaron en no hacer una buena  evaluación de la capacidad, del espíritu de sacrificio y entrega de los súbditos.

Con la ofensiva quedaba al descubierto que no basta con tener el apoyo logístico de la potencia más grande que ha conocido la humanidad, para detener el avance de los humildes, el avance de los “comelotodo, de los hacelotodo”, como diría Roque Dalton.

Comprendí la historia de Silvestre[i] cuando se “peló” asaltando trincheras, la energía que se siente y se transmite en la línea de fuego. Deseaba compartir con él estos momentos de bravura y gloria, y es que no era para menos, nos estábamos sacudiendo una y mil humillaciones, la opresión del espíritu revelándose en su máxima expresión, el solo hecho de caminar por las calles del gran San Salvador con la “mecha pelada” ya era un triunfo. Lindolfo lo dijo bien claro al inició, en el agrupamiento: “de aquí para adelante todo es ganancia”, el solo hecho de estar vivo y poder contar el cuento ya era ganancia. En realidad, habíamos resistido los primeros cuatro días de combate e iniciábamos la ofensiva derrotando cuantas unidades de infantería y comandos que el alto mando de las Fuerzas Armada nos enviaba a la colonia Zacamil.

Desde los altavoces de una tanqueta un comando llamaba a la población a que tomara las armas que ofrecía el Ejército, incitaba a la gente a no tomar las armas de la guerrilla, Efraín le puso una bala con el fusil Dragonov que le pasó bastante cerca, el soldado reclamaba por los parlantes: “yo no estoy tirando, solamente estoy hablando”. Daba risa que un soldado metido en una tanqueta llamara a la cordura, cuando sus aviones bombardeaban sin piedad a la población civil, cuando los cuerpos de las personas caían destrozados por el impacto de las bombas y los cohetes, pero en su percepción debía ser respetada su labor de comunicación y de libre expresión, cuando este derecho era conculcado sistemáticamente por los sucesivos regímenes desde la conquista española, no podía menos que reírse de tanta ironía. Los cuerpos represivos y asesinos abogando por la libre expresión del pensamiento, por el libre juego de ideas, resultaba triste y patético al mismo tiempo.

Por la televisión entrevistaban al General Juan Rafael Bustillo demostrando su rabia y sus deseos de saciar sus apetitos de sangre, el periodista interrogaba: “¿Qué hará la Fuerza Armada si son atacados nuevamente?”, él mordiéndose los labios y remachando fuertemente los dientes respondió sin vacilaciones: “¡aniquilarlos!, ¡aniquilarlos!”.

Los medios de prensa trataban de convencer a la población que los sacerdotes jesuitas habían sido asesinados por las hordas terroristas, con lágrimas de cocodrilo condenaban el crimen y se lamentaban de tan horrible pérdida para el país, ¿pero quienes más podían ser que esos terroristas desalmados? El crimen era tan descarado que ni sus propias bases creían en los argumentos para culpar a la guerrilla del asesinato, el pueblo sabía la respuesta de los autores del crimen, de eso no cabía ni la menor duda.

Nuestras fuerzas se replegaron a San Ramón y desde allí se reagruparon para tomarse la Colonia Escalón, esto creó una crisis de seguridad entre los sectores que en ningún momento se podían ver afectados directamente por una acción insurgente, con esto se demostró que ningún punto del país era infalible al ataque guerrillero, la colonia Escalón símbolo de exclusividad por ser morada de personas con un elevado nivel económico tomada por sus archienemigos, y verse obligados a recibirlos en sus casas, a ser amables con ellos. La otra lectura que se podía sacar de esta toma fue que en esta zona la Fuerza Armada no hizo uso de los medios aéreos para desalojar a los compas.

* Biólogo e investigador.

[i] Todos los nombres mencionados en el artículo son compañeros de lucha, exceptuando al General Bustillo, por supuesto.

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