De la anomia social a la asertividad en lo sindical

Por: Róger Hernán Gutiérrez*

Mucho de lo que está sucediendo en el país, está sustentado en procesos anómicos por los que una sociedad pasa, luego de eventos históricos que le impactan su realidad—en nuestro caso un conflicto de guerra civil—Nuestra sociedad ha estado sometida a situaciones complejas, que han desencadenado condiciones difíciles económicas, sociales, políticas, culturales—que fácilmente muchos grupos de la sociedad evaden para no verlas como una realidad que nos va impactando cada momento en nuestras vidas cotidianas.

La guerra, la generación que la sufrió claramente piensa, siente y está consciente que es un capítulo que no puede volver a repetirse en la sociedad salvadoreña, la persona de Bukele actualmente gobernando el país, tiene razón en decir que hay que dar una vuelta a la página e iniciar otra era, por ser de otra generación, pero no sabemos si lo dice de forma ahistórica, cuando critica que ambos partidos gobernantes en el período 1989-2019, están manchados de sangre y arribaron al poder con ese lastre, el cual significó para esas poblaciones que la vivieron y se ubicaron en uno u otro bando, tomar decisiones en pro de la oligarquía que de nuevo ganaba, generándose un proceso con relaciones sociales conflictivas, confrontadas y polarizadas que luego de desescalarse la guerra bélica, no encontró formas de existir que condujeran a formas democráticas de ejercer el poder.

Ganó el proyecto económico con la filosofía neoliberal, y ARENA (1989-2009) tuvo en ese tiempo el poder y la manija de todo, hizo, impuso, cambió, despidió, privatizó todo lo que le era rentable, debilitó la institucionalidad pública, impuso magistrados, fiscales, procuradores; y puso el régimen político a su favor, aun cuando constitucionalmente no se podía. La comunidad jurídica no dijo absolutamente nada y, los famosos tanques de pensamiento y demás población en pro de los intereses oligárquicos—ganó correlación en su período, que se le fue terminando a partir del desgaste que implicaba ejercer el poder del gobierno. Los procesos electorales iban observándose en un claro deterioro de las fuerzas fácticas donde ganaba correlación el partido FMLN.

Toma la manija el otro partido (2009-2019), que tuvo su visión diferente con su plan “Nace la Esperanza”, los mandatos locales, la fracción legislativa, el ejecutivo no actuaron a partir de las necesidades de la gente, y el desgaste y la contaminación con el proyecto económico de ARENA cobraron su factura, terminando por ahogar esa visión, resultando en mayores deterioros electorales, que no fueron asociados con ningún resentimiento y desesperanza poblacional, continuaron con la idea de que el pueblo les seguía apoyando y les daba la razón de su ejercicio en el poder—la realidad estaba cambiando y de elecciones de castigo se pasó a elecciones de hartazgo y de usar el poder del voto electoral, el cuál determinó votaciones altamente mayoritarias para una persona que se perfilaba como la persona líder de esos escombros democráticos, donde la población pasó de la esperanza a la expectativa, a partir de un régimen político diferente y construyendo una democracia con otra lógica.

Todo este panorama refuerza la anomia social, mucho de ese proceso histórico vivido, leído o comunicado por redes sociales, manifiesta que hay mucha evasión de la realidad, la cual se niega, y se trata de convencer que no existe y que es otra la realidad—la oligarquía dejó claro esa forma de alienación en todo su ejercicio con la teoría del rebalse, los tratados comerciales, la apertura del mercado y el debilitamiento del Estado como sujeto regulador de la economía—esa democracia fue absorbida por la población en el período de su gestión en el poder del gobierno y encargada a la superestructura: medios de comunicación, iglesia, sistema educativo, y otras formas de trabajar la mente y la conciencia de la gente, que aceptó esa democracia que le vendían, cayendo luego en mayor deterioro anómico a partir de la mediocridad, la falta de compromiso y luego la parálisis.

Ahora luego de estar por cumplirse dos años en el ejercicio del poder, se va pasando de fases básicas aún muy precarias a una incipiente democracia, que se debate con el lastre de la democracia anterior. Algunos piensan que se ha violentado la constitución, la que desde que fue redactada en 1983, ha estado manoseada por el poder en uno u otro sentido. Qué podemos trabajar en esta transición democrática, la asertividad como modelo de relación interpersonal consistente en conocer los propios derechos y defenderlos, respetando a los demás; tiene como premisa fundamental que toda persona posee derechos básicos.

Como estrategia organizativa y estilo de comunicación, la asertividad se sitúa en un punto intermedio entre la pasividad que consiste en permitir que terceros decidan por nosotros (anomia social), o pasen por alto nuestras ideas, y la agresividad que se presenta cuando no somos capaces de ser objetivos y respetar las ideas de los demás, situación que vivimos con Bukele. Se trata también de un comportamiento comunicacional en el cual la persona no agrede ni se somete a la voluntad de otras personas, sino que manifiesta sus convicciones y defiende sus derechos, en eso estamos una transición que se estanca, se retrasa y difícilmente avanza.

Contar con un criterio propio dentro de la sociedad es indispensable para saber comunicarnos de una mejor manera. Es también una forma de expresión consciente, congruente, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos; así como defender nuestros legítimos derechos.

*Sindicalista salvadoreño

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