¿Cómo viviremos la nueva normalidad en las relaciones sociales y amorosas?

La “nueva normalidad” es un término que está de moda a nivel internacional. ¿Cómo seremos durante la fase de recuperación y después de ella? La COVID-19 pudiera permanecer endémica durante un tiempo indeterminado. En estos momentos la incertidumbre acompaña a todos los países del mundo.

La pandemia ha generado nuevas experiencias de vida, aprendizajes en el día a día que nos han obligado a crear nuevas rutinas, a cambiar los estilos de vida y a modificar nuestras relaciones interpersonales en todos los ámbitos en los que nos desarrollamos.

Ahora, nos enfrentamos a un nuevo momento, que consiste en regresar poco a poco a una normalidad que ya no será, ni puede ser, la misma a la que estábamos acostumbrados. Mientras el peligro de la enfermedad aceche debemos continuar cumpliendo determinadas normas higiénicas y un cierto distanciamiento físico para prevenir el contagio.
Tras estos días de refugio en casa, salir al exterior y de la zona de confort que creamos durante la cuarentena, regresar a nuestras antiguas rutinas, puede generar estrés emocional.

Quizás permanezcan dudas sobre qué hacer sin ponerse en riesgo, cómo comportarse y relacionarse con los demás. Pensar en el uso de un transporte público, compartir en un espacio social, retomar las actividades profesionales y laborales tras esa pausa forzosa en nuestras vidas, puede provocar desajustes, que van desde repuestas psicofisiológicas (taquicardia, insomnio, tensión muscular, entre otras) hasta ansiedad, miedos e irritabilidad.

Un pensamiento que parece lógico es que quienes se encuentran en los grupos de riesgo tendrían que limitarse o tener muchos más cuidados que el resto. Sin embargo, esta idea es errada. Primero, nadie está exento de padecer la enfermedad, como ya sabemos; segundo, nuestra exposición además de contribuir a la permanencia del virus, aumenta el peligro para quienes presentan un mayor riesgo de mortalidad. Tampoco debe olvidarse que la muerte no es el único peligro; aun si logra rebasarse la enfermedad, un grupo todavía indeterminado de pacientes podría presentar secuelas como es la insuficiencia respiratoria, lo cual se estudia en estos momentos.

Por tanto, debemos asumir esta “nueva normalidad” desde las experiencias que hemos acumulado e incorporar las vivencias placenteras que descubrimos durante este intervalo forzoso, aquellas cosas que habíamos dejado de disfrutar en nuestra cotidianidad.

Es recomendable:
-Admitir la nueva realidad, aceptando que no la podemos cambiar, por mucho que lo deseemos.
-Pensar en las nuevas rutinas que debemos organizar.
-Planificar nuevas metas y proyectos, considerando la experiencia de lo que hemos vivido.
-Potenciar nuestras relaciones sociales, que no tienen necesariamente que ser cercanas desde el punto de vista físico, la cercanía es emocional.
-Reflexionar y crecer como personas.

Para entender cómo serán las relaciones de pareja, el amor y la sexualidad en estos nuevos tiempos, primero, es necesario responder otra serie de interrogantes:

1ro: ¿Cómo era la calidad del vínculo?
2do: ¿Cómo la pareja se ha adaptado a los cambios?
3ro: ¿Qué condiciones han tenido durante este aislamiento sanitario?

Las respuestas serán diferentes para cada pareja y abren un grupo diverso de posibilidades. Se presentan infinidad de formas en las que se están desarrollando las relaciones amorosas y sexuales, en un contexto de encierro involuntario y en dependencia de cada una de nuestras vivencias particulares. No es lo mismo pasar un periodo de aislamiento con tu pareja, en solitario, que hacerlo con niños, al cuidado de un familiar de la tercera edad o teniendo que trabajar dobles jornadas.

Para algunos pueden haberse intensificado las oportunidades, la frecuencia, la calidad de los encuentros pero para otros se han tornado más complejos.

Asimismo, cada pareja ha experimentado un nuevo modo de convivencia, con independencia de la calidad del vínculo: en algunas se ha reforzado lo positivo de la relación, se han abierto nuevos caminos de comprensión, o recobrado costumbres que estaban olvidadas por las prisas y la rutina. Sin embargo, en otras se han agudizado los conflictos o han aparecido nuevos.

En países como China se plantea un posible aumento del número de divorcios y separaciones; mientras otros especialistas refieren que el modelo de pareja tradicional se reforzará, buscando la seguridad ante la incertidumbre y el temor al contagio. Aún es pronto para conclusiones definitivas, este es aún un proceso en desarrollo que debe observarse con atención.

Nos han llegado muchas interrogantes de parejas que se sienten amenazadas ante la posibilidad de volver a sus rutinas laborales, escolares y comienzan a analizar los posibles riesgos de contagio. También son comunes escuchar expresiones como: “si en la casa tengo que estar detrás de ti para que cumplas las normas de cuidado, imagínate cuando yo no esté”, o preocupaciones por las posibilidades de un encuentro seguro entre las parejas que no conviven de forma habitual. Una amiga nos comentaba, “tengo muchas ganas de tener un espacio íntimo con mi pareja, pero su medio es más riesgoso que el mío y me preocupa cómo podremos comportarnos en nuestra intimidad”.

Todavía se desconoce mucho sobre esta enfermedad y los estudios científicos buscan la posibilidad de transmisión en todas direcciones, semen, fluidos vaginales, lo que sí está claro es que el contacto físico con una persona infectada, independientemente del tipo de práctica sexual, implica un gran riesgo de contagio.

La principal vía de contagio es a través de las microgotas que expulsa la persona enferma o contagiada asintomática, al toser, estornudar o hablar, la distancia mínima en la que podemos estar seguros es superior a 1.5 metros, requisito muy difícil de cumplir, sino imposible, con nuestras formas tradicionales de un encuentro erótico presencial.

Por tanto, es importante desarrollar la responsabilidad y el autocuidado personal y de pareja para protegernos. El peligro siempre será menor entre las parejas que tienen una percepción de riesgo adecuada y cumplen con las medidas sanitarias.

El encuentro intimo en la nueva normalidad siempre va a constituir un aprendizaje. Para todos los casos resulta recomendable:

Extremar las medidas de higiene.
Privilegiar posiciones donde el encuentro no sea cara a cara.
El uso del condón cobra una nueva actualidad, no solo para prevenir embarazos no deseados, las ITS y el VIH-sida, en este caso se adiciona el contagio por el virus.
Las parejas para las cuales el riesgo es más tangible, deben pasar a otras formas de expresión y disfrute de la sexualidad, como son todas las vías de encuentro no presenciales (llamadas telefónicas, video-llamadas) desarrollando otras formas de fantasías sexuales y de expresión de los afectos, cuidando en todo momento la preservación de la intimidad, de la confidencialidad y de no dañar a terceras personas. Es un buen momento para desarrollar la creatividad.
Tener en cuenta que la autosatisfacción es un buen recurso en cualquier momento y situación, que no es expresión de ningún trastorno y que no deja secuelas.

Una “pareja con nasobuco” también puede ser una representación del amor y de la sexualidad en esta nueva realidad; debemos aprender a asumirla, como mismo aprendimos a protegernos del VIH-sida.

La nueva realidad impregnará nuestras vidas y puede que, para algunas parejas, se dificulte mantener una intimidad profunda, pero esto no significa que no podamos tener juegos eróticos, muestras de ternura, comprensión y ayuda, que es también otra forma de expresar amor. Es recomendable buscar alternativas, ya que la satisfacción sexual es parte de la salud integral de los seres humanos.

Otro elemento importante es que no debemos descuidar la calidad del vínculo, a través de una comunicación eficaz, por lo cual sería recomendable tener en cuenta los siguientes elementos:

Mantener los espacios individuales dentro de la casa y alternar los espacios de privacidad.
Normalizar la expresión de nuestros sentimientos y emociones, sin hacer juicios críticos, entender lo que puede estar sintiendo la otra persona.
Generar una comunicación eficiente, desarrollando la comprensión.
No descuidar la imagen y la higiene.
Estimular el deseo sexual con fantasías, juegos, entre otras variantes placenteras para cada pareja.
Mantener el romanticismo y los gestos de cariño hacia la pareja.
No relegar la satisfacción personal.
Mantenerse activo físicamente.

¿Seremos iguales a partir de esta experiencia?

Tuvimos que hacer un alto obligado en nuestras vidas, desaceleramos todos nuestros procesos, ahora tenemos que volver a poner en marcha el vehículo. ¡Cuidado con los acelerones! Saquemos aprendizajes de estos tiempos sin prisas.

Probablemente, las parejas que van a salir fortalecidas de estos momentos serán las que tengan más flexibilidad y capacidad de adaptación a los cambios. Cuidar el vínculo de pareja es una necesidad y responsabilidad de todas y todos.

Lic. Psicología. Doctora en Ciencias Psicológicas. Profesora e Investigadora Titular. Máster en Sexualidad y en Pedagogía de la Sexualidad. Presidenta Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (SOCUMES), y especialista del Centro Oscar Arnulfo Romero.

Especialista de Primer y Segundo Grado en Nefrología. Doctor en Ciencias Médicas. Profesor e Investigador Titular, Máster en Educación Médica e Investigador de la SOCUMES.

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