SALVATAJE. Banqueros, ofrecen refinanciarle la tarjeta de crédito al Ejecutivo. ¿Y los pobres, cómo le pueden ayudar?

La Asociación Bancaria Salvadoreña (ABANSA) es el grupo de banqueros que poseen bancos en El Salvador. Se trata de un grupo de señores que representan a diez bancos, casi todos extranjeros, especialmente de Colombia.

Por: Toño Nerio

La última semana de agosto de 2023 (mes dedicado al Salvador del Mundo, patrono de la República) los señores de ABANSA publicaron una nota en la prensa en la que ofrecen refinanciarle la deuda que tiene con ellos al gobierno de El Salvador porque saben que ya no puede pagar y que ya se pasó del límite. De inmediato, el ministro de Hacienda –sin ningún rubor- dijo “sí, acepto”. Nadie conoce las condiciones: cuanto es el interés, cual es el plazo, cual es la garantía, nada.

En noviembre de 2021, bukele decidió reducir en 90% el aporte estatal para el FODES, pasando de ser el 10% de los ingresos ordinarios recaudados por Hacienda, al 1%. El total de lo recortado se ha destinado desde entonces hacia la oficina de bukele en Casa Presidencial, en la que funcionan dos oficinas de publicidad: la oficina de Prensa y la de Comunicaciones. Una parte también se destina a la Dirección de Obras Municipales (DOM), creada por bukele exclusivamente para atender las demandas de infraestructuras en los municipios obedientes o de especial interés electoral.

El 30 de septiembre de 2021, a las 19.35 horas, el ministro de Hacienda, en cumplimiento de órdenes del jefe del Ejecutivo, introdujo a la Asamblea Legislativa un documento titulado Ley de Creación de la Dirección Nacional de Obras Municipales. A las dos semanas, sin discusión en las comisiones legislativas pertinentes, el texto del ministro de Hacienda fue aprobado en la sesión plenaria por los diputados oficialistas.

En el Artículo 32, Capítulo III de dicha ley aprobada -y casi de pasada, como “para que no se nos olvide”- los diputados bukelistas dieron muerte al FISDL y transfirieron todos los bienes y recursos a Casa Presidencial.

El Instituto Salvadoreño de Formación Profesional (INSAFORP) es una institución creada por la Ley de Formación Profesional. Exigen como pre requisito de solicitud de ingreso haber cursado y aprobado un mínimo diez años, hasta obtener el grado de pre universitario (bachillerato).

El INSAFORP nació para la formación de la mano de obra en Mecánica General, Mecánica Automotriz, Mecatrónica, Electrónica, Electricidad, Construcción, Seguridad Industrial y Salud Ocupacional, Seguridad Alimentaria, Confección y Textil, Inglés y muchos más, en cursos presenciales de 360 a 420 horas de capacitación presencial (de seis a ocho meses).

El financiamiento del INSAFORP proviene en un 93% de las cotizaciones de los empresarios privados, y el otro 7% de instituciones autónomas e instituciones descentralizadas. Para el cálculo de la cotización se toma el 1% del valor de la planilla total de cada empresa y en el caso de las empresas agropecuarias, el 0.25% de la planilla de trabajadores permanentes.

A partir de las reformas del gobierno de bukele, solo la mitad del valor total de las cotizaciones se entregará a la institución que se encargue de ofrecer las capacitaciones –incluyendo sus costos directos, administrativos- y el resto lo pondrá el gobierno –léase bukele- en un lugar seguro para el pago de sus propias necesidades vitales, especialmente cosmetológicas (radio, tv., redes sociales, prensa escrita, agencias de lobistas en Washington, etc.).

A mediados de la última década del siglo pasado, los partidos declarados de derecha, encabezados por la ultraderecha neoliberal del partido ARENA, decidieron asestarle un golpe mortal a la seguridad social de los trabajadores. El 20 de diciembre de 1996, todas las representaciones legislativas –con la honrosa oposición del partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN)- dieron sus votos para la aprobación del Decreto Legislativo Número 927, que fue publicado en el Diario Oficial No. 243, Tomo 333, de fecha 23 de diciembre de 1996. Con ella se creaban las fatídicas Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) y, con ellas, descapitalizaban al Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), pues se llevaban los fondos previstos para las pensiones futuras y le dejaban al ISSS las responsabilidades de pago a los ya jubilados.

A partir de esa ley se quitó la veda y todos los millonarios, medianamente ricos, líderes sindicales y políticos, pastores evangélicos y curas, narcotraficantes y otras hierbas del crimen organizado, salieron en pos de las cotizaciones de los trabajadores que por ley les tenían que entregar una porción de sus ingresos salariales para que se los guardaran mientras les llegaba el momento de morir, porque nunca iban a poder tocar sus ahorritos de toda la vida. La esperanza era que, si la AFP colocaba sus ahorros en una operación financiera que pagara buenos intereses, al final de la vida el capital iba a verse incrementado por esos réditos.

El problema es que el pago del porcentaje a las AFP por concepto de administración les restaba al capital de los ahorrantes y el pago de intereses sí dejaba ganancias, pero muy pocas. La razón: el gobierno obligaba a las AFP a prestarle un porcentaje de los fondos de ahorro, a un interés irrisorio, comparado con las tasas de interés que pagaba el mercado. A pesar de todo, algo es algo, peor es nada.

Así las cosas, nadie podía esperar que en este mundo, por malo que este sea, existiera, ni en las peores pesadillas, ese escenario peor. Pero llegó y se hizo realidad, ni más ni menos que de la mano del hijo mayor y heredero de uno de los fundadores de las AFP: el doctor Armando Bukele Kattán.

En efecto, el 20 de diciembre de 2022, con los votos de todos los diputados de los partidos de la derecha, comenzando por el de bukele, se aprobó una reforma a la Ley de AFP, para darle al gobierno la facultad de poder hacer uso de la totalidad de los ahorros de los trabajadores.

Los más de ocho mil millones de dólares que ya adeudaba anteriormente el gobierno a las AFP –o sea, a los trabajadores- se sacó de las cuentas por pagar del ministerio de Hacienda y todo ese monto fue transferido a un “Instituto Salvadoreño de Pensiones”, creado por medio de esa misma ley facciosa, para que sea él quien se encargue de pagarles, aunque nadie sabe de dónde porque nació sin capital.

De paso, en el mismo acto de magia legislativa, bukele le pidió prestados otros dos mil millones a las AFP (500 millones cada año, desembolsables a lo largo de los próximos cuatro, empezando desde 2023), pero con una salvedad: tasa de interés de cero por ciento por los primeros cuatro años y no devolución del capital, hasta nuevo aviso.

El Decreto Legislativo No. 807, del 12 de septiembre de 1996, publicado en el Diario Oficial No. 189, Tomo No. 333, de fecha 9 de octubre de 1996, promulgaba la Ley de Privatización de la Administración Nacional de Telecomunicaciones (ANTEL).

La muerte de la ANTEL, como todas las privatizaciones de las riquezas estatales, fue vendida como la panacea y el puente hacia un mundo maravilloso en el que la pobreza sería solo un mal recuerdo de gente pobre.

Sin embargo, como en todos los procesos de saqueo de la época en que el neoliberalismo se estrenaba, algún dulcecito engaña bobos era repartido. En el caso de ANTEL, a los ex trabajadores les entregaron un lote de acciones de las nuevas compañías extranjeras para convertirlos en socios mansos y a la sociedad en general, le propusieron regalarle una beca anual para que el mejor estudiante de bachillerato del país pudiera ir a la universidad. Se llamaban “Becas FANTEL”, o sea, becas pagadas por el Fondo de la ex empresa pública ANTEL. “Peores posaderas son las de la rana, y así la quiere el sapo”, diría mi abuelita.

Debido a la debacle financiera de su gobierno y su ansia de poseerlo a costa de lo que sea y de quien sea, bukele se apropió del dinero del FANTEL. El pretexto se lo dio su propia jefa de gabinete, Carolina Recinos, quien para no quedarse atrás en materia de corrupción, le entregó la beca a su nuera, la mujer de su hijo, para que fuera a gozar de la vida como estudiante millonaria, sin haber cumplido con otro requisito que el de brindar atención personalizada al inútil.

La razón expresada por bukele al apropiarse de las Becas FANTEL fue que está decidido a luchar contra la corrupción,… pero de castigar a la Recinos, de eso ni hablar, todos sus pecados han sido perdonados con antelación. Aun cuando fue descubierta con las manos en la masa – o sea, in fraganti, pues-, llevada a juicio, procesada, encontrada culpable y condenada. “Si dios conmigo, Quién contra mí?” dice la Caro y se ríe sardónica de los 72 mil presos del estado de sitio de su amo que no creen en su dios.

Pero lo de esas becas no es la primera experiencia de bukele en eso de apropiarse del escaso dinero que por ley el Estado destinaba para los pobres. A los ancianos de los municipios que se encuentran entre las localidades más pobres y que viven en extrema pobreza se les asignaban “pensiones universales” de 50 dólares. Pero vino bukele y se las dejó de pagar.

A las personas con discapacidad, que recibían pensiones, se las dejó de pagar; a los veteranos de guerra de la Fuerza Armada y de la guerrilla, que recibían pensiones, se las dejó de pagar; a los alumnos de las escuelas públicas que recibían un vaso de leche y refrigerio escolar, se los dejó de entregar; a los pequeños agricultores, que recibían un paquete agrícola, consistente en semilla y fertilizantes, se los dejó de entregar.

Los banqueros como gremio no quieren que bukele deje de pagar los préstamos, así es que ofrecen refinanciarle la tarjeta de crédito. ¿Y los pobres, cómo le pueden ayudar?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.