Prohibido para mayores de treinta años: Los Acuerdos de Paz

Soy un inocente que morí en fuego cruzado entre dos bandos cruzados de la cabeza. Mi cuerpo fue llevado a la emergencia del Hospital Santa Teresa de Zacatecoluca, nadie sabía que hacer conmigo, al final fui a terminar apilado entre tantos cuerpos inertes, tiesos, apestosos.

Por: Francisco Parada Walsh*

Sin embargo el humor nunca lo perdimos; en ese inframundo, escuchábamos a los aviones ametrallar a otro salvadoreño y había un sargento que decía: “Charlie, Charlie, no se descuide que aquí lo esperamos”, eran las risotadas de todos los muertos; por las tardes, a pesar de las carencias no sé cómo un “Samuelito” siempre preparaba el café, el pan era pan de muertos y mientras el café hervía, tratábamos de vivir el tiempo no de matarlo ¡Sería el colmo con todos los muertos reunidos! Y una señora, apenas recuerdo su nombre, creo que se llamaba “Zoila Ángela de Paz”, era ella que con su fuerte carácter preguntaba la razón de esa guerra; como ya uno muerto no vale nada, ricos, pobres, criollos, indios, ladrones y honrados somos lo mismo y se incorporaba a “la hora del café con pan de muerto” una profesora, que, su error fue salir a la tienda a comprar algo dulce y recibió la muerte, lo amargo a manos de un soldado del alma; ella, con tiza en una mano destrozada tomaba un yeso, ya no sé cómo le llaman, han pasado treinta años y todo ha cambiado y explicaba las razones de esa matanza, ella culpaba a la oligarquía que, después de robar las tierras, no recuerdo bien, si eran tierras ejidales se enriquecieron de la noche a la mañana y convirtieron a los cuerpos de seguridad en sus empleados, toda la fuerza bruta al servicio de un pequeño grupo, ella se reía pues decía que para bruto no se nace, porque matar es fácil, lo complicado es dar vida y como alma que soy, hoy que vivo en este presente quiero estar sentado en primera fila para ver qué pasa este 16 de enero, aquí todo se olvida, todo y por eso este artículo es para mayores de treinta años, como aquella clasificación que le ponían a las películas pornográficas, recuerdo que la Historia de O y Emmanuelle le era solo para adultos, así que cualquier persona menor de treinta años quizá no entienda cómo es que hubo más de ochenta mil muertos y seguimos ¡peor! Al final, por ser de Zacatecoluca, mi familia me encontró, el sepelio fue algo a la ligera pero cada mes mis hijos llegan a dejarme flores, mi niña tan chula, ya se graduó de enfermera y el varón,  mejor se fue para la Tierra de Cochise, tuvo miedo al ver que un amigo del colegio nunca volvió a aparecer.

Eso de las desapariciones está bien complicado, durante la guerra de los ochenta hubo miles de personas que nunca fueron encontrados, pero ahora ya es una nueva forma de guerra, siempre el pobre desapareciendo al pobre. Cuando tomábamos café en la morgue, qué dolor del alma me daban  ver a las “samuelitas” ¡Unas bichitas! y como siempre nos vemos me dicen que su vida o muerte es un penar pues nunca fueron encontradas, ni ellas encuentran a sus familias.

Es que eso de los escuadrones de la muerte fue terrible, y me pregunto, y quizá les debo preguntar a los que aún están vivos ¿Qué se siente degollar a niños? No creo que estos hijos de puta puedan dormir en paz o quizá sí, para hacer eso debe ser uno un sicópata, no sentir ninguna emoción y sí me preocupa ver al país que todos los que están al cargo de ser los responsables de conducir por el bien a este país, todos tienen rasgos algo raros, sino son bipolares, son sicópatas, sociópatas y mentirosos como pocos; recuerdo que en la morgue, por las noches asustaban y no éramos nosotros sino que cuando escuchábamos a los soldados que llegaban a la emergencia nos hacíamos más muertos de lo que estábamos pues, hubiera sido el colmo que nos llegaran a re-matar.

El señor que escribe este artículo, un día se  asomó a la morgue, al vernos todos inflados y descompuestos solo se tomó la barbilla, parecía que no creía lo que veía, estuvo poco tiempo pero se le notó bien afectado y ¡Qué es para menos! Recuerdo que este señor ayudó a morir a un joven que quedó atrapado en el fuego de las llamas, fue la guerrilla que, creyendo que el capitalismo es malo, le dieron fuego a la bodega de lubricantes y ahí estaban cuatro jóvenes que venían de la fiesta del Canasto, todos murieron; siquiera este señor fue compasivo y ese joven, cuando nos vemos en el cielo, se nota que murió feliz.

Bueno, pero eso de morir o vivir es discutible, yo sé que estoy muerta, un soldado me dio un disparo de M-16 en la espalda que destruyo mi pulmón derecho y mi columna, en esos segundos solo pensaba en Dios y en mis hijos y poco a poco fui muriendo, lentamente, como en cámara lenta; pero después de treinta años, veo a una sociedad que está más muerta que nosotros, viven en su mundo, el dolor no lo conocen, todo es creer en tener, quizá nunca entenderán lo que es una guerra, no, nunca.

Esa profesora asesinada, como que presentía lo que está pasando, hubo una vez que dijo que llegaría un día en que hasta negarían nuestra muerte y que sí tenía razón, decir que la guerra civil no sucedió es una falta de respeto no solo a los más de ochenta mil muertos sino a cada familia, vaya, casi llegamos al medio millón de personas que fueron afectadas de una forma u otra. Querer negar la masacre del Mozote es algo inimaginable, enfermizo cuando todos sabemos lo que ahí pasó. Viene la muerte de los jesuitas, no voy hablar bien ni mal, pero que un ex presidente haya dado la orden de asesinarlos y él siga impune, solo dice que a pesar de la guerra y de tantos muertos nada ha cambiado.

De algo estoy seguro , hasta que no sea a uno de los que leen estas líneas que le desaparezcan un hijo, no entenderán el dolor de una madre; me parte el corazón ver al padre y a la madre cargando una foto de su hijo y no hay muestra de empatía para con ellos, van de regreso a su sencilla casa más apesadumbrados que cuando salieron; otro culpa a los desaparecidos de ser los culpables de su mal actuar, entonces ¿Quiere decir que los asesinos tienen todo el derecho a hacer lo que quieran? No creo que eso sea lo correcto pero en un país donde nada es correcto como que ya nos acostumbramos a que todo sea al revés.

*Médico salvadoreño

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