Memoria histórica: 30 de noviembre de 1979

Por Victor Valle.

El 30 de noviembre hace 42 años cuando, en 1979, acompañé a Memo Ungo a su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas como la quinta parte de jefe de Estado, pues fue en representación de la “Junta Revolucionario de gobierno” integrada por cinco: Abdul y Majano más Román Andino y Memo.

Lo acompañaban Abdul Gutiérrez, otro miembro de la Junto, el Canciller Héctor Dada y un capitán Álvaro Brenes. Rafael Glower estaba en vías de obtener el beneplácito para ser embajador en Estados Unidos (afligido según Jorge Sol porque no hablaba inglés) y yo estaba nominado para ser embajador ante la OEA. Por eso Memo pidió que lo acompañáramos. El embajador ante Naciones Unidas era el doctor Rafael Urquía, que había sido un notorio diplomático, secretario adjunto de la OEA en tiempos de Galo Plazo, y según vi cómo trataba a Glower, deduje después que él ya sabía que venía la remoción de los civiles progresistas de la junta el día de inocentes de 1979.

Merodeaba, desde el consulado y con risita de chucho, Waldo Chávez Velasco, de generales conocidas y muy conocido de los generales de varias camadas. Igual actitud que la de Urquía. Ya sabían lo que venía.
Memo pronunció un discurso bueno y tercer mundista que, ahora que Memo está muerto, le ha aparecido mucho autor.

Después vino el besamanos de la fila de diplomáticos saludando a Memo y la corredera para satisfacer a periodistas que estaban ansiosos de saber si la Junta era progresista, que cómo se llevaría con los sandinistas revolucionarios, que aún alimentaban esperanzas populares, qué se harían con los militares represores y “muchas cosas más” como diría Juan Gabriel.

Anduvimos protegidos por el servicio secreto de EEUU. Dilectos, grandotes y bien disciplinados. Entre los delegados se veía que no estaban acostumbrados a mandar a gente con cara de patrono. Pero ahí le dimos y salimos vivos.

Con Memo hablamos en esa ocasión sobre cómo los termocéfalos estaban echando a perder el experimento transformados de “la juventud militar” y civiles como él, Héctor Dada, Quique Álvarez, Peche Oquelí y otros de igual o parecido talante. Me contó que antes de ser nominado para la OEA se me propuso como Embajador en Nicaragua y que mi “chero” desde 1964, Sergio Ramírez, entonces flamante miembro de la junta sandinista, ya había mostrado acuerdo. Todavía no había mucho que supiera los intríngulis de los beneplácitos. Pero se opuso el general del lunar Guillermo García, notorio masacrador de pueblo. Se impuso al coronel Florencio Iraheta. Era la convivencia de progresistas con gorilas que al final se impusieron. Pocos meses después Memo regreso a EEUU ya no como dirigente del gobierno sino como líder del FDR y anduvimos haciendo cabildeo en Naciones Unidas para eso que se llamaba la “solución política” al desmadre salvadoreño que se veía venir…..Para entonces, teníamos que bolsearnos para comer en alguna “fast food” de Nueva York, sin servicio secreto…

No son nada 42 años para la edad del universo, pero para las hormigas humanas es toda una vida.
Y a mí, solo me queda recordar sin más ni más.

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