30 DE JULIO!

Por Luis Arnoldo Colato.

A 46 años de los sucesos, aún siguen siendo nebulosos, todavía parte del Cummus Uranus, del reino de lo incierto.

Podemos empero darle seguimiento a lo que sí sabemos, a los hechos conocidos de aquella tarde para desde ahí deconstruir lo desconocido.

Cada 30 de julio desde entonces, la comunidad universitaria en senda marcha que reúne a sus autoridades, diferentes facultades, entidades y organismos miembros del Alma Mater, recorre la misma senda que la del aciago 1975, emergiendo desde el costado noroeste de la ciudad universitaria, para luego incorporarse a la 25 avenida norte, al este del Seguro Social, hasta llegar a la locación del monumento que recuerda aquella jornada, a unos pasos del desnivel de la Tutunichapa, donde como cada año, las autoridades y la comunidad de la UES recuerda la memoria de los martirizados, conservando aquellos hechos, reclamando juicio y reconocimiento de la responsabilidad estatal, y lo mas relevante, cuentas por las alrededor de 100 victimas ejecutadas aquella tarde por el estado salvadoreño.

Y es que los hechos que nos llegan al presente, son consistentes en cuanto a la delación del evento como a la emboscada ejecutada por los agentes estatales, así como los posteriores esfuerzos para borrar rápida y torpemente las evidencias incluyendo el desaparecer a las víctimas, también los sobrevivientes, del operativo.

La marcha tuvo como ejes el protestar por la violación del recinto universitario de occidente, el 25 y el 29 del mismo mes, como de recordar a la sociedad salvadoreña lo ilegítimo de aquel gobierno, resultado del fraude electoral de 1972.

Entonces, la marcha inicio entorno a las dos y media de aquella tarde, tomándose más o menos dos horas en alcanzar los espacios escogidos por los tiradores para su faena: la calle al costado este del Seguro Social, elevada y con apenas un ingreso a la comunidad de la Tutunichapa, donde la columna que se desplazaba de estudiantes fuera encerrada; hacia el sur los tiradores, y en sentido opuesto y a una distancia aproximada de 300 metros, las tanquetas.

El espacio intermedio lo constituyo el polígono sobre el cual se cebaron primero los tiradores, y luego las tanquetas.

Cabe subrayar que la misma tarde aquel gobierno informo en los medios de prensa, que era la víctima, que los disparos surgieron de entre los estudiantes y que a pesar de sus llamados no dejaron de disparar, “…liquidando a dos transeúntes inocentes…”, lo que obligara a las tropas a dispara en “legítima defensa propia y de la ciudadanía”.

El resto es historia.

Los disparos desde el sur asesinaron a entre 35 y 50 estudiantes, hiriendo a alrededor de 300, de entre los cuales 50 no pudieron movilizarse: ellos fueron los arrollados por las tanquetas.

Finalmente, y con dispersores proporcionados por el cuerpo de bomberos, se lavaron las calles, encubriéndolo los medios cómplices de derecha.

De eso hacen todos esos años y las familias, amigos, comunidad universitaria y sociedad en general, seguimos aguardando la información que relativa a aquellos hechos el estado salvadoreño aún debe proporcionar.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: