Sombras nada más

Por: Francisco Parada Walsh*

Estas líneas fueron escritas con nuestra sangre en la época colonial, se menciona el año  1700 y vale la pena reflexionar sobre la forma en que el salvadoreño ha sido descrito; no puedo discutir con el pasado pero sí con nuestro presente y debe el salvadoreño conocer estas páginas negras de nuestra historia y quizá comparar cómo es nuestro comportamiento como sociedad; nada de lo que escribo lo considero peyorativo, soy otro salvadoreño sin embargo ese apelativo “Guanaco” tiene varias interpretaciones;  cuando escribí “Sopa de Pitos” y “El Borreguismo” no recordaba que tenía guardado este documento y vale la pena viajar en el tiempo y hacer un doloroso recorrido por la verdad; quizá nuestra conducta debe ser estudio de antropología pues dentro de ese manso y pacífico salvadoreño se esconde un ser violento, violentísimo que pasa de la sumisión al asesinato. Libro Historia General, Coordinador Oscar Martínez Peñate. Colaborador José María Méndez. Próceres de la Independencia. Página 183. “Esta zona fue visitada por Monseñor Pedro Cortés y Larraz al hacer en tiempos de la colonia un recorrido por la provincia de San Salvador.

Sobre ese viaje y en referencia a la condición de los indios escribió: “Supongo que estos indios son dignos de compasión entre cuantas criaturas racionales se han visto; pero la compasión  que muchos les tienen es “con reticencias” muy diversas. Uno los compadecen por  ser el oprobio de todos; otros; porque siendo ellos los que más trabajan, nunca salen de sus necesidades y miserias; desnudos, mal comidos, durmiendo en el suelo, cargados por los caminos sin ser dueños de cosa alguna, azotados frecuentemente en picotas. Otros los compadecen por verlos tan humildes con las manos plegadas; postrados en tierra presentan sus memoriales, de rodillas, besando a veces, los pies de sus superiores; y otros por fin, por motivos semejantes”.

Traigo a un personaje familiar, él es Abelino, un sencillo jornalero que trabajaba en casa de unos conocidos; apenas saludaba, nunca miraba a los ojos, su rostro era cubierto por un barato sombrero, siempre puntual a la hora del almuerzo, llegaba y sus primeras palabras eran: “Buenos días patroncito”, personalmente me molesta que me llamen así, no me considero superior ni inferior a nadie y sabía que jamás el amigo en mención cambiaría su forma de expresarse; almorzaba en un silencio sepulcral, terminaba de comer y daba las gracias; el fin de semana ese frágil  hombre bajo los influjos del alcohol era otro, ya no era “El doctor” sino “Viejo hijueputa, jueputa, patas secas, patas secas”, bastaba un fogonazo de guaro para alterar la psique de ese salvadoreño; bueno, siquiera había un estímulo que lo incitaba a la violencia mientras día a día vivimos ejemplos de intolerancia donde se mata por un parqueo, se persigue por un artículo que lastima como el pétalo de una rosa; aun, El Pinochini de América ha estado por muchísimos años entre los países más violentos del mundo comparando el triángulo norte con Irak y Siria; llegamos al siglo XXI y seguimos siendo una sociedad sumisa completamente, es fácil para cualquiera que ostente poder darse cuenta de ese lado flaco que tenemos, donde el sometimiento no solo es mental sino físico; en este país nada es al azar, la toma de la Asamblea Legislativa mandó un mensaje de terror donde  el objetivo era transmitir ese miedo a la población que sucumbe y  ya todo está ganado; el colmo de esa mutación fueron las cadenas de cadenas donde el terror era el mensaje principal y tuvimos a una sociedad encerrada, maltratada, engañada y quizá domesticada donde el miedo es la clave para tener a un pueblo pidiendo alpiste de la mano del supremo, esto es triste pues los argumentos que se escuchan son tan insípidos, sin caldo, chirles como mi alma donde el “Abelino sumiso” pide que otro le resuelva sus problemas, mientras él calla, vive sometido por miedo a la nada.

Léase detenidamente ese párrafo escrito en 1700 y encuentre infinitas similitudes con nuestra realidad, con el gabinete actual: “Supongo que estos indios (Funcionarios) son dignos de compasión entre cuantas criaturas racionales se han visto (E irracionales); pero la compasión  que muchos les tienen es “con reticencias” muy diversas. Uno los compadecen por  ser el oprobio (La burla, el hazme reír) de todos; otros; porque siendo ellos los que más trabajan (Cargando camastrones), nunca salen de sus necesidades y miserias (Única diferencia pues en menos de siete meses pagaron deudas e invirtieron en propiedades y empresas ficticias); desnudos, mal comidos, durmiendo en el suelo, cargados por los caminos sin ser dueños de cosa alguna (sobre todo Dignidad), azotados frecuentemente en picotas.

Otros los compadecen por verlos tan humildes con las manos plegadas (valores plegados, miedos absurdos, almas vacías sumisas con su amo y unos vulgares y patanes con sus subalternos); postrados en tierra presentan sus memoriales, de rodillas, besando a veces, los pies de sus superiores (Cualquier parecido no es pura coincidencia); y otros por fin, por motivos semejantes”. Sombras son, apenas sombras, nada más. ¿Qué ha cambiado en 321 años?: Nada.

*Médico salvadoreño

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