El Suicidio y yo

Por: Francisco Parada Walsh*

Nuevamente la zona alta se estremece al perder a un joven que sucumbió al suicidio como alternativa para no sentir el dolor de la vida. El primer lugar en suicidios a nivel de América Latina lo ocupa Cuba, le sigue Uruguay y es El Salvador quien  sube al podio y es acreedor de un macabro tercer lugar siendo  el cantón Las Pilas el responsable de tal triste puesto. La historia se remonta al año 2011 cuando más de veinte jóvenes y adultos decidieron poner fin a sus vidas, ¿Qué los llevó a tomar tal fatídica decisión?: Ni idea y no escribo para juzgarlos pues el suicidio no es algo de almas débiles ni pecadoras, son momentos donde creemos que estamos acorralados, que no hay salida y como paciente depresivo que soy hubo ocasiones que el suicidio fue algo que rondaba mi trastocada mente, mi alma, mi fe.

Mi amigo que falleció no pasaba los veintitantos años, no era primera vez que atentaba contra su vida, recuerdo que hace dos años vi llegar a mi clínica un vehículo a toda velocidad, apenas bajaron a mi joven amigo pude comprobar los signos de intoxicación por órgano fosforados y a la vez se podía ver en el cuello los signos que deja colgarse de un lazo;  lo bajaron inmediatamente a la unidad de salud de La Palma, honestamente no creí que sobreviviera sin embargo a los pocos días ya se le había dado el alta, sin embargo la idea del suicidio nunca abandonó la mente de mi amigo, nunca y fue el lunes 26 de Octubre que puso final a su vida, a su pesar, a su dolor; un día antes se le vio comulgando en la iglesia, por lo que he leído esas son claras señales del suicida, se despide de algunos amigos, da cálidos abrazos a los suyos, “arregla” su relación con Dios, pide perdón por lo que hará; todo parece normal sin embargo en su mente todo está listo para ese día, me duele perder a un joven amigo pues perdemos todos, todo un país.

Después de estar en control con siquiatría en un hospital nacional se llegó a la conclusión que mi joven amigo sustentaba su decisión de quitarse la vida debido al trato recibido por un profesor, no hay un docente que cause daño como para que el amigo decida suicidarse sino que era una  percepción muy personal,  sentir que esa era la principal razón para tomar una triste decisión.

Abordo este tema para que estemos prestos a conocer algunas señales de alarma pues esto demuestra que cualquier palabra que haga mella en el auto estima de un niño o un joven serán en algún momento de su vida el detonante para tomar alguna fatal decisión; quizá queremos mostrar una cara de fortaleza y nunca de debilidad sin embargo detrás de cada persona hay historias, hay traumas, hay conflictos; difícilmente nos escapemos de ese pasado que lo guardamos en la gaveta de los malos recuerdos, moriremos con ellos y es ahí donde debemos entender el valor del trato más cariñoso que debemos prodigar a un niño, un trato lleno de respeto, de una voz suave, de hablarle de “usted” pues el hecho de ser mayores no nos da derecho de vocear a un niño o a un joven, una palabra mal dicha es suficiente para afectar para bien o para mal el destino de una persona; según parece mi joven amigo adolecía de esquizofrenia, y después de tres meses de un  encierro tan violento como el que sufrió el país debemos preguntarnos cómo está la salud mental de la población, cómo la cuarentena afectó la salud mental de un niño, joven o anciano; somos un país que no vemos al pasado y básicamente se improvisa en el camino, dudo mucho que haya un plan de salud mental de parte del MINSAL y del Ministerio de Educación  para abordar en forma profesional los estragos causados por la pandemia; el miedo infligido, el horror de escuchar por alta voces a la  Policía Nacional Civil  durante la noche haciendo un recorrido de punta a punta de este remoto cantón no será fácil olvidar; todo esto ha dejado a un país más violento, más dividido, más anárquico donde cada quien hace lo que quiere.

Pido al lector revisar su vida, sus relaciones familiares y si hay un momento donde venga a nuestra mente una idea suicida ser franco, buscar ayuda profesional, religiosa y entender que en un país caótico no tenemos el derecho a juzgar a nadie y debemos de cuidar nuestras palabras, las palabras matan, matan y matan y vuelven a matar, mucho más que una bala. No se trata de vivir en una burbuja sino de brindar el mayor cariño a los nuestros pues estamos viviendo momentos donde la muerte es una invitada que vino a quedarse por largo tiempo y somos los adultos los responsables de ayudar a nuestro prójimo pues no es fácil ver morir a un joven amigo que tenía una vida por delante.

Mi amigo representa al suicida, a la desesperanza, a no ver la luz al final del túnel. Aquí no hay clases sociales ni colores políticos; solo hay una idea clavada en la mente donde prima que todo debe terminar, todo y debe el grupo familiar ser el pilar fundamental donde un joven encuentre apoyo, paz, cariño, respeto, sosiego y amor. Palabras algo esquivas, hurañas  en nuestras vidas.

*Médico salvadoreño

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