El distanciamiento social

Por: Francisco Parada Walsh/

El distanciamiento físico o distanciamiento personal, erróneamente llamado distanciamiento social, es un conjunto de medidas no farmacéuticas de control de las infecciones, con el objetivo de detener o desacelerar la propagación de una enfermedad contagiosa.

Definitivamente hay un error al llamar distanciamiento social al hecho de guardar determinada distancia entre una persona y otra”. ¿Desde cuándo ha existido el distanciamiento social?: Desde siempre, desde la creación de la humanidad misma, un término de esos que vienen a ser neologismos y que se quedan a vivir con nosotros para siempre, pero no lo entendemos ni lo entenderemos.

Lamentablemente el distanciamiento social no es guardar la distancia de dos metros entre uno y otro, son años luz los que han separado al pobre del rico, al poderoso del débil, al ateo del creyente, al malo del bueno, al invisible del visible; mientras, la vida transcurría en esa cuarentena invisible donde un sistema exige terminar con mi vida, el distanciamiento se ha ejercido entre mi persona y el vendedor de dulces y pareciera que nunca supe que he vivido distanciado de tantos hermanos; entre el propietario de un súper mercado y los cientos de empleados, entre el que sirve gasolina y el cliente, entre la dueña de la casa y la empleada; qué decir ese distanciamiento social que hay entre el automovilista y el que pide dinero en un semáforo.

Resulta que ahora acuñamos frases y creemos que guardar determinada distancia con mi prójimo es una manera de evitar contagiarnos del Covid 19, pero ¿Cuántas veces he evitado contagiarme del dolor y la pobreza del otro?: Cientos, miles de veces, poco me ha importado una larga jornada que debe cumplir mi empleada doméstica, aun, es normal referirse a la empleada como la “criada” y, aún hay formas más despectivas cuando se trata de referirme a ella (los salvadoreños lo sabemos); esa es nuestra realidad, aun los resabios de la esclavitud están presentes en un país tan dividido.

¿Cuántas veces he humillado a un mesero por no llevar lo que he ordenado o por llegar a importunarme con la orden?: Contéstese usted amigo lector pues conozco a tantas personas que han ejercido el distanciamiento social sin epidemia a la vista, humillando a cuantos pueden; sin duda alguna el poder embrutece y éste se ejerce desde el rico de dinero al que apenas está un peldaño arriba del desdichado; hemos vivido en un distanciamiento social arraigado desde una oligarquía que en su vida le han preguntado a un empleado sea este su motorista, guarda espalda o empleada ¿Cómo es su vida?, ¿Le alcanza lo que le pago?: Excepciones existen y conozco a algunos que se preocupan por sus empleados y los admiro profundamente y como describe un ex guerrillero a nuestro país como uno donde la riqueza y la pobreza son separadas por un abismo infranqueable, aun comenta que nuestro país es uno en el mundo donde hay mayor número de guarda espaldas, eso demuestra que el distanciamiento no es físico sino histórico y ofensivo y pareciera que de a poco esa diferencia nos embrutece, nos gusta; nos parece de lo más normal ver a empleadas domésticas usando vestidos azules con cuello blanco que marcan senda diferencia entre la patrona y la sencilla mujer que en la mayoría de los casos resulta más elegante que la dueña de casa.

Tristemente este distanciamiento social es y será infinito, todo pasará pero aun, ese alejamiento se volverá más marcado entre el nuevo rico y el nuevo pobre, nada me extraña, al contrario, si me avergüenza ver al preferido de Dios como alguien que no merece un descanso, una buena comida y sobre todo un excelente trato, pero ¡Si todos somos iguales! Y nada nos llevaremos, nada.

¿Cuándo nos hemos sentado a compartir nuestro alimento con el vigilante?: muy pocas veces o nunca y en esto entra el nivel de educación alcanzado pues entre más “educado” me creo veo al otro con más desprecio, hay almas vacías como los cántaros que si no les dicen el “doctor” o “licenciado” son seres infelices cuando lo más agradable a mis tímpanos es mi nombre y un saludo respetuoso al hermano que por cosas de la vida está en una posición de desventaja; siempre habrá otro que está más arriba, más encumbrado.

Ojalá estas sencillas líneas sirvan para hacer una profunda introspección sobre nuestra conducta y la forma inhumana de tratar a otro humano. Existen formas de distanciamiento y tenemos el distanciamiento profesional, emocional, económico y el más vergonzoso es el religioso; triste testigo fui de vivir el desprecio hacia Carlitos y Aminta (Q.D.D.G) cuando una vez llegué tarde a misa en la parroquia Cristo Redentor y pude ver la indiferencia ante los Lázaros, los preferidos de Dios de parte de la “high Class” de este paísito, nadie se dignó darles la paz, no, eso marcó mi vida y se lo comenté al sacerdote quien el próximo domingo recitó una de las homilías más bellas que haya escuchado y preguntó a los presentes y ausentes los nombres de los marginados, nadie los sabía, nadie y fue el cura que dijo: “Dios vino por los Lázaros y las lázaras, no por ustedes, sino saben el nombre de su hermano no profanen este templo poniendo un pie acá”. Vale la pena revisar cuál es mi distanciamiento o acercamiento social con mi Lázaro.

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