Sindicalismo, consumismo y poco tino para negociar sus demandas e intereses

La situación económica base de la estructura de sociedad que vivimos, sigue en una lógica de provecho del que más tiene en detrimento del que menos tiene.

Por: Róger Hernán Gutiérrez*

Los intereses de clase continúan vigentes en pro del actor que tiene la ventaja—la cacerola, el contenido y el mango también—lo que lleva a una consecuencia sumamente preocupante para la persona trabajadora: el consumismo, oportunismo, otras desviaciones y revisionismos.

Cuando la situación económica que impera en detrimento de los intereses de las personas trabajadoras, sostiene una relación laboral de explotación y es causa constante que aprieta, presiona y sobre todo obnubila la visión de la realidad determinada de una sociedad, que no ofrece un panorama de bienestar común para todos y todas, independiente de la posición que ocupen en la sociedad.

Esta base bio-psico-social envuelve una psicología de desesperación, de insolidaridad y pronunciamiento de envidias y egoísmos que puede caer en desesperanza, en pesimismo o creencia que no se puede cambiar, fortaleciendo la postura de quienes se favorecen de los recursos producidos en sociedad.

Tal efecto físico y mental, favorece las posturas de que la persona trabajadora se merece el empobrecimiento constante en que vive, una persona poco o nada educada, de bajos niveles culturales, con poca formación profesional—sin cuestionar que la falta de oportunidades mejores es resultado de la injusticia y prevalencia de un sistema económico que lo excluye y lo margina por no ser de una clase social que lo merezca y ve al trabajo como mercancía.

Es por tanto fácil caer en desviaciones y deformaciones individuales y colectivas como la resistencia a no pertenecer al colectivo del sindicato y asociarlo con que de hacerlo le provocaría mayores problemas económicos y sociales—perder el trabajo, no ser tomado en cuenta en procesos administrativos y de organización del trabajo, no disponer de libertades y condiciones de trabajo que favorezcan su situación de subordinado.

El consumismo es el resultado, bombardeado por la publicidad del sistema económico capitalista agobiante, donde todo se reduce a una voluntad de deseo para poder conseguirlo, no tiene poder adquisitivo, pero el marco del discurso económico le dice que una tarjeta de crédito es suficiente, y no sale de la situación de empobrecimiento acelerado en tanto no logra trascender a un nivel de solvencia, sino de mayor ahogo económico, insolvencia, desprotección y endeudamiento moroso; incapaz de disponer de oportunidades viables para alcanzar una sostenibilidad presente y futura.

Estar imbuido en una situación de realidad de ahogo permanente, de insatisfacción de las necesidades básicas, de fragilidad y exclusión para progresar en provecho de una mejor situación personal y familiar, lo conduce a caer fácilmente en manos de depredadores y voraces empresarios que buscan y afianzan la ganancia, a partir que la otra parte de la relación no ofrece una oposición, ni la fuerza para negociar con buen tino sus demandas e intereses. Una insolvencia permanente lleva a estados de interlocución de poco provecho, nadie negocia con el débil, que es fácil presa de espejismos y prebendas para obtener una mejor negociación, en una lógica, si bien poco realista de ganar-ganar.

El movimiento sindical, ha caído en el oportunismo y la poca concienciación del proceso productivo desventajoso, en tanto sigue la relación ganancia versus una situación de flexibilidad laboral, con menos derechos, de bajos salarios, de empleos precarios e inestables. Ese marco de relaciones laborales inequitativas y en detrimento de la necesidad objetiva de las personas trabajadoras para sostener las presiones y superar la débil conciencia.

No se trabajan las necesidades de desarrollo humano como la creatividad, pertenencia, libertad, identidad, participación que nutrirían los procesos de negociación en las personas sindicalistas, que con ellas empujarían a mayores niveles subjetivos y objetivos de reivindicación, empoderamiento, capacidad y competencia para la defensa, protección y viabilidad de los intereses de los diferentes grupos laborales.

El proceso negociador, hay que equilibrarlo, alcanzando fuerza estratégica, organizativa, formativa, de conocimiento pleno en la organización del trabajo, del proceso de identificación del eje (s) de acumulación, habilidades varias tecnológicas, psicológicas, sociológicas, y de capacidades negociadoras para interlocución con oportunidad con la parte pudiente que dispone de los intereses prevalecientes de la ganancia y el lucro excesivo.

Ei poco tino negociador del sindicalismo, es el resultado de la debilidad subjetiva de no confiar en las propias capacidades de liderazgo y conocimiento del proceso productivo de que se trate bienes y/o servicios. Del entendimiento pleno de la institucionalidad pública (gestión de gobierno), de la lógica económica prevaleciente y del desarrollo a niveles de superación del esquema explotador, controlador e impositivo del poder económico.

*Sindicalista salvadoreño

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