¿País donde fueres haz lo que vieres? Etnocentrismo y diálogo entre las religiones

Según la tradición, Ambrosio de Milán, uno de los Padres de la Iglesia Católica en el siglo IV, hizo esta pragmática recomendación que guio el trabajo misionero cristiano. San Gregorio Magno, el Papa que convirtiera a los ingleses recomendaba respetar los lugares de cultos y sólo sustituir los “ídolos” por imágenes cristianas.

Por: Elio Masferrer Kan*

En el Concilio de Trento, celebrado entre 1545 y 1563 para enfrentar las consecuencias de la Reforma Luterana la Iglesia proclamó, que fuera de ella “no había Salvación”, estigmatizando así a los protestantes. Luego en el Concilio Vaticano Primero (1869-70) se estigmatizó al racionalismo y rechazó el galicanismo, una concepción que restringía la autoridad del Papa, proclamando además el dogma de la infalibilidad papal y la Inmaculada Concepción de María. Ya en el siglo XX convocó al Concilio Vaticano II donde canceló las maldiciones lanzadas contra los “otros”.

Los judíos pasaron de la acusación de “deicidas” a ser nuestros “hermanos mayores”, los protestantes de personajes diabólicos fueron rebautizados como “los hermanos separados”, se llamó al Diálogo con los no creyentes, teniéndole la mano al comunismo que planteaba el ateísmo de estado y al Diálogo entre las Religiones con las creencias religiosas que estaban fuera de las tradiciones judeo-cristianas. La Búsqueda de la Salvación podía darse en todas partes del mundo y estaba basada, no tanto en las creencias religiosas específicas, sino el comportamiento de los seres humanos.

En 1948 la recién creada Organización de las Naciones Unidas proclamó la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, donde se plantean una carta de derechos a nivel mundial, los países suscribieron esta Declaración de derechos humanos universales, pero es importante destacar que los países musulmanes firmaron este documento en el entendido que son parte de la Ley de Allah. En 1990, en la 19º Conferencia Islámica de Ministros de Relaciones Exteriores, en El Cairo, Egipto, 1990, proclamó la Declaración de los Derechos Humanos en el Islam:

“Afirmando el papel civilizador e histórico de la Comunidad de creyentes Islámica, instituida por Allah como la mejor comunidad, que legó a la humanidad una civilización ecuánime y universal, que pone en relación esta vida con la otra y armoniza la ciencia con la fe; Y por cuanto hoy se espera que esta Comunidad de Creyentes sirva de recta guía a la humanidad, confundida por creencias y corrientes contradictorias; y que asimismo provea soluciones para los problemas crónicos de la sociedad materialista; Contribuyendo a los esfuerzos de la humanidad en el terreno de los derechos del hombre, cuyo objetivo es proteger al ser humano de la explotación y la opresión, así como afirmar su libertad y su derecho a una vida digna en consonancia con la Sharía Islámica.

La humanidad entera forma una sola familia unida por su adoración a Allah y su descendencia común de Adán. Todos los seres humanos son iguales en el principio de la dignidad humana, así como en el de las obligaciones [para con Allah] y las responsabilidades sin distinción de raza, color, lengua, sexo, creencia religiosa, filiación política, nivel social o cualquier otra consideración. Sólo la verdadera religión garantiza el desarrollo de esa dignidad por medio de la integridad humana. La vida es un don de Allah. La vida de todo ser humano está garantizada. Los individuos, las sociedades y los estados protegerán este derecho contra toda agresión. No es posible suprimir una vida si no es a exigencias de la Sharía.”

En este contexto asistimos al desarrollo de una nueva versión del Campeonato Mundial de Futbol en Qatar, un país islámico que está interesado en mostrarle a todos su inserción en un mundo globalizado, sin renunciar a su fe musulmana, demostrando su capacidad de convocatoria a nivel planetario. Es evidente la confrontación entre distintas visiones del mundo, particularmente desde Occidente que ha desarrollado nuevas propuestas en materia de derechos humanos y que se confrontan con las posiciones de los países musulmanes.

Estoy convencido que es una excelente oportunidad para la toma de conciencia de las diversidades culturales y religiosas, debemos valorar los distintos esfuerzos de los pueblos por conocerse y entablar en los hechos diálogos y nuevas formas de convivencia que sólo se pueden lograr tratando de entenderlas y aportando a la construcción de nuevas propuestas y cambios culturales. “El balón está en la cancha” del diálogo intercultural.

*Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH.

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