El presidente Bukele ante grandes decisiones

El gobierno de la familia Bukele y sus patrocinadores está llegando a una etapa en la cual deberán afrontar decisiones que implican grandes y amplias repercusiones.

Por: Igor Iván Villalta Sorto*

Hasta el momento las decisiones tomadas por el grupo que conduce el gobierno han tenido aceptación por sus seguidores, a excepción de la aprobación de la ley bitcoin rechazada tajantemente, y que sin embargo se implementó desoyendo a los expertos en economía y las advertencias hechas por la comunidad internacional.

Podríamos decir que los primeros tres años de su gobierno han sido de victorias, aunque eso no significa que todo va a seguir igual hasta terminar el periodo presidencial. Ya que debe afrontar grandes retos para los cuales necesitará además de una gran habilidad política, no sólo del presidente sino de todo su equipo de gobierno, debido a que enfrentamos momentos muy volátiles en el mundo y eso tarde o temprano puede impactarnos con mayor fuerza.

Los efectos alrededor del planeta están a la vista, muchos países en América Latina se ven envueltos en luchas de calle, protestas por la forma en que sus gobiernos han manejado la crisis. La conmoción provocada en Sri Lanka se observa como un fiel reflejo de lo que puede suceder en el país debido a las inevitables coincidencias entre los dos países dirigidos por élites corruptas, marcadas por un pronunciado nepotismo, además de manejar una enorme deuda externa que en cualquier momento puede conducir al impago.

Y la joya de la corona la reelección presidencial que ha estado en el debate desde que Bukele asumió la presidencia, las intenciones de nuestro presidente no han dejado dudas que es su sueño dorado. Al acercarse los tiempos en que estos procesos pueden concretarse, el debate se agudiza. Ya se ha discutido hasta la saciedad de que esto no lo permite la constitución, pero eso no importa si lo quiere el presidente.

La obsesión por la no reelección no es un hecho que a un alguien se le ocurrió, o que la élite que dominaba el país en los años cuarenta del siglo pasado así lo quisiese. La no reelección del presidente refleja un hecho histórico en el cual la República adopta una decisión fuerte y clara y envía un mensaje a las generaciones futuras de los peligros que se pueden enfrentar si permiten que un individuo se perpetúe en el poder.

Históricamente en El Salvador los presidentes conformaban dinastías que pasaban por el poder muchos años turnándose con familiares la silla presidencial, todos ellos procedentes de familias oligárquicas que ejercían el poder con fines hegemónicos para cada vez lucrarse con los negocios del Estado y de esta manera enriquecerse cada vez más.

Este esquema se agota cuando las masas campesinas empobrecidas se levantan y exigen a los patronos mejores condiciones de vida, surgen líderes históricos de nuestro pueblo como Agustín Farabundo Martí, Feliciano Ama y otros. De este levantamiento surge también un líder mesiánico encargado de hacer el trabajo sucio, nos referimos a Maximiliano Hernández Martínez y José Calderón Sol, apodado “Chaquetilla Sol” el autor material de las masacres. Ante las revueltas responden a balazo limpio son miles y miles de campesinos hambrientos los que sucumben. No solo los destruye físicamente el acto va más allá al pretender destruir su cultura, así sus costumbres ancestrales, su idioma, sus telas, su vestimenta hasta sus apellidos eran visto como peligroso para el sistema.

Nuestros ancestros tuvieron que cambiar sus formas y cultura si querían sobrevivir, agachar la cabeza y besar la bota militar, si querían que el régimen criminal de Martínez les diera la oportunidad de vivir. Claro se implementaron reformas en el campo y en la economía, pero también se instauró una dictadura militar, con la ideología impuesta por Washington de la política de seguridad nacional y el anticomunismo.

Debido al agotamiento del modelo oligárquico feudal, esta acción produjo gran popularidad a Martínez al cabo que hasta el momento todavía existen personas que alaban al sátrapa.

Martínez utilizando artimañas logra reelegirse una y otra vez, hasta que, en un desafortunado evento, la guardia nacional asesina a un joven de una familia pudiente de nuestro país se trata de José Wright, este hecho desata la acumulación de resentimientos que por años se venían acumulando contra el dictador hasta despojarlo del poder y enviarlo al exilio producto de un golpe de estado.

Claro ahora estamos en otros tiempos y la reelección puede ser una posibilidad, hay que estar abiertos al cambio, sin embargo, los cambios deben ser aspiraciones nacionales, nacer del pueblo que considera que eso es bueno para el país. Se puede argumentar que en otros países existe, sí, pero son otros países que no tienen nuestra historia. Y todo está bien, todo y cuando se respeten las reglas.

Ahora el presidente pretende repetir la fórmula de seguir siendo el único candidato, pero la sociedad entera debe reflexionar sobre si esta acción tiene beneficios para el país o nos enfrascaría en situaciones en donde los políticos cosecharían más críticas, la credibilidad de estos puede llegar a ser más cuestionada aún. Bukele se aferra a su gran popularidad, lo que si podemos intuir es que el planeta en estos tres años ha cambiado aceleradamente y el presidente no debería jugar a que todo sigue igual y lo que me dio resultados ayer: ¿por qué no debe funcionar ahora?

Biólogo e investigador*

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