Dios y la pandemia. Conjeturas en torno a la intervención de Dios

La pandemia generada por el Covid ha puesto a las instituciones contra la pared desde marzo del 2020. Existen dos factores que se encuentran a la base de esta situación: la asistencia a las prácticas religiosas asociadas al culto ha disminuido de manera significativa, y existe un desplazamiento de creyentes a otras espiritualidades.

Por: Jesús Arturo Navarro Ramos

En este periodo aparecieron los resultados del Censo General de Población que muestran que un buen número de creyentes ha dejado a la iglesia católica con menos miembros. En este contexto, la Red de Investigadores del Fenómeno Religioso en México (RIFREM) decidieron organizar su XXIV Encuentro (25 al 28 de mayo 2022) con el tema “Religiosidades y espiritualidades frente a la emergencia global por SARS-COV-2: replanteamientos y continuidades”. En este contexto participé en la mesa “Sistemas religiosos.

Crisis de la eficacia simbólica”, donde presenté un trabajo que titulé “Santos a la baja. Percepciones sobre la eficacia de las devociones en la pandemia” donde discutí los resultados a entrevistas a líderes sobre la interpretación que se da a la intervención o no de la divinidad o los santos en la pandemia. Muchas personas piden a Dios -sea cual sea la concepción que se tenga de él- que les ayude a superar la crisis, otros solicitan que intervenga. Incluso hay figuras ejemplares en su espiritualidad o santidad, divinidades que hablan de su esperanza en que Dios sane. Los mismos textos sagrados de distintas tradiciones religiosas así lo hacen ver. Se buscaba responder a la pregunta: ¿Es posible esperar que Dios solucione el problema de la pandemia?  ¿existe señales de su intervención?, en caso contrario ¿por qué no hay señales que apunten a que Dios solucione la pandemia? De manera sorprendente -al menos para mí- sólo contestaron 9 de 48 posibles entrevistados (18.75%)

Al día siguiente, se realizó un Panel de diálogo interreligioso titulado: “Las religiones frente la pandemia COVID-19 en México. Retos y soluciones en el cuidado de la salud, el acompañamiento espiritual y el traslado de las prácticas religiosas al espacio virtual”. Todos los panelistas eran líderes de sus comunidades: iglesia anglicana, católica romana, sufi islam, comunidad budista, comunidad judía y Regla de Osha. En ese lugar realicé la misma pregunta, que obtuvo los mismos resultados: sólo uno de seis participantes respondió (16.1%), los demás dejaron pasar el cuestionamiento.

La pregunta tocaba de manera directa las creencias religiosas, de donde deriva -al menos así se pretende-, la eficacia simbólica de las prácticas, los rituales y el cumplimiento de los preceptos morales y religiosos. ¿Por qué sucedió que los líderes religiosos dejaron pasar la pregunta de lado y hablar más de sí mismos, de su trabajo en las comunidades o narrar pasajes de su texto sagrado? ¿Por qué no entraron a la pregunta de fondo cuando se trata de realizar un proceso hermenéutico de un dato sensible de su fe en el que se sostiene -al menos en parte- la eficacia simbólica desde la narración de su interpretación?

No tengo la respuesta, pero dejo aquí dos conjeturas que abren caminos de trabajo: los líderes religiosos tienen dificultades serias para exponer sus elementos de fe cuando no están ante el auditorio cautivo que les cree su discurso. Otra: los líderes religiosos no observan en el horizonte señales que les permitan reconocer que la divinidad puede intervenir en la solución de un problema de salud.

Al parecer como señaló Nietzsche en la Gaya Ciencia n. 125 “los dioses también mueren”. Así, si los líderes religiosos no son capaces de exponer sintéticamente su reflexión sobre la divinidad y pandemia, estaríamos asistiendo a la muerte de Dios o por lo menos a pensar que los santos están a la baja. Cosas de la pandemia.

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