Serendipia

“Circunstancia de encontrar por casualidad algo que no se buscaba”. “Una serendipia es un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta”.

Por: Francisco Parada Walsh*

¿Cuánta serendipia necesita El Pinochini de América? ¡Mucha! Nuestras madres y mujeres salvadoreñas son  amores serendipia,  que merecen que encuentren a sus hijas e hijos vivos, que todo haya sido un sueño y no la pesadilla que vivimos como país.

No es amor serendipia encontrar un cuerpo y conformarse con eso, no, también hay culpables y por más que queramos apartar al estado en mal estado, es el responsable de la debacle  que el país vive. Quisiera que los salvadoreños dejaran de emigrar y que encuentren la dignidad en su tierra pero no parece que así sean las cosas; al contrario, todo apunta a que la serendipia salvadoreña es la Tierra de Cochise.

En El Salvador Serendipia más parece que encontrar droga es un evento afortunado, obtener dinero de forma ilícita es la serendipia de todo funcionario que llega a saquearnos, no hay gobierno de turno que no nos joda, que no nos esquilme, que no nos desolle. Pareciera que la lección serendipia que los españoles enseñaron como fue saquear todo lo habido y por haber fue aprendida por nuestra gente a tal grado que ostentar un cargo público es la serendipia de muchísimos hombres y mujeres que, tristemente, después de no tener petate donde caer muertos, ahora, el sueño serendipia de encontrar dinero nuestro, se les hizo realidad.

Quisiera una serendipia donde encontráramos paz, respeto, dignidad; donde nuestra serendipia sea que las palabras que cruzan a nuestra desteñida bandera poco nacional como son Dios, Unión y Libertad fueran la luz de nuestras vidas pero qué fácil es inventar mentiras porque ese dios serendipia no lo encuentro, esa unión serendipia se perdió hace tiempo y esa libertad serendipia nunca ha existido, me hacen creer que soy libre, puedo acabar las suelas de mis zapatos en un centro comercial, libre, infinitamente libre para comprar, para consumir, para hipotecar mi vida y un eterno esclavo que poco importa al momento de exigir mis derechos, de negarme lo que me corresponde, de tener alguna oportunidad siquiera de disentir.

No, el disentir es pecado en la tierra del pecado; debo aceptar la mentira serendipia como algo normal y así, millones de hermanos vivimos esperando que la serendipia toque a nuestra puerta para de alguna forma, cambiar nuestras vidas.

El Salvador serendipia donde en  el arca abierta hace que hasta el injusto peca; la piñata serendipia; imagino a todos los funcionarios, claro, hay estamentos de estamentos pero que de repente lo inviten a reventar a esa piñata serendipia y empezar a ver caer millones de dólares, no caben en las bolsas, se deben traer maletas para llenarlas, vomitan el dinero serendipia, dinero del niño que merece aparte de respeto, programas que beneficien a esas comunidades olvidadas por Dios, dinero del joven que desea estudiar pero su sueño serendipia se convirtió en una pesadilla serendipia porque hasta las sedes de estudios superiores se cierran.

País más patas arriba no existe, donde ser soldado es ser héroe y ser médico, es ser un paria serendipia. Mientras la hermana y digna Costa Rica recién celebró recientemente la abolición de su ejército, suceso ocurrido el 1 de diciembre de 1948, fecha serendipia; recientemente conducía por un pedregoso camino y me encuentro con tres soldados serendipias de la mala totalmente enmascarados, ese es El Salvador serendipia donde lo malo derrotó a lo bueno y aun, en ese puente, existe ese mediocre ciudadano que poco le importa que El Salvador serendipia encuentre la verdadera serendipia, ese suceso afortunado de tener un mejor país.

No dudo que el karma, ese búmeran que lanzamos y olvidamos, regresa a quebrarnos lo que más duele, y esa tierra anegada de sangre por todas las masacres de 1932, la guerra civil que dejó más de ochenta mil muertos y las muertes de 1992  a la fecha, esa sangre clama, gime, no, es ese el karma para que la serendipia no germine en esa tierra, ¿Cómo puede ser que en el dolor germine el amor? No, no tenemos derecho a la serendipia, tristemente tenemos derecho a lo que tenemos, como sociedad y estado, lo peor.

Como dice Saramago, “escribo por ese desasosiego que siento”, no escribo por dinero y menos fama, sino por esa inconformidad que vive en mí, porque no vivo en un mundo serendipia, vivo y muero en uno de los países más violentos, endrogados y mentirosos del mundo, por eso El Pinochini de América serendipia existe, existe, no es una invención mía, es una invención del mal.

*Médico salvadoreño

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