Actores religiosos y crisis política. El caso peruano

(Por: Elio Masferrer Kan*)

El domingo 26 de enero hubo elecciones extraordinarias en Perú para el Congreso en un ambiente enrarecido. Los expresidentes fueron encarcelados: Fujimori por corrupción y crímenes, Alejando Toledo prófugo de la justicia, detenido en Estados Unidos y será extraditado, Ollanta Humala estuvo en la cárcel y Kuczynski bajo arresto domiciliario. Alan García se pegó un tiro al ser detenido.

Keiko Fujimori presa por corrupción, muchos políticos han sido involucrados en denuncias de corrupción del caso Odebrecht. El presidente Vizcarra, quien asumió la presidencia por la renuncia-destitución de Kuczynski disolvió el congreso pues Fuerza Popular de Keiko tenía mayoría absoluta y le impedía gobernar. La medida de Vizcarra fue popular (56%) por el impresionante desprestigio de la clase política peruana.

Esto se reflejó en los resultados electorales, el presidente no tiene el respaldo de ningún partido político, aunque los 21 partidos postulantes se manifestaban como dispuestos a cooperar con el mismo, “en forma constructiva”. Habitualmente las elecciones del Congreso coinciden con las presidenciales y tiene sistema de ballotage o “segunda vuelta, combinado con un sistema de “cifra repartidora” y que lleva a una polarización en torno a los dos o tres “punteros”. Ahora cada fuerza podía ir sola y el único requisito era obtener más del 5% de voto popular a nivel nacional, castigando a las fuerzas regionales o pequeñas.

Los resultados electorales llevaron a definir nuevas fuerzas políticas y a eliminar actores veteranos de los políticos tradicionales y presuntos emergentes. Los políticos tradicionales fueron rudamente castigados, el APRA, cuyo último presidente Alan García se suicidó obtuvo 2%, Contigo, el nuevo nombre de PPK, el que llevó a Kuczynski con 50.4 %: recibió un insignificante 0.9%, Fuerza Popular de Keiko Fujimori pasó de obtener 49.6% en la segunda vuelta a 7,5%, el Partido Popular Cristiano cayó al 1.5%. La votación mas importante fue la de Acción Popular 10.5%, un partido histórico de centro derecha liberal, que fue varias veces gobierno.

Las sorpresas o fuerzas emergentes serían para tres grandes categorías de actores políticos: el cesarismo militar, los evangélicos y los empresarios dueños de sistemas universitarios:

Cesarismo militar: Proviene del Gobierno Revolucionario dirigido por el General Juan Velasco, quien dio un golpe de estado en 1968, aplicó la Reforma Agraria, nacionalizó el petróleo e industrias básicas y desarrolló estrategias movilizadoras y organizativas en zonas marginales. Este reformismo militar tiene expresiones a la derecha como el General Daniel Urresti (el candidato más votado), involucrado en crímenes durante la guerra contra Sendero Luminoso y partidario de una línea dura, postulado por Podemos Perú (8.06%), un partido político desarrollado por un empresario dueño de universidades privadas. Desde una perspectiva más de izquierda, Unión por el Perú (UPP), 6.91% representa a un sector de militares con un perfil más popular liderado Antauro Humala (actualmente encarcelado por un intento golpista) y aliado con sectores etnocaceristas.

Empresarios universitarios: Además del ya mencionado Podemos Perú (8.06). Cesar Acuña, empresario exitoso con universidades privadas lanzó el Partido Alianza para el Progreso que obtuvo 8.06%. Esto se combina con partidos franquicias que ofrecen el membrete partidario para obtener respaldo de personajes carismáticos.

Partidos evangélicos y religiosos: La gran sorpresa fue el desempeño del Frente Popular Agrícola Fia del Perú (Frepap) brazo político de la Asociación Evangélica de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal (AEMINPU) fundada en 1968 por un profeta peruano Ezequiel Ataucusi Gamonal que se posicionó como segunda fuerza política con el 8.27%. Esta iglesia combina tradiciones de origen protestante, adventistas, católicas y de religiones incaicas. En la Selva han creado comunidades utópicas y en las ciudades Centros de Capacitación Bíblicas sus miembros se caracterizan por vestirse con largas túnicas, usar barba y largas cabelleras. Simultáneamente las opciones neopentecostales tuvieron una votación insignificante, menos del 2%, lo cual desmiente algunas generalizaciones apresuradas a partir del caso Bolsonaro en Brasil y las opciones católicas de derecha tampoco tuvieron presencia como en otras elecciones donde miembros del Opus Dei fueron una opción en la Segunda Vuelta.

La izquierda se presentó atomizada. El Partido Morado (7.40%) de Julio Guzmán, el Frente Amplio (6.21%) y tendrá una representación poco significativa, aunque su caudal de votos podría ascender al 23% sumando sus partículas. La experiencia peruana nos plantea las dificultades de hacer generalizaciones en los procesos políticos religiosos latinoamericanos.

*Doctor en Antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH (México) Colaborador El Independiente.

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