La última cena

(Por: Francisco Parada Walsh)

El Salvador no deja de sorprenderme, de pocos es conocido los adelantos en la medicina, se podría afirmar que nuestro país va a la vanguardia en cuanto a la medicina marina-preventiva se refiere; recientemente circuló un video en donde se puede apreciar a autoridades de hospitales recibiendo un donativo de pescado incautado y a la vez mostrando sendos manjares mientras los sujetan por la cola, ¡Nada que envidiarle a la arrecha vendedora de La Tiendona!

Pero eso no fuera motivo de observación alguna si los estantes y bodegas estuvieran repletas de medicamentos; nuestro sistema de salud atraviesa su peor momento en la historia y no hay luces al final del túnel, al contrario, aparecen síntomas y signos de una prepotencia de parte de ciertos directores de hospitales asumiendo su cargo temporal como divino.

Si no hubiera visto la entrega del pescado no lo creería, y como dije, nada de malo tiene siempre y cuando el paciente reciba la atención médica requerida por especialistas y el medicamento adecuado pero alardear de algo tan intrascendente dice mucho de lo mal que estamos.

No puede ser que uno llegue a un hospital con las tripas de afuera y se necesite urgentemente un cirujano, antibióticos potentes y en vez de recibir dicha atención le digan al paciente: “No hay rocefort ni cirujano pero le hemos preparado unas albóndigas de merluza en salsa verde que esta de chuparse los dedos, eso sí, será la última cena”; ¡por favor! Más seriedad, ni pensar en llegar a la emergencia con su hijo que recién acaba de sufrir una convulsión y aparezca alguna autoridad del hospital y con serio semblante le reciba con: “Medicamentos para convulsiones no disponemos pero en un abrir y cerrar de ojos le prepararemos a su niño un ceviche de pescado a la acapulqueña pero eso sí, será la última cena”.

Mi asombro es inmenso, pareciera que hay un lúgubre propósito de que nuestro sistema de salud colapse, realmente no se necesita hacer mucho para llegar a ello, el caos ordenado en perjuicio del más pobre está a la orden del día, familiares de pacientes comprando desde gasas, alcohol y tantas cosas que son inherentes a la logística de un hospital; no se vale alardear de un donativo decomisado y publicitarlo como algo que merece primera plana, es una ofensa a la inteligencia del salvadoreño haciéndole creer que todo marcha bien cuando los que estamos en la trinchera sabemos las carencias infinitas que se adolece.

Pareciera que no hay un rumbo definido, salud está a la deriva, no se puede decir que va a colapsar, ¡Ya colapsó! Vamos mas allá, en primer lugar la misión del Ministerio de Salud es brindar una cobertura médica y no hacer publicidad de un donativo y en segundo lugar si por el mal manejo del producto donado se corre un riesgo enorme de una intoxicación masiva debido a lo delicado del pescado.

Pero vamos más allá, en la salud no hay varita mágica que llenará las bodegas, no hay conjuros para tener buenos medicamentos sino que es la excelente gestión que hace que un ministerio guie sus pasos por el buen camino o en tal caso, veremos sencillos donativos por un lado mientras el paciente fallece, abandonado a su suerte.

Si privatizar la salud es un objetivo del gobierno debe decirlo, ¡sin tapujos! Así sabemos cuál es el rumbo que llevamos pero no se puede dar garrote y zanahoria, no; necesitamos que se contraten médicos especialistas y personal de salud REMUNERADOS DE ACUERDO A LA EXPERIENCIA Y NO AL HAMBRE a la mayor brevedad, y revisar concienzudamente cada cargo de importancia; Sra. Ministra, aún está a tiempo de hacer de su gestión algo diferente, visionaria y se percibe una voluntad férrea en su persona para rescatar a un sistema de salud olvidado y vejado por propios y extraños.

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