Poder, psicópatas y poderópatas

Dacher Keltner y Cameron Anderson, psicólogos de la Universidad de Berkeley y Deborah Gruenfeld, psicóloga de la Universidad de Stanford, en su trabajo “Power, Approach and Inhibition” sostienen que el poder es el concepto fundamental de las ciencias sociales(1).

Por: José Guillermo Mártir Hidalgo*

El poder influye en los afectos, cogniciones y comportamientos, ya que contar con un poder destacado implica un entorno y una autonomía ricos en recompensas. Keltner, Gruenfeld y Anderson definen poder, a la capacidad relativa de un individuo para modificar los estados de otros, proporcionando o reteniendo recursos y administrando castigos. El poder está presente en casi todos los contextos: desde las dinámicas de padres a hijos hasta las disputas internacionales.

Señalan que los determinantes esenciales del poder son: el status social, posición social que un individuo ocupa dentro de una sociedad o en un grupo social de personas. La autoridad, poder que se deriva de roles o arreglos institucionalizados. Y la dominación, situación en la cual una persona o un grupo utilizando la persuasión, la presión velada, la amenaza o incluso la fuerza o cualquier otra vía, es capaz de imponer sus ideas, sus reglas y puntos de vista, sus verdades y sus creencias o suposiciones. El ejercicio del poder conduce a los individuos a adoptar conceptos de sí mismos más omnipotentes y, en consecuencia, significaciones de vejación a los menos poderosos. El poder social moldea profundamente la vida emocional del individuo, ya que ven las posibles recompensas en lugar de los peligros y se desinhiben en una amplia gama de comportamientos. Se da la propensión a violar las normas de comunicación relacionadas con la cortesía, por lo que aumenta la probabilidad de participar en actos agresivos. Los individuos en cuanto acrecientan de status social varían sus niveles de dominio. Los extrovertidos y autoritarios tienen mayor probabilidad de ganar poder y de actuar de manera desinhibida. Las personas que se perciben poderosas experimentan sentimientos relacionados con esa disposición. Están más atentos a las recompensas sociales, interpretan a los demás de acuerdo al modo en que le satisfacen sus necesidades, conocen su ambiente social en forma simplista y actúan de manera desinhibida y contra normativa. Las personas todopoderosas reposan en posiciones de poder y ese poder estimula comportamientos desinhibidos, egoístas y percepciones sociales estereotipadas.

El español Joaquín Benito Vallejo en su artículo “Psicópatas políticos, políticos psicópatas” nos dice2, que algunos políticos presentan comportamientos y rasgos propios de psicópatas. El psicópata es “un camaleón” en la sociedad. Se adapta a los caracteres del entorno donde se mueve, esto, por su sangre fría y carencia de emociones. Lo que más identifica al psicópata es el poder y la codicia. Para Benito Vallejo la psicopatía es un patrón de personalidad peculiar: sus actos son racionales y calculados, a la vez, es incapaz de tratar a los demás como seres humanos. Los talentos naturales de la psicopatía son mentir, engañar y manipular. Muestran una carencia profunda de empatía, un sentimiento disociado del pensamiento y un juicio disociado de su conducta.

Para Benito Vallejo, ser psicópata se aprende en el entorno de familias con relaciones indiferentes, educación autoritaria, relaciones jerarquizadas, formación en la competitividad y adiestramiento en la solución de conflictos por medios agresivos. Las personas criadas así, sufren de desdoblamiento del Yo para no crearse conflictos: nosotros, lo que pertenecemos al mismo grupo o clan y ellos, los otros. Buscan medios que facilitan el alcance de los objetivos psicopáticos, como organizaciones y empresas. El poder es el campo de “realización” de los psicópatas. Y la política les permite el mayor ejercicio camaleónico.

“Poderópatas: la patología del poder” es un libro escrito por el español Francisco de Federico Muñoz quien afirma3, que los políticos nos roban cantidades astronómicas de nuestro dinero. Eso se debe a que hay demasiado sinvergüenzas que se han filtrado en el sistema de poder. El poderópata es un individuo que padece una neurosis obsesivo-compulsiva por el poder en cualquiera de sus manifestaciones. Son individuos que se dedican a ejercer su “poder” en círculos sociales, laborales o familiares para sentirse poderosos y superiores a los demás. Los poderópatas presentan rasgos comunes con la “psicopatía”. En la primera etapa de la poderopatía no se sufre perdida de contacto con la realidad. Pero cuando el poderópata consigue un auténtico poder, puede degenerar, si se dan las circunstancias, exteriorizando corrupción, abusos de poder, ocultación de la verdad, manipulación de todos los medios y formas de comunicación, conspirando a favor de otros poderosos que lo apoyan y manipulando a ciudadanos, empleados o cualquier otro grupo social.

El rasgo de la poderopatía es una eterna insatisfacción que se transforma en avaricia. Los síntomas significativos de los poderópatas son egoísmo, narcisismo y avaricia. El origen de la poderopatía es el miedo que produce el sentimiento de inferioridad arraigado en lo más profundo de su inconsciente. Alfred Adler, dice de Federico Muñoz, piensa que el sentimiento infantil de inferioridad aviva el afán de poder. Es decir, el sentimiento de superioridad y de potencia es un mecanismo de compensación ante la impotencia y la inferioridad. La “voluntad de poder” es una fuerza compensadora, que alivia y pone termino a la inseguridad interna. Es importante el equilibrio mental de gobernantes, dirigentes y catalizadores de ideología, por las secuelas que tienen sobre la sociedad. El comportamiento de unos cuantos poderópatas, puede cambiar el curso de la historia de un pueblo truncando su camino de una forma negativa. Cualquier comparación con El Salvador, es pura coincidencia.

*Psicólogo salvadoreño

1- Keltner, Dacher. Gruenfeld, Deborah H. y Anderson, Cameron. Power, Approach, and Inhibition. En: www.ajhepworth.yolasite.com/resorces/9822a2.pdf
2- Benito Vallejo, Joaquín. Psicópatas políticos, políticos psicópatas. En: http://www.transversales.net/t43jb.htm
3- De Federico Muñoz, Francisco (2015). Poderópatas: la patología del poder. Columbia, Carolina del Sur, EEUU: El Artesano

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