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“Vi a Satanás caer del cielo como un rayo”.

Por: Jesús Arturo Navarro Ramos. ITESO – México

El estreno de la serie de HBO+ titulada “Marcial Maciel. El lobo de Dios” ha suscitado distintas reacciones. Un ejemplo es el comunicado de los Legionarios, donde en un extremo del texto se señala la conducta delictiva de Maciel y en el mismo texto en el otro extremo, se exculpa a la Legión de Cristo para centrarse en Maciel. Se trata de dos caras de la misma moneda donde el énfasis está en responsabilizar al fundador de sus acciones y al mismo tiempo invisibilizar la responsabilidad institucional en la construcción de una estructura de encubrimiento, mantenimiento y justificación de delito. Detrás de este juego parece haber una bien pensada acción de exculpación para desprenderse del fundador y apuntalar lo que suponen un nuevo camino.

    El asunto es que -usando un lenguaje religioso- existe un pecado de origen que la misma Legión señala al retomar las ideas del Papa Francisco del 29 de febrero de 2020 al dirigirse a los participantes en el Capítulo General de los Legionarios de Cristo “por un lado no se puede negar que fue el fundador “histórico” de toda la realidad que representáis, pero por otro no lo podéis considerar como un ejemplo de santidad a imitar”.

La parte que no se profundiza en la página oficial es que el Papa plantea sobre Maciel la contaminación del carisma: “Consiguió hacerse considerar un punto de referencia, mediante la ilusión que había logrado crear con su doble vida. Además, su largo gobierno personalizado había contaminado de alguna manera el carisma que el Espíritu había dado originalmente a la Iglesia; y esto se reflejaba en las normas, así como en la práctica del gobierno y de la obediencia y en la forma de vida”. Este texto cobra especial importancia en los mensajes de la Legión, pues pretende -usando la imagen del ave inmaculada- cruzar el pantano del fundador sin mojarse. Pero al hacer esto deja de lado la responsabilidad institucional.

Para profundizar en la tensión generada por la dificultad de comprender ¿Cómo una institución que ha contribuido por obra u omisión a conservar y proteger una conducta delictiva puede ser considerada inspirada por Dios? habría que hacer una doble distinción que se usa en la vida interna de la Iglesia: la existencia del carisma del fundador y el carisma de la congregación. Si bien hay matices, no se puede dejar de lado la existencia de vínculos. Según el Catecismo de la Iglesia Católica, una congregación religiosa tiene su origen y surge del carisma del fundador que -de manera sintética- es una gracia divina, una inspiración original del Espíritu Santo para una persona que ocurre en el contexto de una experiencia profunda de Dios; y el carisma de la congregación es la apropiación por parte de los seguidores del fundador como herencia espiritual recibida, discernida, aprobada y vivida por una comunidad eclesial. En síntesis, se trata del mismo carisma que después es vivido en lo que se expresa como “fidelidad creativa” por el fundador. ¿Cómo entender la frase del Papa cuando señala que Maciel pervierte “el carisma que el Espíritu había dado originalmente a la Iglesia” cuando desde el momento de los orígenes existe la conducta delictiva? Al mismo tiempo ¿cómo sostener la existencia de un legado a la Iglesia a partir de la concepción del carisma de la congregación cuando ésta se convirtió en una defensora a ultranza de la supuesta santidad de Maciel? No encuentro solución fácil.

La serie “Marcial Maciel. El lobo de Dios”, se teje sobre la denuncia de los abusos, pero deja de lado la participación estructural de la Legión. En el peor de los casos podría tratarse de un ejercicio de exculpación y de tomar distancia del fundador desde la lógica del “nosotros no fuimos, fue él”.

Desde mi punto de vista no es posible encontrar inspiración de Dios atentando contra la dignidad humana, por tanto, sostener como lo hace Benedicto XVI que “el P. Maciel fue una figura enigmática”, con una mezcla de carisma y contradicción que a pesar de todo inspiró a muchas personas a seguir a Cristo; y posteriormente los dichos de Francisco señalando que “el P. Maciel es considerado el «fundador histórico» de la Legión de Cristo y no «un ejemplo de santidad a imitar»” no favorece un análisis serio, preciso y restaurador de las víctimas. Los juegos de lenguaje puestos de manifiesto entran en contradicción con el Decreto Perfectae caritatis n. 2 del Concilio Vaticano II que señala que en los procesos de volver a las fuentes “han de conocerse y conservarse con fidelidad el espíritu y los propósitos de los Fundadores, lo mismo que las sanas tradiciones, pues, todo ello constituye el patrimonio de cada uno de los Institutos”.

En este contexto, lo que desde las posiciones de autoridad dentro de la Iglesia nadie se ha atrevido a decir es que el mejor servicio que puede hacer la Legión a la Iglesia es desaparecer. Sin embargo, los múltiples intereses en juego generan discursos que plantean que existe un carisma sin fundador, en clara oposición a la teología de la vida religiosa. Así el juego de la simulación se convierte en mensaje… todo por permanecer. De manera que aunque se ha visto “a Satanás caer del cielo como un rayo”, en las sombras siguen las evidencias de las obras delictivas y no solo pecaminosas.

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