Era callejero por derecho propio

Tenía tiempos de no escuchar esta canción, disfruté el video y no se qué hizo que me identificara con esa melodía.

Por: Francisco Parada Walsh*

No lo sé, es quizá ese peregrinaje que todos llevamos a cuestas, los afanes de la vida sin saber lo que ésta nos depara; eso de creer que el día será mejor, que salgo a la vida sin saber si regresaré, eso de ser efimero, de no ser nada, apenas fantasmas en el tiempo pero nos es difícil semejar nuestra vida a la de un perro cuando para mí es lo más bello que me puede pasar; veo detenidamente a cada uno de mis perros, y les pregunto ¿Qué fuiste en otra vida? Cada uno tiene sus particularidades, cada uno fue un alma libre como aparento serlo y ahora debe solo mirar, ladrar y mover sus alitas.

He sido un vago de la vida, nunca tuve dueño y  me identifico con un viejo perro que vive a sus anchas, que nada lo perturba, que la única diferencia con un perro, es que sé que debo morir.  Era callejero por derecho propio, su filosofía de la libertad fue ganar la suya sin atar a otros, sobre los otros no pasar jamás. (Lo que me hace libre no es la Constitución de la República sino mis pensamientos, aun, en la mazmorra más dantesca seré libre y si de por sí la vida es dura, debo mi libertad amarla y no que dependa de terceros y menos pasar encima de alguien para lograr mis sueños, al contrario, en ese equilibrio radica la vida, en ese respeto, en esa igualdad de entender que todos somos piezas de la misma maquinaria llamada Vida).

Aunque fue de todos, nunca tuvo dueño, que condicionara su razón de ser, libre como el viento era nuestro perro, nuestro y de la calle que lo vio nacer. (ya viejo, veo hacia el pasado y puedo decir que hice en mi vida lo que quise, siempre fuera de la fila de la vida, siempre; por eso mi amada madre me decía: “Naciste para ser rico”, nunca sucedió pero las calles fueron mías, y así como un día el viento golpeaba mi rostro, hoy me encamina hacia mi final).

Era un callejero con el sol a cuestas, fiel a su destino y a su parecer, sin tener horario   para hacer la siesta ni rendirle cuentas al amanecer. (Nací en un país adverso, no soy ese optimista empedernido, al contrario, sufro ante lo que vivo; creí en mis principios y por eso vivo lejos del bullicio, una vida más sencilla que lo que cualquier persona se pueda imaginar; hay una imagen falsa de un hombre exitoso que vive en una fría y bella montaña cuando todo es relativo, vivir feliz es muy diferente y ahora que entré a la vejez quisiera hacer tantísimas cosas, pero se necesita dinero, ese maldito dinero, no hablo de hacer viajes a países exóticos sino de estudiar latín, arameo, y quizá la docencia se convierta en  decencia y enseñar y dar clases de la vida, de lo que es la realidad, de la educación verdadera y no seguir engañando a jóvenes que ya nacieron engañados).

Era nuestro perro, y era la ternura, que nos hace falta cada día más, era una metáfora de la aventura, que en el diccionario no se puede hallar. (A nuestra sociedad le falta ternura y le sobre bravura, quizá por eso me rodeo de animales, evito en lo posible el contacto con el hombre, siempre soy esquivo, siempre en busca de la aventura y cada día me maravillo de lo que para otros es lo cotidiano, así es la vida; sin embargo pienso que también los sepulcros blanqueados se quedarán con la boca abierta ante lo que es un día común para mí; alistar a mi pandilla canina para una bellísima caminata matutina, oír un río correr, esa es como la música de fondo que ponen en una oficina, que aunque me guste o no, debo escucharla, a mí sí me gusta oír correr las aguas dolorosas que van a encontrarse con su madre en el rio Sumpul).

Era nuestro perro porque lo que amamos, lo consideramos nuestra propiedad, era de los niños y del viejo Pablo a quien rescataba de su soledad. (No somos de nadie, de nadie y considero a los niños mis amigos, prefiero conversar con ellos, son sinceros, dulces, inquietos, quieren volar en busca del mundo, llegarán tan lejos como quieran, tan lejos como quieran. Recuerdo una agria discusión con mi padre, al final de más de dos horas de abordar temas familiares nos abrazamos y me dijo: Llegarás lejos y me miro en un espejo, se cumplieron las palabras de mi padre, llegué lejos, vivo en otro mundo, preferí ser un perro callejero con derecho propio a ser un hombre perfumadito, bien portadito, bien peinadito. Ahora, no sé qué es llegar lejos, cada quien debe responderse. Salí huyendo de mis demonios, pensé que los engañé, pero no, todos se metieron en las maletas, durmieron durante el viaje y ahora no joden, solo me acompañan.).

Era el callejero de las cosas bellas, y se fue con ellas cuando se marchó, se bebió de golpe todas las estrellas, se quedó dormido y ya no despertó. (Poco a poco el final se acerca, hace un par de años deseaba llevar muchísimos libros para leerles a las diablotas con grandes tetotas, hoy ya no, quiero que todo llegue a su fin sin escándalos, como debe ser; se llora en vida, se ama en vida, se sufre en vida, se evita morir en vida pero es lo que nos pasa, aparentamos vivir pero morimos a pausas, de hambre, de pobrezas, de mentiras y quiero solo descansar en paz).

*Médico salvadoreño

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