El Suicidio y yo

Tema difícil de abordar. Implica la religión en contra del politeísmo y la auto determinación de los hombres, donde siquiera por una vez en la vida, el hombre se convierte en su dios y en su diablo, mientras, apenas fue un fanático de otros, bajo el temor que la decisión del suicidio no solo atenta contra el hombre que lo lleva a cabo sino que es la muestra  más grande de cobardía, cuando para mí, es la muestra más grande de valor y de amor propio, único acto en la vida donde por un momento el hombre, es un pequeño dios y es el mismo quien decide terminar con su vida.

Por: Francisco Parada Walsh*

Por momentos lo que vivo me causa vómitos, náuseas y no encuentro otra salida que la muerte; así como un hombre sueña con una virilidad eterna y la mujer con orgasmos infinitos ¿Por qué no puedo soñar con la muerte?

Así como no interfiero en la vida personal de otros, así, poco me importa lo que se piense de mí; sé que siempre habrá una pequeña velación, y aun, en la culminación del acto del suicidio, serán pocas las criticas ya que “no hay muerto malo” y siendo un paciente depresivo hubo muchísimas ocasiones que deseaba la muerte, si, la muerte física; ya la muerte moral, espiritual, de sueños y presunciones se habían cumplido, sin embargo siempre me asomaba desde bastidores, o bambalinas para ver, cómo sería la vida, si valía la pena otros días más, en ese momento era el dueño de todo y quizá valía la pena seguir por unos días más en el teatro o en la comedia “Vida”; era cuestión de tiempo, en mi alma revoloteaban miles de cuervos queriendo picotear al ángel que cargaba sobre el hombre izquierdo y por otro lado, galopaban negros corceles que en desbandada se llevaban todo a su paso; no se quién ganó ni quien ganará pero en un mundo donde se me rige la vida, la religión, mis nombres desde que doy la primera bocanada de aire, ¿Por qué no ser yo el que siquiera por un momento decida qué hacer con mi vida?

Que acaso el soldado ruso, gringo, polaco no es un suicida que tristemente no sabe que es suicida ni por qué morirá ¡Claro que lo es! y la única diferencia es que ellos irán a un paraíso mientras yo, herviré en peroles por la eternidad; ¡Qué importa! Al fin, todo es cuestión de fe y según algunas religiones basta antes de llevar a cabo el suicidio  pedir perdón al Dios bueno y seré salvo por siempre; esas cosas no me cuadran, no pensaba en el suicidio y ser salvo sino para acabar con todo, no quería ver la luz del día, no deseaba el deseo y por lo tanto, el tormento y el dolor de la vida me taladraba el alma, cada poro, cada sueño y de repente empiezo a entender que no habrá un paraíso, y como tal, debo exprimir a la vida como exprimiría a una naranja aturrada, y empecé a tomar pequeñas decisiones que, dejaban el suicidio como segunda alternativa y quizá ahora soy un suicida del día, así como algunos trabajos, así, voy matándome de a poco, sea cuando destapo una cerveza, si decido correr a la mayor velocidad que mi cuerpo aguante sabedor que un infarto podría venir, me suicido cuando como un filet mignon donde la grasa revienta y liquida a cada papila gustativa.

Mi suicidio es día a día y por eso, soy solitario, no quiero falsos cumplidos ni amistades temporales, es el silencio, la mirada de un perro y el brinco de un gato mis anti depresivos, mis anti- muertes; he pasado la expectativa de vida, soy demasiado existencialista y veo a la muerte como algo normal, y por lo tanto estoy preparado no espiritualmente sino mentalmente; he llevado todo el poder de mi mente a comprender que, todo es  temporal y esa maldita vanidad del hombre asumiendo larga vida o convertirse en un ente tembloroso ante una enfermedad no lo comprendo, si ya jodí, debe haber un precio y no es el miedo sino el respeto a la muerte; la religión no me atormenta, hay curas más pecadores que yo y al final es su vida; la mía, esa sencilla vida debe terminar.

¿Dónde? No lo sé, solo que, por el momento no tengo ni caballos ni cuervos en mi alma sino tan solo un poco de amor para con mis semejantes, no es mucho pero suficiente para que creamos que vivimos en un mundo perfecto cuando todo está por terminar, y será entonces un suicidio masivo porque aunque el joven francés que eligió a un presidente mediocre, será ese joven que sin saber que era suicida, acabará siendo una sombra untada en la pared.

*Médico salvadoreño

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