¡Vamos a ver si salimos!

 “Vamos a ver si salimos doctor de esta depresión, no está fácil, no le aseguro que salga pero debemos hacer todo lo posible”.

Por: Francisco Parada Walsh*

Palabras del Maestro Doctor Francisco “Paco” Paniagua cuando pasé consulta por primera vez al atravesar un cuadro clínico de  depresión mayor. Demasiado profundo llegó mi alma. Hablar de depresión es a veces difícil, queremos dar una imagen de fortaleza, de poder, de auto control cuando en mi caso fue todo lo contrario: Debilidad, pérdida de todo sentido por vivir y ningún control sobre mi vida, más que ese miedo espantoso cuando el primer rayo de sol entraba por la ventana.

Aceptar que se adolece de una enfermedad mental debe ser lo más normal, tuve pérdidas tremendas y cada una me fue hundiendo, cada día de mi vida era un infierno, no quería vivir, el suicidio era la mejor opción para mí; no entraré en temas religiosos, aun, con las personas religiosas (sacerdotes) que conversé sobre el suicidio fueron claros que siempre es el cielo el hogar de los desesperados y abatidos como fue mi vida en ese momento, y a veces.

Empecé a visitar al Maestro Dr. Francisco Paniagua y en esa primera cita él fue tan claro al decirme que mi cuadro clínico no era sencillo, esa sacudida con que me abordó me gustó pues entendí que me estaba diciendo la verdad y empezamos a subir escalones, de a poco, no era fácil, aparte de la medicación y las consultas semanales sin cobrar un tan solo cinco, me indicó que hiciera ejercicio, siempre me decía: “Media hora de ejercicio es más importante que el medicamento”, ese no fue problema; no había consulta donde no me preguntara ¿Cómo está el licor?: Le respondía que me había tomado cuatro o cinco cervezas y siempre me hacía la observación que era mejor no tomar nada.

Recientemente, mientras caminaba por bellos parajes rebotó en mi mente esa frase ¡Vamos a ver si salimos! Estamos a doce años de esa primera consulta y sigo adelante, valoro lo que tengo, escribir me hace viajar; muchísimas cosas en la vida han cambiado y quizá en la dinámica de la existencia los amigos se van, muy pocos se quedan y surgen nuevos retoños y empezamos otra ronda de amistad, mis amigos actuales son sinceros, no abordamos temas estériles sino algo que deje un caldo, que se marque una huella y con platicar con personas así,  ellos me alimentan el alma, hay una razón para esperar el día, esa voz cálida donde la conversación es bidireccional, ambos queremos aprender, crecer.

Sin embargo la depresión es como la muerte, siempre sentada en una banca de un parque, no me la imagino vestida de negro con una guadaña, sino con un largo vestido blanco, sin guadaña, solo con un tablero de ajedrez, esperando que me debilite para que ella vuelva a ser la dueña de mi vida y a poseer mi mente; no estoy curado, no lo estoy, solo lucho día a día por ver la vida diferente, por amar lo que hago, en este tiempo creo que me he vuelto más compasivo, eso me alegra pues tengo claro que de este mundo nada me llevaré, solo lo que he servido al otro, a ese que es mi hermano, a ese que soy yo solo que con otro nombre, somos lo mismo. La soledad es mi compañía, amo la soledad, mientras escribo veo a lo lejos las montañas de Honduras, escucho correr las aguas de un río cada vez más debilucho como yo, no puedo ver al pájaro león pero lo escucho y apenas salgo de mi cuarto me esperan diez perros que debo alimentar, regar las plantas, cortar las rosas y ver en esos pétalos, la magia de Dios. Repito, no es fácil, no estoy curado y en este momento mis sentimientos son aplanados, no me gusta esa sensación, puede ser que siga luchando o pierda fuerzas.

Lo más importante de este artículo es rendir honor a quien honor merece como es el psiquiatra Maestro de Maestros Dr. Francisco “Paco” Paniagua que, a pesar de  un día  cansado, siempre tuvo tiempo para mí, sobre todo un cariño inconmensurable donde no le importó verme cada tres días con tal de sacarme de ese hoyo, que ese “perro negro” no me mordiera; eso no lo hace un cualquiera, solo los seres de luz.

¿Cuántas  veces me despedí de él con un fuerte apretón de manos o un abrazo? Fueron muchísimas, todo estaba decidido y esas palabras: “Vengase el Lunes, lo quiero ver, hagamos tiempito” es lo que me tiene frente a una máquina de escribir algo moderna. Hablar de depresión se asocia a debilidad, Churchill, hombre valiente como pocos adolecía de depresión, solo quien ha pasado por este cuadro clínico sabe lo que es padecer de depresión. No estoy medicado, es mi fe en la vida, en ese Dios esquivo, en mis amigos, en mi familia y en esa pandilla de gatos y perros que me dan el coraje para seguir.

No es fácil, quizá en la vejez empezamos a ver que todo va llegando a un final, nos vamos quedando solos y que muchas cosas que un día fueron sueños, siguen siendo sueños. Al ver ese corazón  magnánimo del Dr. Paniagua debo de aprender y ese es mi deber, servir y ser tan entregado a mis pacientes como él lo fue conmigo. No tengo reparos en hablar de mis puntos flacos, soy humano, frágil y abrir mi alma al lector espero que sirva de algo, a mí me sirve de mucho pues desahogo mis dolores, mis penas y mis vacíos.

No hay hombres perfectos, no los hay. Adolezco de depresión y como tal, debo estar pendiente y cuidar mis pensamientos, repito, no es fácil. Doce años más de vida que gracias a mi médico, he disfrutado las cosas quizá más sencillas y entendí que somos sombras en el tiempo en mi caso, una sombra o un fantasma en el tiempo, fantasma con depresión ¡La Depresión no tiene Cara! Mostrarse como uno es no es debilidad, ni anhelo de protagonismo, solamente escribo este artículo para que todos entendamos y conozcamos un poco lo que es la depresión y sí, tenemos un pariente, un amigo, un conocido y adolece de tal enfermedad, o las señales que envía son de un intento de suicidio, por favor brindar el apoyo de amigo  y la ayuda profesional. “Yo no amo a nadie y no quiero nada, excepto soledad y reposo, reposo y muerte o como se llame eso donde ya nadie molesta, ni te nombra, ni viene tarde o temprano…Estoy cansado”. Leonid Andreiíev.

*Médico salvadoreño

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