Una clase trabajadora, que necesita educación para el desarrollo humano

Las condiciones de la economía salvadoreña, siguen siendo un ámbito de poco desarrollo humano, en tanto la base salarial es muy baja acorde al nivel económico que implica el costo de vida y la manutención de una familia con ingresos mínimos o ningún ingreso permanente por su condición de persona ocupada en actividades de informalidad económica que es la inmensa mayoría.

Por: Róger Hernán Gutiérrez*

Además, el empleo es insuficiente para que pueda ser absorbida la masa laboral que requiere de un trabajo decente, con derechos, prestaciones y protección social plena, lo que se traduce en una sociedad sin oportunidades y sin las condiciones materiales de existencia que le permitan optar por una vida sana, llena de principios y valores que la hagan en todo momento una persona de bien propio, de su familia y de la comunidad donde se inserta.

Las promesas gubernamentales radican en que es necesario iniciar y hoy darle continuidad a procesos diversos que nos lleven a la etapa de desarrollo y bienestar social, la decisión de elegir un gobernante que rechazó la forma de gobernar y la obra de los dos anteriores partidos, sólo implicó un punto de inflexión, para el pueblo que decidió darle su voto. La pregunta que luego de dos años y medio en la gestión gubernamental es que no hay una decisión efectiva en que el compromiso y la promesa se incline en pro de la población laboral.

Sabemos que nuestra masa laboral es poco o nada calificada, y las promociones de profesionales académicos mantienen condiciones de no ser las personas idóneas para efectuar un cambio económico en la lógica productiva del país. Eso a donde nos lleva, sigue siendo imperativo la transformación educativa de las fuerzas productivas en el país, estamos queriendo pasar a fases de desarrollo a las cuales no somos aptos ni idóneos; y no se ven políticas públicas que implementen los recursos económicos y se dirijan plenamente a la educación.

Unos analizan que debería destinarse un alto porcentaje del producto interno bruto a la educación infantil (0 a 7 años), adolescencia, básica, bachillerato, técnico-no universitaria, universitaria; sin embargo, no existen recursos, dado que la situación política, económica y social del país continúa siendo la de cubrir aspectos como la seguridad ciudadana y del país; para el que se destinan altos ingresos a contener la criminalidad y violencia social existentes, e incluye a las empresas que destinan una alta cuota de protección y seguridad del negocio, que evita que se hagan llegar para mayores inversiones productivas.

Disponer de competencias para puestos de trabajo futuros, es un problema que se nos viene encima, y la formación profesional que disponemos es poco calificada, lo que nos hace débiles para conducirnos en un proceso de desarrollo económico-social, capaz de absorber mano de obra dentro de una lógica de economía digital.
La educación que profesamos es deficiente, la calidad de desarrollo laboral es igualmente deficiente y no propicia condiciones para salir del subdesarrollo que la lógica del mercado nos lleva. El sindicalismo se encuentra preso en un atraso y deficiencias de conocimiento y habilidades que le permitan innovar, crear y proponer permanentemente programas y proyectos para situaciones productivas exitosas.

Condiciones de alto endeudamiento ahogan las posibilidades de hacer cosas con la inteligencia necesaria, desarrollando los conocimientos a cabalidad para demostrar o garantizar competencias para puestos de trabajo futuros.

Hace falta un rescate de centros de desarrollo infantil, que permitan el crecimiento sostenible y prospectivo de las nuevas generaciones, la infraestructura cooptada por las fuerzas militares durante y después de la guerra, sigue siendo necesaria reconstruirla con otras finalidades para la población de hoy y de mañana que necesita educarse, y plantearse el proceso de formación educativa y profesional en el mediano y largo plazo.

Continuar distrayendo recursos a otras finalidades y con otros objetivos no resuelven el problema medular, y la actual gestión gubernamental no define nada con ese rumbo, por lo que dirigirnos a un buen puerto, hace falta mucho, y las acciones gubernativas y el uso del poder que se dispone no nos están encarrilando a una lógica de provecho para los grupos laborales, que siguen esperando por beneficios sustanciales para el presente que pueda garantizarles un futuro.

El desarrollo humano posible que logremos durante la gestión del Presidente Bukele, no se ve claro y las decisiones siguen favoreciendo los intereses corporativos, queda la mitad del ejercicio gubernativo, es suficiente, pero las contradicciones afloran y las decisiones se ven menos atinadas y sin la transformación estructural que se requiere, las posibilidades se agotan y el liderazgo sindical siguen sin la visión que le lleven a condiciones sostenibles de ser y valer dentro de una lógica donde el negocio se impone cada día al desarrollo humano.

*Sindicalista salvadoreño

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