¿Cómo se está manejando la pandemia?

Una cosa es el MINSAL, que desde un inicio escondió la verdad sobre los contagios y fallecidos.

Por: Francisco Parada Walsh*

Sin embargo, que colegas defiendan lo indefendible o que no puedan aceptar que muchísimas personas están falleciendo a pesar de haber recibido las dos vacunas solo puede decir dos cosas: O hay un miedo insuperable y se aferran a la esperanza de vida  de una vacuna elaborada por su enemigo: El hombre o creyendo que lo que escribo solo manda un mensaje equivocado a la población; escribo para mí, ellos tienen el derecho de escribir y sentar una postura personal pero lo que se vive en la red de hospitales dice todo lo contrario a lo que “La nueva literatura científica” afirma.

Para escribir estas líneas debí leer, estudiar la realidad no solo en este país, que poca o nula investigación se dispone, y aun, ese colega que discrepa mi punto de vista, tiene el derecho de pasar la página y leer a Mafalda. Pareciera que cada día estamos ante un virus más letal, más contagioso sin embargo, así como el virus ha evolucionado, así debería cambiar y mejorar el manejo de  éste.

Una de las grandes ventajas que tiene la medicina es que nos permite crear, improvisar, inventar dependiendo de la situación que se nos presente y debo recalcar que cada cuadro clínico es diferente a otro; pueden estar diez pacientes ingresados por Covid o apendicitis y cada uno presentará signos y síntomas diferentes y por ende, así debe ser el abordaje médico. Sin embargo la batalla la está ganando el virus y sin embargo, se han tenido más de 18 meses para prepararnos cada día mejor.

Un médico que labora con el MINSAL o el Seguro Social debe regirse por los protocolos del manejo de pacientes Covid, lo entiendo, pero aun, en ese duelo entre la vida y la muerte las decisiones que se deben tomar deben ser más rápidas que la luz  pero si el manejo de la pandemia está a cargo de venezolanos ignorantes es muy poco lo que se pueda hacer.

Entre el binomio médico-paciente y ante la falsa confianza que brinda la vacuna hace que nos relajemos y olvidamos las medidas más sencillas de bio seguridad y los resultados, son catastróficos. En mi sencilla clínica he atendido aproximadamente cuarenta pacientes Covid positivos y el abordaje terapéutico difirió muchísimo entre los pacientes; en esta zona no tengo tiempo para que el paciente vaya a un laboratorio clínico a realizarse las pruebas respectivas sino que se trabaja en una medicina de choque donde el paciente se niega a visitar un hospital y prefiere claramente morir en su casa y es ahí donde debo improvisar tanto como me sea posible.

Tengo tres opciones, me acuesto en la cama del paciente a esperar que amanezca, empiezo a leer un tratado de Medicina Interna para medio orientar mi mal diagnóstico o llamo a un médico de verdad. No hay tiempo para ninguno de los anteriores.

Pacientes con una saturación menor a 80% los he tratado con potentes esteroides, con ivermectina, remedios caseros que disponen en una casa pobre, enjuagues bucales y en esta batalla tan desigual no he perdido un tan solo paciente; no estoy diciendo que mi palabra sea la verdad absoluta ni mucho menos que me arrogue un altivo nombre de ser buen médico,  y aun, en una ocasión que fui afectado por el virus, la fatiga era tan grande que no podía ni siquiera llegar a la puerta, la sudoración era profusa y la temperatura altísima y fue un amigo, de esos que saben (Científico) quién me indicó tomar tres gotas de lejía en 500 mililitros de suero cada dos horas por un día; lo hice, para mí la medicina es dinámica, es más, la vida es dinámica, nada es estático y recuerdo el día posterior a esa recaída  decidí salir a caminar, si moría quería hacer lo que amo, cada paso era lento, cansado, sudaba a chorros pero logré cumplir el cometido; y a pesar de la pérdida del olfato, decidí almorzar y mi sorpresa fue que tenía un hambre voraz; no escribo para polemizar con nadie, sencillamente un sistema de salud no puede ser silente y estático, no, debe ir adelante del virus y gracias al Padre Flavian Mucci que le dio rostro a tantísimas personas que fallecen en los hospitales y que, esas estadísticas siempre fueron, son y serán alteradas para beneficio del estado.

Debo advertir que si las personas que toman las decisiones más importantes no conocen de medicina, definitivamente poco se puede hacer. ¿Dónde estás  Colegio Médico?  ¡En la Miramonte!  Y silencio total, de repente se ve un campo pagado de alguna asociación de médicos advirtiendo los riesgos de vacunar a menores de edad pues no hay estudios que comprueben el efecto  beneficio pero todo llega hasta ahí; la investigación científica pareciera que no existe, nadie aporta sino que divide y así, es el paciente y el personal de salud quien sufrirá la mayor parte.

A estas alturas de esta tragedia no debería morir la cantidad de personas que día a día sucumben en el sistema de salud; podemos ser grandes sub especialistas pero si al paciente no lo vemos como un todo sino que cada quien es el rey de una parte del paciente, básicamente estamos perdidos. El paciente es un ser holístico y como tal se debe abordar, y todos sabemos que los manejos iniciales de la pandemia fueron  tan diferentes a lo que sucede hoy en día y lo que en este preciso momento  creemos  que es lo mejor para sacar adelante a un paciente, en meses será “algo malo”.

Estamos ante un gremio estresado, los niveles de cortisol suben y bajan, el sistema inmunológico pierde fuerzas, aparece la depresión, jornadas extenuantes frente a una carga viral altísima: La Tormenta Perfecta.  ¿Quiere decir que una persona que ha recibido las dosis de la vacuna no puede contagiar a otros? ¿Por qué los índices de mortalidad en las personas vacunadas están en aumento? ¿Por qué se dispone vacunar a menores de edad conocedores que aun, la Asociación de Pediatría pide ser muy cuidadosos ante tal medida? ¿Por qué el miedo venció a la fe? ¿Por qué hay más decesos ahora que al inicio de la pandemia? ¿Por qué negar que tantas personas vacunadas ha fallecido y que pueden contagiar a otros?  Todo el andamiaje sobre el manejo de la vacuna está sobre arena movediza; desde un inicio se negó a dar  información  veraz  y la mentira fue, es y será la regla.

Nuevamente, la medicina cambia segundo a segundo, lo mismo hace el virus y deben los médicos brillantes que son los responsables de manejar la pandemia, creer en que no se puede aceptar tan alta mortalidad con tanto tiempo que se ha tenido para estar cada día, mejor preparados. Ahora, si el médico tratante recibe órdenes de personas que desconocen el tema como es el caso de la pacotilla de venezolanos, entonces ¡Sí estamos jodidos! Y debo aclarar algo, tengo vida propia, pienso, analizo, investigo, consulto  y como tal la ciencia no es de pasiones, miedos, angustias. Al contrario, harto estamos de mentiras para que ya no solo los ignorantes venezolanos sino con los médicos salvadoreños actúen más por reacciones fisiológicas que por el conocimiento tan valioso que tienen.

Mientras, debe el personal de salud volcarse a la investigación científica y anticiparse a nuevas cepas pues en mi vida, nunca se ha fabricado una vacuna que no es vacuna. La ciencia es exacta ¿Por qué cuando me he vacunado de tétano, sarampión, rabia  o contra otras enfermedades jamás hubo un caso de adolecer de tales enfermedades? Solo contéstese amigo lector; sin embargo la vacuna contra el Covid protege y no protege, salva y no salva, da vida y la quita.

Vamos para la tercera dosis y los médicos que trabajan en la red nacional dan fe de la altísima mortalidad que ocurre día a día. Particularmente en el hospital más “cool” del mundo mundial.

*Médico salvadoreño

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