¿Cuántos países hay en el mundo?

En la literatura se dice que hay 193 países soberanos y 2 que solo son observadores como es la Ciudad del Vaticano y el estado de Palestina. Ser tan desdichados para que desde el microscopio electrónico de la maldad nos encuentren, nos desfiguren, nos maten; es quizá, algo que este falso pueblo nunca imaginó.

Por: Francisco Parada Walsh*

Llamo falso pueblo ya que la historia dice que éramos apenas un departamento de la antigua Guatemala, al momento que tocaba armar el mundo, como una pieza Lego salimos sorteados con un nombre tan épico como mentiroso: EL SALVADOR. Escribo en forma práctica, no entraré en detalles  acerca de la religión católica, solo que ese nombre es como un traje o zapatos que un día nos compraron nuestros padres donde no había opción a decir que era muy grande o que los zapatos nos apretaban, no, ese sacrificio de vestir un traje flojo o unos zapatos socados era parte de la vida, de ese respeto por las decisiones de nuestros padres.

En tantos países que cubren al mundo, poner particular atención a estas lastimeras tierras es para pensar qué debemos, qué mal hemos hecho para que en ese universo de países el mal ponga su mirada para probar algo que no tienen la menor idea de lo que sucederá, no les importa el hambre, la pobreza, la miseria, la corrupción, la maldad que hay detrás de esa cripto moneda; no, el objetivo es que cual cobayos en un laboratorio nos encierren en diminutas jaulas que son esas tristes y reales casas de cartón que habitamos y esperar a ver qué sucederá;  reacción tenemos, pueda ser sumisión y empezar a dar vueltas eternamente en nuestra sombra o intentar romper esa jaula y salir desesperadamente a buscar comida, medicina, gasolina, un poco de amor en la familia y morder cual marranos los tendones de los opresores, como sucedió en El Congo donde la población cortó el tendón de Aquiles a los soldados belgas, opresores infinitos y murieron pagando la bárbara ocupación a tal nación ¿Pasará lo mismo acá? Solo el tiempo lo dirá.

Debe el lector revisar que a pesar de los desastres del ejecutivo la injerencia del Jefe Indio no aparece; pocas veces un país olvidado por la vida los ofende, les cierra las opciones de que un pandillero sea extraditado y aun, la embajadora, que parecía una mujer coherente se perdió, visita con besos y abrazos los centros de vacunación, reparte helicópteros para reprimir “más” a este triste país y para fulminar a “los mismos de siempre” ¡Se guarda silencio! Todo está orquestado, el chompipe del mundo se llama “El Pinochini de América”, si, ese país bravío, guerrero, amante de sí mismo; me equivoqué, no sé sobre qué escribo, no, no es ese país fuerte, no,  somos “Indolence´s Land” donde cual Disney Land cualquier país puede cumplir sus deseos, me siento confundido al ver la tragedia que viviremos, conozco en carne propia al pobre ¡Soy pobre! Y hay otra escala de pobres que pocos salvadoreños conocen y serán esos millones de hermanos que creyeron en el presidente la mentira de “los mismos de siempre”; me pregunto  o ¿Somos tan sencillos? Para que a nivel mundial seamos Los Conejillos de Indias para ver qué pasa y cómo reacciona la gente.

Tristemente, atrás, muy atrás de la realidad que vivimos o parecemos entender existe un pobre que desconoce el mundo, que no puede leer, que apenas cuenta hasta cinco, que tiene que “prestar” dinero todos los días para su venta sacar, que hay un niño tierno bajo la canasta de pan, ese hombre que sube al bus a vender “sueños”, ese joven que con tal de llevar algo a casa destroza cualquier  argumento médico o científico frente a decenas de pasajeros vendiendo mágicos ungüentos, si, los buses son mis hermanos, donde la pobreza es el tiquete para subirse.

Recuerdo  que en el 2013, después de 32 años de manejar mi carro y nunca subirme a un bus tuve que hacerlo, mi viaje era algo idílico, sabía que solo debía llegar del punto A al B y todo sería mejor, pasaba por Apopa cuando el bus se detiene, había un pandillero asesinado, ropa distintiva, cuerpos momificados por la maldad donde el plomo decide la posición del cadáver, intenté sacar una cámara fotográfica para seguir haciendo mi propio Google, pero vino una luz a mi maldita memoria: “No saques esa babosada que te van a matar”.

Realidad de realidades. Cuento esta pasada para que el lector sepa que no soy ni por cerca lejano a esta tragedia que tocará mi puerta sin embargo está ese pobre invisible que volverá a anegar las cunetas de sangre, solo es cuestión de tiempo, el polvorín les estallará a esas personas que creyeron en el presidente; particularmente no voté por él, ni deseo lo que se viene para ese fanático confundido, no hay argumentos que refuten mi deseo por una sociedad justa pero eso poco importa.

De 195 países, ser “Los Elegidos de Dios” debe hacernos pensar si por buenos, malos o peores; con todo respeto para mí, escojo la opción “peores” donde relucimos de torpeza, maldad, sencillez, ingenuidad y canibalismo; no sé si estos vieron los 194 países restantes, que somos capaces de lo que sea, indolentes como nadie, violentos como  Billy The Kid, mentirosos como Pinocho, desviados como “Papá “Napo” (A quien admiro), y tal como un anciano senil que sabe de leyes y que tiene poderes mágicos para dormir doncellas; sicópatas como el presidente que jamás han sentido empatía ni por él, ni por nadie; asesinos como el “cuilión” de Chalchuapa, que, en la mayor complicidad descuartizaba, enterraba a nuestro futuro en las narices del poder.

Nada me ahueva, nada me confunde, solo que la tristeza que me atenaza por ver a mi prójimo reventado es suficiente para no rezar, sino para creer que el mal existe y no está en ese joven al que los pandilleros llaman “barbacha” sino en cada uno de nosotros, en cada ciudadano que por irse de farra a donde le apunte la nariz permitió que este país cayera en manos de lo peor no de El Salvador sino del mundo, prueba fehaciente es ver que entre 195 países somos observados, escudriñados, nos revisan de pie a cabeza como toca jugársela con la migra gringa que, sumisamente permitimos toda clase de  revisiones.

Nada ha cambiado. Nada. Solo que tristemente, será nuevamente el pobre quien matará al pobre, mientras “Los mismos de Siempre” se festinan nuestra sangre, nuestro trabajo, nuestros hijos. Ojalá, que caiga un rayo y pulverice tanta maldad, no gozo del mal ajeno ¡Nunca! Pero dentro de estos males, es el mejor.

*Médico salvadoreño

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