Elogio al Loco Eulogio

Parece mentira que haya personas, que por haber publicado sencillos artículos como los que semanalmente entregamos a mi estimado lector  y es quien me manda a la guillotina o a la gloria, se consideren “Escritores” y como tal, aun, se anuncian por la profesión que ejercen; se llaman o se hacen llamar “escritores” y cuanto apelativo vaya en aumento de un ego tan vacío. Jamás me he considerado ni por cerca escritor.

Por: Francisco Parada Walsh*

Si viviéramos en la época de Cochise y tuviera que  como guerrero solicitar un bravío nombre y se me ocurre improvisar un diálogo al pasado: Gran Jefe Toro Sentado, este hijo de la tribu quiere cambiarse nombre y es el gran jefe Toro Sentado quien me responde: ¿Qué nombre querer ponerte?, en mis desvaríos le contesto: “Escritor de historias”, inmediatamente gran jefe Toro Sentado me dice: “Antes de bautizarte con tal nombre, primero ponerte, y luego caparte”, ante esa angustia que me espera, prefiero decirle que me basta que me llamen “ Luz de la oscuridad” o “Tulipán feliz”; Gran Jefe Toro Sentado se levanta y me dice: “Mejor “Luz de la Oscuridad”, se oye mejor ¡siquiera un poco más varonil!  Una cosa es  que disfrute escribir, entonces quizá debería llamarme “El que disfruta escribir” y no más.

Pero ver a hombres y mujeres que se arrogan tan altivo nombre por apenas escribir versos confusos o diatribas encendidas de fanatismo es para preocuparse pues es como que en mi mayor sencillez destacara todas las cosas que la vida me ha permitido hacer; son regalos a la humanidad pero eso no representa que sea escritor ¡Jamás! Por cosas del destino se me ocurrió enviarle solicitud de amistad  a varios “escritores” y mi sorpresa fue que no aceptan solicitudes de amistad, solo “seguidores” ¿Tan perdidos estamos? ¡Esa es nuestra triste esencia! Somos y son apenas ¡Sombras en el tiempo! y aun, el vergonzoso protagonismo y ese ego que solo los locos como Eulogio pueden tener dice que, apenas escribimos un artículo ¡Debemos ser seguidos por multitudes de fanáticos! Me aterra en primer lugar llegar a considerarme escritor y en segundo lugar, alejarme de mi gente, de ese lector que disfruta mis sencillos artículos y no hay cosa más agradable que sea el lector el que me busque y yo, salga a esperarlo, a su encuentro, nos buscamos y nos encontramos y a veces terminamos bebiendo, sea guaro, café negro con azúcar blanca en tazas verdes como la esperanza o sueños pero eso ¡No tiene precio! Historia 1- Recuerdo que una vez recibí una llamada telefónica de un amigo lector, su nombre es Don Jorge Marchesini “El Quijote”, él quedó sorprendido de la historia del Gran Julio, que día a día debe desplazarse hasta San Ignacio para “costurar” zapatos y todo lo relacionado al cuero, después de tocar las puertas de “los mismos de siempre” que por supuesto no le contestaron, le llevó diez y ocho meses que alguien le diera la solución para que Julio tuviera su máquina para reparar calzado ¿Quién se dignó de voltear a ver a Julio y leer la carta de “El Quijote”?: Doña Margarita de Cerén que le regaló a Julio una máquina industrial para coser todo lo relacionado al cuero ¡Esos son mis amigos, esos son mis lectores! Historia 2- Recibo una llamada del Maestro Doctor Herbert Wilfredo Barillas quien después de leer mis artículos sube a mi montaña y me trae una “cajototota de medicinas” no como la  cajita de  macarrones y atunes sino algo increíble, sirvieron esas medicinas para atender a mi gente por más de seis meses, todos ganamos y a la vez no podía faltar un six pack de cervezas, mi única observación fue que, muy pocas cervezas me habían traído; la amistad no terminó ahí, fueron muchísimas veces que me trajeron medicamentos para el paciente, y guaro para mi ¡Esos son mis amigos, esos son mis lectores! Historia 3- De repente recibo una llamada de una elegante señora, mi amiga Doña Elsita, esposa del Maestro de la Medicina D. Ramón Francisco Chávez Cañas, a ella le sorprendió mi artículo “La Sopa de Pitos”; inmediatamente me pidió la dirección y me envió por correo una botella de vino tinto, una colcha térmica, dos USB topadas de bellísima música y una carta, que aun guardo; ese vino pagó el pato, lo decapité y sin duda alguna, me lo tomé apenas bajó del barco de la vida, no en finas copas ni con poses de aristócrata pobretón, sino que esos 750 ml.

Fueron tres vasadas de vino en grandes vasos del pollo Campero que calentaron mi barriga y de ahí, nació una bellísima amistad, al punto que su hija, Elsita que vive en la tierra de la grande  Angela Dorothea Kasner,  mejor conocida como la grande Merkel me envió más de 1500 dólares para aperarme de medicinas durante la pandemia; por cosas del destino un artículo que escribí fue traducido al alemán y al ruso, y esas sociedades fraternas y solidarias que nunca, nunca olvidan su pasado al leer mis sencillas líneas no dudaron en donar dinero que se tradujo en medicinas y  sirvió a los pacientes de mi montaña embrujada; envié factura tras factura de cada gasto realizado y aun, pude regalar dinero en efectivo al que lo necesitaba ¡Esos son mis amigos, esos son mis lectores! Historia 4- Recientemente una familia me abrió los brazos, la familia de Angelita Petrocelli de Miranda y debe saber el lector que estoy invitado a su casa ¡Esos son mis amigos, esos son mis lectores! Prefiero llamarme “Luz de la Oscuridad” o “Tulipán Feliz” que “Escritor”, palabra hueca que solo llena mentes, corazones y egos vacíos.

Recientemente una joven de nombre Yosi  puso bajo un artículo de nombre “Mi Soledad” uno de los comentarios más hermosos que alguien haya escrito a mi persona, esta semana le escribo un artículo a ella, le dedico todas las palabras de cariño, de respeto y agradecimiento para que ese comentario se transforme en vida, en una sabrosa tertulia, en un café negro con azúcar blanca en tazas verdes como la esperanza o en ese vino que en vano limpia mis venas.

No soy escritor, soy un soñador, un agradecido que esta bendita pasión de escribir garabatos me acerque al corazón de mis amigos y  al de mis lectores; deben saber que siempre, siempre seré el mismo Francisco Parada, el mismo y que sean los guitarrones de Led Zeppelin quien vibren y cantar junto a mis lectores: “The song reamains the same”.

*Médico salvadoreño

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