¡Quebrado$!

Por: Francisco Parada Walsh*

En un país tan destartalado como El Pinochini de América, la profesión de economista no queda reducida a un grupo que visitó la universidad y aprendieron tanto, tanto sobre una bellísima carrera; en El Salvador de Qué, de una u otra forma todos somos economistas, magos o escapistas de la realidad ¿Por qué digo que el común del salvadoreño es un economista?: Debe hacer sendos cálculos basados en la canasta básica y no tan básica; no debe pasarse de realizar determinados gastos pues la quiebra de su empresa personal sería una catástrofe mensual; converso con tantas personas que con qué dificultades terminan el mes y otros, que ni siquiera lo terminan, se van asfixiando poco a poco, basta un gasto imprevisto para reventar la economía de ese hogar; hablemos de realidades, enfermarse en este país es un lujo y la mayoría de la población no tiene para comprar medicamentos, si ese economista de la vida dispone de vehículo y éste sufre un desperfecto mecánico, ya se le trabó la carreta, no digamos si le ponen una multa de ciento cincuenta dólares salvadoreños. Fin de la historia.

¿Por qué el país entró en la categoría de “Quebrado$”?: Sencillamente regalaron mi dinero, el  dinero suyo amigo lector, como nunca; se repartieron cajas de víveres sin merecer tal presente, a eso se le llama “El Pan de la Vergüenza” porque no me lo he ganado y esas dádivas o migajas que cayeron de la mesa del patrón era ¡Con nuestro dinero! Y apelaron no a un sentimiento sino  a un instinto tan primitivo como es el hambre y ¡Que sí tuvieron éxito, no hay duda de eso! En la zona rural el electorado se decantó por el partido en el gobierno, básicamente en forma refleja como los perros de Pavlov que bajo un condicionamiento, bastó solo tener en la mente esa caja y ese dinero, que tan caro ha resultado apenas un año después.

El país no produce nada, se debe entender eso, no hay producción, todo es importado y haber sometido a esta nación a un endeudamiento como nunca, no se puede esperar que de una curva salga una recta ¡Sino un precipicio! Donde día a día caen micro empresas, profesionales, campesinos y todo aquel que no trabaja en esta nueva administración, que como cómplices de este descalabro tienen que pagar sea en esta vida o en otra, aprovecharse y lucrarse del hambre de un pueblo hambriento.

Todos los servicios que antes eran básicos y ahora son servicios suntuosos han aumentado sus tarifas en un cien a un cuatrocientos por ciento; en la zona rural todo ha aumentado; ejemplos sobran: El huevo se ha encarecido tanto que después de dar siete u ocho huevos por un dólar ahora le entregan apenas cinco, el pan dulce que básicamente es el desayuno en esta área rural se ha incrementado, después de dar siete panes dulces por un dólar, ahora le dan cinco sin embargo no se percibe un aumento en el salario del jornal rural; no se puede creer lo cara que es la vida en la zona rural, pero las personas pareciera que no entienden que hay un tan solo culpable: El ejecutivo, que despilfarró lo poco que un país pobre y tercer mundista tiene y se regaló sin pensar en la quiebra de un país que está a punto de hacer uso de lo poco que queda de las pensiones, un 9% que en dinero contante y sonante no pasa de quinientos millones de dólares; el otro 91 % existe pero no existe, nunca un afiliado sabrá dónde está invertido ese dinero, trayendo réditos enormes a “los mismos de siempre”; pero falta más, no soy pesimista, sencillamente mis sensores económicos es ver que no puedo comprar la medicina para el pobre como hace dos años, fue la pandemia la oportunidad dorada para reventar la ya maltrecha economía salvadoreña.

Me duele el alma ver que después de semejante catástrofe no somos capaces de enderezar el barco, no, al contrario, todos nos hundimos, todos. Pero falta el tiro de gracia que será la introducción de la cripto moneda, seremos el único país en el mundo donde se echará a andar un proyecto fracasado antes de existir, pero pareciera que no se entiende; la clase media se pierde en guaro, salidas nocturnas y creyendo que no se verán afectados cuando será un crujir de huesos para todos aquellos que tienen sus reales y que creen que no son parte de este problema; se percibe una adinamia, una falta de conocer lo que se viene, ese es el salvadoreño promedio que siempre está ausente en los eventos importantes de su país, viven a las orillas del problema y nunca nadan en lo profundo en busca de la solución.

Será una locura lo que se viene, sin embargo es un estado casi normal del salvadoreño, que nuevamente movido por miserables treinta dólares saldrá a morder el anzuelo sin carnada; pero ¿Qué hará la señora que vende pupusas, el vendedor de cocos, de minutas, de mango, el vendedor que sube a los buses a ofrecer la vida?: Morir de hambre.

Revisemos a la clase media alta, no a la oligarquía; esa clase media alta que dispone de un par de millones que ante la catástrofe que se viene con la implementación del bitcoin se irá del país, se llevó o se llevará el dinero y será un destino inseguro si siguen operando empresas medianas o las cierran; si esto último sucediera, tendríamos a miles de personas desempleadas, confundidas, hablando hasta con los postes. Nada me extraña de este país, de este gobierno, nada.

*Médico salvadoreño

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: