Cambalache ¡ya no más!

Por: Francisco Parada Walsh*

Algo de historia: El tango Cambalache se estrenó en una clásica obra del teatro de revista, en el Teatro Maipo. Pero como consecuencia de este acto, el director de la película “El alma del bandoneón” (Mentasti) se enfureció y presentó una enfática queja, ya que existía un acuerdo entre Discépolo y el director de cine para que éste último fuera el titular exclusivo de este tango.  Letra y música de Enrique Santos Discépalo (1935).

Como amante de la música, el tango no puede quedar fuera de mi pasión por él, quizá en otra vida fui bandoneón, o un elegante caballero que con furia y amor abrazaba a una bella dama en uno de los duelos más hermosos que el mundo de la música y el baile pueden regalar. Que Discépolo haya sido el Nostradamus del tango al predecir lo que el mundo vive es para pensar que en casi un siglo nada ha cambiado, la raza humana se degeneró en una subespecie de torpeza y maldad como nunca  y ahora, vivimos todos una tragedia no griega sino salvadoreña.

Dejemos a Santos Discépolo que nos encante con un tango, profético tanto dedicado a El Pinochini de América. “Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé. En el quinientos seis y en el dos mil, también. Que siempre ha habido chorros, Maquiavelo y estafaos, contentos y amargaos, barones y dublés. Pero que el siglo veinte es un despliegue de maldá insolente, ya no hay quien lo niegue. Vivimos revolcaos en un merengue y en el mismo lodo todos manoseados”. (Llegamos al 2021 mi amigo Discépolo y las cosas no pintan nada bien para mi patria, cada día sangra, agoniza y muere. ¿Cómo pudiste siquiera imaginarte que desde 1935 vivimos en una porquería? y que el despliegue de maldad es cada día más, siempre todos manoseados, todos saqueados).

Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador… ¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! Lo mismo un burro que un gran profesor. No hay aplazaos ni escalafón, los ignorantes nos han igualao. Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, Rey de Bastos, caradura o polizón”. (Amigo Discépolo, el mundo fue azotado por un virus más letal que el hombre mismo, pero sucedió que mis hermanos médicos fueron acribillados y desaparecidos como en la dictadura de Videla, nada que envidiar pero el colmo mi amigo, hubo un personaje que dijo que con una bolsa de basura se podía improvisar un traje contra tan contagioso virus, acaso ¿Puedes siquiera imaginar tanta ignorancia? Muchos lo olvidaron sin embargo esa ignorancia supina está manchada de sangre blanca, sangre de mi gente “¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón! Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón…

Mezclao con Stravisky va Don Bosco y La Mignon, Don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín… Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remache ves llorar la Biblia junto a un calefón”. (Discépolo mi amigo, hoy todos son señorones, sabios, y como tú dices proféticamente: ¡Cualquiera es un ladrón!). “Siglo veinte, cambalache problemático y febril… El que no llora no mama y el que no afana es un gil.

¡Dale, nomás…! ¡Dale, que va…! ¡Que allá en el Horno nos vamo’a encontrar…! No pienses más; sentate a un lao, que a nadie importa si naciste honrao… Es lo mismo el que labura noche y día como un buey, que el que vive de los otros, que el que mata, que el que cura, o está fuera de la ley”. (Oye mi amigo Santos, ¿Cómo pudiste pensar hace casi un siglo que es lo mismo el que mata que el que cura? ¿Cómo? Mis amigos que curan murieron, los mataron amigo, no hubo honor ni gloria, en mi país todo queda en el olvido, todo mi amigo Discépolo; casi cien años después que tú, en un arrebato divino escribes la última parte del Apocalipsis y quizá hay dos apocalipsis, la de la Biblia y la de Francis Ford Coppola que revienta a ese Marlon Brando al estrellato pero todo es matar, todo es robar, todo es falso; estoy triste amigo, creí que antes de morir vería a una patria justa, solidaria, fraterna pero no, al contrario, vivimos matándonos entre hermanos, entre vecinos, entre amigos; pero parece que a nadie importa, no tenemos a Diego ni al Messi pero vivimos pendejos por gritar gol, por hartarnos guaro, por girar la mirada a  un mundo rosa y no a este mundo de dolor y hambre que sufrimos. 

Todo se cae a pedazos, todo, menos la mentira, menos el fanatismo asesino, nada que envidiarle a las barras bravas de Boca y River, boca abierta cual pajarito tierno esperando la cucharada de pitos y riveres de luto, dolor, migración y pobreza, si, esa pobreza que mata a un país, que apenas vive de fiado, que cual desempleado que llega a la tienda vecina a fiar algunos huevos y algún “conqué”, así, de fiado vivimos y morimos; siempre perdidos como dijo Roque; nosotros tuvimos a ese poeta único que igual que tú mi amigo Discépolo, predijo lo que es nuestra vida, nuestra ruina, nuestra muerte.

Nada ha cambiado, nada: “Los que nunca sabe nadie de dónde son, los mejores artesanos del mundo, los que fueron cocidos a balazos al cruzar la frontera. Los arrimados, los mendigos, los marihuaneros, los guanacos hijos de la gran puta”.

*Médico salvadoreño

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