La Rosa y el Marrano

Por: Francisco Parada Walsh*

Mientras la Rosa se peinaba los pétalos y se miraba en el espejo de la vida, pudo ver a lo lejos  que se acercaba su eterno enemigo, el Señor Marrano; el enfado y el miedo invadieron a la Rosa que muy en sus adentros sabía que podría ser el almuerzo del gordo visitante quien después de admirar la belleza de cada flor, empezaba a devorarlas.

Poco a poco el jardín quedaba  más despoblado, de nada servía que la orquídea diera aviso cuando  divisaba al Señor Marrano acercarse, que con un lento caminar causaba terror en aquel bello jardín; poco importaba el olor a vainilla que despedía la orquídea para alertar a todas las plantas que se acercaba el odioso Marrano.

El Señor Marrano, de caminar despacio y bamboleante ante semejante barriga que apenas podía sostener parecía disfrutar la belleza de cada flor, se acercaba sigilosamente a cada planta y mientras aspiraba el delicioso aroma, cerraba los ojos en un total trance o quizá recogimiento; todas las flores habían decidido que en vez de soltar sus hermosas fragancias harían lo opuesto, liberarían olores fétidos y pútridos creyendo que eso haría que el Señor Marrano prefiriera ir a otro jardín de la pequeña aldea.

De nada sirvió, a pesar de los malos olores que despedían las hortensias, claveles, chulas, sultanas y tulipanes el Señor Marrano se acercaba lentamente a la flor, siempre trataba de entablar una conversación con la planta que sería su manjar pero el miedo impedía que las flores pudieran decir ni tan solo una palabra o un aroma; temblaban, sabían que serían devoradas y poco, muy poco se podía hacer.

Una mañana, el Señor Marrano se acercó a La Rosa quien no había dormido pensando qué decirle al Señor Marrano cuando llegara a visitarla, mientras éste cerraba sus ojos le preguntó a la Rosa, ¿Por qué Dios te hizo tan bella?, la Rosa, algo confundida no recordaba lo que creía que debía  decirle y así evitar ser devorada por el Señor Marrano, mientras se limpiaba las lágrimas que corrían por sus pétalos solo pudo decirle: Ay Señor Marrano, más bello es usted, solo mire su elegancia, sus mofletudos cachetes y esa barriga no son de cualquiera, su caminar y porte lo hacen tan bello; mientras, interrumpe el Señor Marrano: ¿Crees que soy tan bello?, respondiéndole La Rosa: ¡Bello es poco! Por un momento pareció que el Señor Marrano estaba feliz por las repuestas recibidas, pero no, sabía que la Rosa, a pesar de bella tiene espinas que lastiman; fue entonces que el Señor Marrano algo contrariado le dice: Pero Rosa, tu siendo la más bella de todas las flores, eres la que más daño causas, y puedes ver mi apariencia, muchos juzgamos la apariencia del otro y ni por cerca conocemos los verdaderos sentimientos, soy un cerdo sucio y grasoso, pero no le hago daño a nadie; tengo que comer, de eso no hay duda y ustedes son mi plato preferido pero muchos me juzgan por mi aspecto algo grotesco, mientras tú, estás llena de espinas, quizá amiga Rosa si no te he comido es por tener miedo a lastimarme a pesar de tu infinita belleza; ¡Ay Marrano! No sabes que cada espina es un miedo, una inseguridad, a veces son traumas y estoy presta a atacar y a lastimar antes que volver a sufrir; el clavel estaba atento, sus pistilos escuchaban todo y no encontraba manera de defender a su pareja, de a poco el marrano voltea a ver al clavel y le dice: ¿Por qué tan rojo mi querido amigo Clavel? ¿Que acaso no puedes disimular tu amor por la Rosa? mientras el clavel pensaba qué contestar, el Marrano ni lerdo ni perezoso le dio una dentellada y apenas se escuchó un grito de dolor; mientras, la Rosa lloraba en silencio ya que en un abrir y cerrar de ojos el Marrano saboreaba a su eterno amor.

Nuevamente el marrano se acerca a La Rosa diciéndole que siempre tuvo celos del Clavel y que bien merecido lo tenía servirle de un suculento bocado; La Rosa se limpiaba las lágrimas que corrían por sus frescas hojas, el llanto no podía disimularlo y nuevamente el Marrano le pregunta, pero ¿Por qué lloras? Respondiéndole la Rosa que le tiene miedo a la soledad, que no sabe qué hará sin su compañero de vida, el Clavel; es el Marrano que algo contrariado replica: Rosa, Rosa, la más bella del jardín, ¿Cómo iba a imaginar que la bella entre las bellas  está llena de dolores, pesares, miedos y angustias?, vaya Rosa, soy de los animales más asquerosos porque me devano en el lodo y por eso me critican sin saber cómo soy realmente, no podemos dejarnos llevar por las apariencias pues tu siendo la flor más bella escondes secretos, y yo, en mi mantecosa apariencia soy más puro que tu; no te preocupes, no te comeré, tu sola te comerás, tus espinas son tus miedos y quizá tu belleza es tan superficial que no vales la pena que te coma, no,  tu sola te clavarás las espinas.

*Médico salvadoreño

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