Un Oficial. Un Caballero. Una Vergüenza

Por: Francisco Parada Walsh*

Pertenecer a la Fuerza Armada Salvadoreña no es para cualquiera, en un tiempo esa institución preparaba a oficiales extranjeros, No entraré en detalles moralistas, eso de que se les prepara para matar es complicado entender pues países de primer mundo masacran naciones en el nombre de una libertad inexistente, que ni ellos mismos gozan.

Y entre morir cruzado por una ráfaga de fusil y morir de hambre prefiero la primera opción, lo que nos está sucediendo con la pandemia que con todo el dolo del mundo se ha permitido exterminar a millones de personas y al momento no hay responsables, ¡Ese sí es un crimen de lesa humanidad! Se mata de desempleo, se muere en los desiertos llenos de dolor, desiertos tristes que ven a mi gente morir de sed, mordidos por serpientes, masacrados y violadas por bandas de criminales, una realidad ineludible.

Ser oficial de la Fuerza Armada es punto y aparte. Me refiero a mis amigos que ingresaron a dicha institución y a otros jóvenes oficiales que conozco, como decir que en el gremio médico solo santos hay, sobran demonios que amparados en esa magia no dudan en desollar vivo a un pobre paciente con tal de sacar el presupuesto estipulado por ellos mismos, buenos y malos hay aquí y en la China. Oficiales que causen vergüenza no es común encontrar y nuevamente aparece El Pinochini de América a la cabeza, desmontar la institución que ha sido la más profesional, apolítica y obediente de cumplir la Constitución de la República augura un desastre social; solo alguien sin vergüenza y oportunista que por unos dólares más sea capaz de vender a dicha institución condena a un país que sufrió a más no poder los estragos de la guerra.

En 28 años se había avanzado, hubo inversiones, el país iba saliendo, de a poco pero iba saliendo sin embargo el daño causado es irreversible a menos que este funcionario renuncie y debe también renunciar todo el ejecutivo, algo descabellado pero necesario en mi mundo. Esto es más complicado de lo que parece, una Fuerza Armada tiene miedo a promociones de oficiales numerosas pues controlan todo el mando que es la tropa sin embargo el general que no tiene quien le escriba ni quien le lea sabe lo que hace, aparte de cargar camastrones tiene una maldad envidiable porque descabezó a las promociones menores a él y la juventud militar desconoce parte de la historia, parte de su poder y no respetar una guerra civil que dejó más de ochenta mil muertos solo dice la debacle que se viene; tener el poder total que por supuesto dependerá del elector para volver a una Fuerza Armada y a una Policía Nacional poco Civil al servicio de una persona y en contra del pueblo, en contra de todo aquel que sueñe siquiera lastimar con el pétalo de una rosa al mesías de turno.

A mi edad he visto hombres intratables, soberbios que terminan usando calzoneta y camiseta blanca cual jugadores albos cuando ese es el uniforme que se usa en los centros penales; todos, mortales de pacotilla tienen sus días contados, no saldrán bien librados pues el karma no falla y serán esos miles de muertos quienes los señalarán, los despedazarán, los enterrarán.

¿Quiénes eran ustedes antes del 1 de junio del 2019?: Sombras nada más pero el poder terrenal embriaga y debería ser su asistente quienes les diga gritando a sus orejas de burro: ¡Recuerda que eres más mortal de lo que crees! ¿Qué es del IPSFA?: ¡Quebrado! Juegan a la famosa pirámide y deben dar cuentas de cada cinco que tocan, no se pueden robar el dinero de los cotizantes y a la vez someter bajo el miedo a un pueblo miedoso; mis únicas armas son mi boca para gritar las justicias y las injusticias y mis manos para trabajar y escribir.

Deben las promociones de jóvenes oficiales una vez estén capturados todos esos hijos no gratos de la Fuerza Armada quitar las fotos del altar de “diositos” de este ministro y sus secuaces pues ensuciaron el verde olivo a rojo sangre y devolver el honor y ese pundonor del que gozaba la Fuerza Armada, ahora desarmada. Esto no se vale y no ha habido motivo alguno para querer olvidar a mis ochenta mil muertos ¡ninguno! Y pido a Dios que este país encuentre esa paz tan deseada por un pueblo adormitado, comatoso, endrogado por un consumismo inimaginable. El daño está hecho, se quemaron las naves, poco se puede hacer y serán las futuras generaciones de oficiales de deben ponerse firmes y ante la bandera decir: “Te regresamos la Dignidad! Nuestra cambiante historia.

Este es el Juramento que debe cumplir un soldado de la Fuerza Armada, éste dirá: “¿Juráis por vuestro honor sostener la integridad del Territorio, defender el Pabellón Nacional, como la Insignia Sagrada de la Patria, servir al Gobierno de la República y obedecer en todas las ocasiones y riesgos al superior que os estuviese mandando, aun a costa de vuestra vida? Los requeridos, levantando el brazo derecho con la palma de la mano al frente, dirán: “Si Juramos” y tienen otra opción y pueden gritar: “Espera, la nave del olvido no ha partido, no condenemos al naufragio lo vivido, por nuestro ayer, por nuestro amor yo te lo pido” y la versión 2.0 es la siguiente: “Querida, ven a mí que estoy sufriendo…” Si ustedes, jóvenes oficiales no tienen la guapeza de devolver el honor a nuestra Fuerza Armada, pidan la baja, fallaron a la Constitución, fallaron a un pueblo, fallaron a los más de ochenta mil muertos que dejó la guerra civil.

*Médico salvadoreño

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: