La Muerte Blanca

Por: Francisco Parada Walsh*|

A mediados del siglo XIV ocurrió en Europa y en buena parte de Asia, la llamada “Peste negra” o “muerte negra” que acabó con la vida de millones de personas en aquella época medieval. Se debió a la epidemia de la peste bubónica, causada por una bacteria que se trasmitía luego de que las personas fueran picadas por las pulgas, que a su vez infestaban las ratas. En El Salvador, a raíz de la pandemia del coronavirus -19, vivimos como en ningún  otro país del área y como en el medioevo, una “muerte blanca”. Y es que lideramos en muertes de personal de salud, desde personal de apoyo, enfermeras y médicos, cuyo distintivo en los uniformes y gabachas es el blanco. Blanco de servicio, blanco de sacrificio, blanco de luto,  blanco de muerte. Hace apenas dos semanas leímos en las redes los comentarios de un colega médico que recientemente perdía a su esposa, una enfermera, a causa de este nuevo virus.

Se lamentaba en forma amarga por la pérdida de “su todo” a la vez que exigía que se nos dejase de llamar “héroes” y en vez de tal altivo sobrenombre, en forma justa se nos calificara de víctimas. Las quejas han sido reiteradas por parte del personal de salud, tanto del Seguro Social como del MINSAL, particularmente por la mala dotación, o ausencia, del equipo necesario de protección que se debe utilizar para la atención de una enfermedad viral muy contagiosa. Pero ésta es solo una de varias quejas no menos graves.

Como por ejemplo, ubicar en un mismo servicio, a pacientes con dolencias diferentes. Personal de áreas especiales como la UCI, con apenas un gabachón de tela y una mascarilla quirúrgica. Fin de la historia. La gravedad de los señalamientos no termina ahí. Sabemos de fuentes directas que, el personal de salud apenas recuperado de la enfermedad, es enviado de nuevo “al frente” paradójicamente e incluso en forma cruel y fría, a atender otra vez pacientes con covid.

Conocemos de personal de salud que presentó todo el cuadro clínico completo, (a quienes la prueba les salió “negativa” (Un falso negativo, es decir, la persona en efecto sí está enferma de covid-19 pero el examen falló en detectarla) quienes apenas se les dio unos días de incapacidad por “gripe común” y fueron enviadas al servicio, a contagiar al resto de compañeros y compañeras, razón que explica el altísimo número de incapacidades por Covid-19, de médicos y enfermeras muriendo o siendo ingresados por cuadros graves. Tenemos la certeza que a los médicos del Seguro Social les prohíben dar incapacidades prolongadas, aunque se sepa que la enfermedad dura en promedio 30 días y que puede dejar secuelas incluso permanentes.

Total, un recurso bien entrenado por años si fallece, es reemplazado por dos o tres con salario que con el tiempo esta persona devengaba. A muchas y muchos, el único recurso que les queda es la renuncia. Se anuncia con banda de guerra, tambor y clarinetes, la creación de hospitales, el número de pacientes que son dados de alta, un bono renuente para el personal de salud que ocupa en su propia protección; en la misma medida en que se trata de ocultar, infructuosamente, el desprecio por tan valioso  recurso, la indiferencia por los altos índices de personal enfermo gravemente o falleciendo en el momento en que escribo. Se pretende tender una barrera de humo sobre la muerte blanca, producto de la improvisación, de funcionarios a todo nivel que ya muestran su incapacidad y el haber sido nombrados sin criterio alguno.

Todo a través de un discurso populista que se agota rápidamente incluso entre los fanáticos del nuevo partido, que con desencanto habrán visto a “los de siempre” colarse en “el partido del pueblo” junto con funcionarios del gobierno. El telón de fondo, la muerte blanca, que se extiende como una gabacha sombría sobre todos los salvadoreños que mueren en sus casas y hospitales, víctimas todos. Muchísimas personas me cuestionan porqué hay tanto desprecio hacia el sector salud, no puedo responder, es el ministro de salud que deberá responder esa duda, tristemente que no importe una vida a una persona que pertenece al mismo gremio dice el derrotero que vivimos y sufriremos.

Mientras,  las prioridades son otras, nunca el personal de salud. Suspender un bono de ciento cincuenta dólares dice la perversidad que cobija a las autoridades. Lamentablemente las autoridades que dirigen el Colegio Médico, la Procuraduría General de los Derechos Humanos y la Fiscalía General son cortadas con la tijera de la mediocridad donde importa más ir a favor de las aguas que tener un ápice de dignidad y amor a su prójimo.

Tristemente el personal de salud está más dividido que nunca y no creo en esa fuerza granítica que un día fue, por ende aplica esa frase “Sálvese quien pueda”. Brochazos de una dignidad paliducha es a lo más que llega un gremio médico que de gremio ¡no tiene nada! P.D. Este artículo tiene una historia y como responsable de lo escrito queda pendiente la explicación de la misma.

*Médico salvadoreño

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