La Metamorfosis al revés

(Por: Francisco Parada Walsh)

Una mañana, después de un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto. Estaba echado de espaldas sobre un duro caparazón y, al levantar la cabeza, vio su vientre convexo y oscuro, surcado por curvadas callosidades, sobre el que casi no se aguantaba la colcha, que estaba a punto de resbalar hasta el suelo.

Numerosas patas, penosamente delgadas en comparación con el grosor normal de sus piernas, se agitaban en desorden”. En la actualidad: “Una mañana, después de un sueño tranquilo, un monstruoso insecto se despertó convertido en Gregorio Samsa. Estaba recostado en un lujoso sillón, y al levantar la cabeza vio con desprecio a los demás, numerosas casas y cuentas bancarias eran sus nuevas adquisiciones».

¿Cuántos Gregorios Sansa conozco?: Muchos, muchísimos que después de ser en apariencia asquerosas cucarachas por un chasquido de dedos se convierten en repugnantes humanos. En este valle de lágrimas llamado La Tumba de las Aves he visto a tantos hombres comunes (cucarachas) que por ostentar un cargo público/privado y percibir un cambio en la que fue su maltrecha situación económica creerse dioses del Olimpo y nuevamente se da el ciclo donde lo pierden todo y vuelven a ser las cucarachas que fueron, son y serán.

No me conmueve ver a ex funcionarios (cucarachas) presos, huyendo, otros con enfermedades graves pues como la ostentación suprema del poder jamás imaginaron volverse ese asqueroso insecto; con ese mismo desprecio que trataron a quien en su camino encontraban, hoy, esa sociedad autoritaria, a veces disimulada a la que pertenecieron y manejaron a su antojo les pasa las facturas del daño causado. Desde fumar finos cigarros y tomar carísimos licores hasta obsesiones como coleccionar carros y tantos superficiales caprichos creyéndose intocables, hoy ven pasar la vida en una celda, en un hospital o en un lejano lugar. En una sociedad tan confrontativa habrá quienes defiendan a estas miserables cucarachas y serán otros los que los atacarán; no creo que haya en el mundo algo que valga la pena para ir a terminar mis días a una aburrida cárcel, pagar una condena y después ser un hombre libre que intentará alzar vuelo revoloteando unas negruzcas y gruesas alas pero le será imposible por el peso de sus pecados.

Después de ostentar grandezas pasajeras los Gregorios Samsas salvadoreños serán víctimas de la sociedad que ellos mismos corrompieron, sabiamente todo lo que sube tiene que bajar y es aquí donde volverán a ser insectos repugnantes, nada es para siempre pero muchos creyeron en la eternidad de los partidos políticos y se recubrieron de un blindaje que solo en sus mentes dementes existe; muchos ex funcionarios sucumbieron al dinero fácil, a la arrogancia que da el poder y nunca imaginaron que necesitarían más que alas para salir de la alcantarilla a la que pertenecen; hay muchos Gregorios Samsas huyendo o enquistados en el nuevo gobierno que volverán a ser los insectos vulgares que fueron; por cosas del destino muchos Gregorios Samsas olvidan su sencillo pasado y creen que son seres iluminados quienes están por encima de la ley humana.

No imagino en mi persona sufrir esa metamorfosis que en el caso de los Gregorios Samsas salvadoreños se podría describir así: Repugnante y vulgar insecto (cucaracha)- hombre común en un cargo público/ privado- dinero- carros lujosos- licores costosos-cigarrillos o puros extranjeros- mujeres u hombres según su desviación sexual- poder aparente- guarda espaldas- deportes exclusivos- hijos en colegios bilingües- persecución- cárcel- repugnante y vulgar insecto (cucaracha)-muerte.

Tantos Samsas que han creído en la eternidad del mal, quizá era tan grande su inseguridad que le apostaron a creerse seres mitológicos donde ellos jamás volverían a ser humanos nuevamente; cuando veo rostros adustos, amarillentos con la mirada perdida, cuencas sin rumbo apenas, apenas siento compasión por esos insectos repugnantes.

¿Será que el ser humano es tan torpe para creer que no tendrá un final?: Somos muy torpes, preferimos dar agravios, ofensas, griterío, altanerías creyendo que seremos siempre ese patán funcionario que dejó de funcionar, ¡Saber que ese cargo fue mi trampa para entender que no soy nada, soy un fantasma en el tiempo, soy un muerto viviente, soy un hombre sin nombre, soy la nada!

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